En 2014, el mundo fue sacudido por una serie de revelaciones que mostraron el alcance y las capacidades de espionaje electrónico de las agencias de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido. Uno de los informes más impactantes, publicado tras la filtración de documentos por el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden, reveló que aplicaciones móviles populares, entre ellas la famosa franquicia de videojuegos Angry Birds, fueron utilizadas como herramientas para la recolección masiva de datos personales a nivel global. Estas filtraciones evidenciaron cómo la NSA y el GCHQ británico no solo se limitaban a interceptar comunicaciones tradicionales como llamadas y correos electrónicos, sino que habían ampliado su alcance hacia las aplicaciones que forman parte de la vida cotidiana de millones de usuarios. Apps que a simple vista parecen inofensivas, dedicadas al entretenimiento, la navegación o las redes sociales, funcionaban como una “puerta trasera” para la obtención de información sensible, incluyendo ubicación geográfica, preferencias personales y hasta detalles sobre orientación sexual o afiliación política. El juego Angry Birds, desarrollado por Rovio Entertainment, se convirtió en un ejemplo paradigmático de este tipo de espionaje encubierto.
Popular en sistemas operativos Android y con más de 1.7 mil millones de descargas en todo el mundo, Angry Birds era solo uno de los tantos mecanismos aprovechados para extraer datos de sus usuarios. Según documentos que formaron parte de la filtración, la inteligencia británica delineaba técnicas precisas para acceder a información almacenada en los teléfonos móviles a través de esta aplicación. La simplicidad con la que se podía llevar a cabo este espionaje fue ilustrada en un documento gráfico que mostraba cómo la recolección de datos fluía fácilmente hacia las agencias, representado simbólicamente con un hada maliciosa y pilas de documentos señalando la facilidad para recopilar tráfico de información. Los documentos también señalan que no solo las aplicaciones de entretenimiento están bajo este escrutinio.
Redes sociales como Facebook, plataformas de compartición de fotos como Flickr y otras aplicaciones con enorme popularidad figuraron en las listas de objetivos para la extracción de datos. La naturaleza de los datos recopilados incluye desde configuraciones del teléfono, conexiones a redes Wi-Fi, comportamiento de navegación web, hasta relaciones de amistad y actividades dentro de las aplicaciones. Este enfoque de espionaje representa una evolución significativa en las técnicas empleadas por los servicios de inteligencia. En lugar de interceptar solo las comunicaciones directas, la vigilancia se extendió a las plataformas a través de las cuales los usuarios interactúan con la tecnología día a día. A través del análisis de los datos generados por estas aplicaciones, la NSA y el GCHQ podían, por ejemplo, inferir información políticamente sensible o particularidades personales que de otro modo serían difíciles de obtener.
La respuesta oficial de la NSA a estas acusaciones y revelaciones fue contundente en cuanto a negaciones parciales. La agencia afirmó que no se enfocaba en la recopilación masiva de comunicaciones de ciudadanos estadounidenses ordinarios ni en el seguimiento indiscriminado de actividades en redes sociales o aplicaciones móviles. Señalaron que el espionaje estaba legalmente restringido a objetivos extranjeros válidos y que cumplían con los requisitos vigentes para la recolección de inteligencia destinada a la seguridad nacional y la contrainteligencia. Por su parte, el GCHQ mantuvo una postura reservada, como es habitual en las agencias de inteligencia, limitándose a enfatizar que sus operaciones estaban autorizadas, eran necesarias y proporcionadas. Sin embargo, estas declaraciones no aplacaron las preocupaciones públicas sobre privacidad ni las críticas de expertos en seguridad y derechos digitales.
Los expertos en tecnología y privacidad interpretaron estas revelaciones como un llamado de atención sobre los riesgos que supone el uso indiscriminado de aplicaciones móviles y cómo estas pueden ser explotadas para el monitoreo masivo. En la era del internet móvil y la proliferación de apps, la información personal se ha convertido en un recurso valioso y, lamentablemente, vulnerable. La filtración también mostró ciertos errores operativos, como la publicación inadvertida de nombres de empleados de la NSA y detalles sobre amenazas específicas en documentos que circulaban en línea, lo que generó debates sobre prácticas de manejo de seguridad dentro de las propias agencias de inteligencia. Para los usuarios comunes, el caso Angry Birds y otras aplicaciones espía puso en relieve la importancia de la protección de la privacidad digital. Aumentó la conciencia sobre la necesidad de controlar los permisos que las aplicaciones solicitan, comprender las políticas de privacidad y utilizar herramientas tecnológicas que ayudan a limitar la exposición de datos personales.