El mercado bursátil ha experimentado una recuperación notable desde que el presidente Trump decidió pausar los aranceles recíprocos a principios de abril de 2025, una medida que sorprendió y alivió a muchos inversores que habían anticipado un impacto negativo más profundo tras los anuncios previos. Este repunte ha llevado a un reajuste en las previsiones de diversos analistas de Wall Street, entre ellos el veterano estratega de inversiones Sam Stovall, quien recientemente actualizó sus perspectivas para el resto del año, destacando que, pese a la incertidumbre y ciertos indicadores económicos negativos, el S&P 500 aún podría ofrecer rendimientos positivos durante 2025. El trasfondo que rodea esta recuperación se encuentra marcado por un período de volatilidad intensa luego de la denominada "Liberation Day", cuando se impusieron tarifas a las importaciones con un nivel mucho más alto del esperado. Estas tarifas crearon un efecto inmediato en los mercados, con una caída del S&P 500 superior al 10% y una pérdida total cercana al 19% desde su máximo en febrero. Tal declive casi llevó al mercado a la clasificación de mercado bajista, lo cual generó una ola de preocupación entre inversores y economistas.
Sin embargo, la suspensión temporal de los aranceles fue interpretada como una señal positiva, generando un optimismo renovado que impulsó a los índices principales, especialmente al S&P 500 y al Nasdaq, en incrementos de doble dígito que recuperaron las pérdidas previas. Este fenómeno pone sobre la mesa la pregunta natural: cuál será el rumbo del mercado en los próximos meses, especialmente en un contexto económico que sigue mostrando señales de debilitamiento. El análisis de Sam Stovall es particularmente valioso porque ofrece una mirada estratégica basada en su amplia experiencia y en un cuidadoso examen de los datos económicos más recientes. En primer lugar, reconoce que la reciente recuperación del mercado es impresionante ya que se ha producido en medio de varios indicadores que comúnmente se asocian con desaceleración económica. Por ejemplo, la tasa de desempleo aumentó del 3.
4% en 2023 al 4.2% en 2025, un salto significativo que, aunque aún mantiene el empleo en niveles históricos relativamente bajos, representa una tendencia preocupante para la estabilidad laboral. La inflación, medida a través del índice PCE (Personal Consumption Expenditures), sigue siendo un factor clave. En marzo, la inflación subyacente se ubicó en un 2.6%, cifra que, aunque se mantiene por encima del objetivo de la Reserva Federal del 2%, es mucho más baja que las tasas observadas durante los años anteriores, 2023 y 2024.
Esto sugiere que las presiones inflacionarias están siendo contenidas, lo cual es una noticia positiva para los inversores y para la economía en general. Por otro lado, el Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre mostró una contracción de 0.3%, una señal preocupante que indica desaceleración económica, aunque existen matices importantes que suavizan este resultado. Cuando se ajusta por importaciones y transacciones como las de oro, el crecimiento real del país probablemente se sitúa por encima del 2%, lo que sigue siendo un desempeño relativamente saludable considerando el escenario global y las tensiones comerciales existentes. Al profundizar en otros indicadores económicos, destacan las lecturas del Índice de Gerentes de Compras (ISM), tanto en el sector manufacturero como en servicios.
El PMI manufacturero cayó de 50.9 en enero a 48.7 en abril, ubicándose por debajo de los 50 puntos que marcan la frontera entre expansión y contracción. Esta caída es especialmente relevante porque el sector manufacturero suele ser un barómetro sensible de la salud económica general. Por su parte, el PMI de servicios también exhibió una tendencia a la baja, con un descenso de 52.
8 a 50.8 en marzo, lo que sugiere un enfriamiento en uno de los pilares fundamentales de la economía estadounidense. Uno de los indicios más alarmantes es la caída en el Índice de Expectativas de Confianza del Consumidor, que tocó mínimos que no se veían en 13 años. El índice llegó a 54.4 en abril, muy distante de los niveles sobre 80 que podrían indicar una recesión inminente.
Este descenso refleja la inquietud creciente sobre la seguridad laboral y el temor a un aumento de la inflación, factores que condicionan el comportamiento del gasto y la inversión. En mitad de este complejo entorno, la postura de Stovall es moderadamente optimista. Él proyecta que, aunque el panorama económico no está exento de riesgos, la combinación de ciertos factores puede permitir que el mercado accionario siga generando rendimientos positivos. Uno de estos factores es el hecho de que, a pesar del incremento en el desempleo, la tasa aún se mantiene relativamente baja desde una perspectiva histórica, lo que implica que la presión sobre el consumo y la producción no ha llegado a niveles críticos. Además, la mejora en las relaciones comerciales, al menos temporalmente, gracias a la pausa en los aranceles, ha aportado un alivio crucial para las empresas que dependen del comercio internacional, especialmente las del sector tecnológico, que es ampliamente representado en el Nasdaq.
Esta dinámica sugiere que el capital puede encontrar oportunidades para crecer y superar los temores prevalecientes en el mercado. Ahora bien, el reto estará en monitorear continuamente los indicadores adelantados como los PMIs y la confianza del consumidor, ya que su evolución marcará la dirección futura del ciclo económico y, por ende, el comportamiento del mercado bursátil. Si estos indicadores mejoran, podrían reforzar la tesis de una recuperación sostenida y prolongar la tendencia alcista. Por el contrario, si persiste la contracción en manufactura y servicios junto con un consumidor cada vez más cauteloso, es probable que se materialicen mayores presiones y volatilidad en los mercados. Es importante destacar que en este contexto el papel de la política monetaria seguirá siendo fundamental.
La Reserva Federal, con la lucha contra la inflación como objetivo principal, podría optar por mantener o ajustar las tasas de interés dependiendo de cómo se comporten estos indicadores económicos. Cualquier cambio en la política monetaria tendrá un impacto directo en los costos de financiamiento para empresas y consumidores, lo que a su vez afecta la inversión y el consumo, motores esenciales para el crecimiento económico y el mercado accionario. Finalmente, los inversores deben considerar la importancia de la diversificación y la prudencia en este escenario. Aunque el pronóstico revisado por Stovall ofrece una perspectiva de crecimiento, la naturaleza impredecible de los mercados y la economía requiere una estrategia que equilibre la búsqueda de rendimiento con la gestión del riesgo. Además, los sectores que podrían beneficiarse más de la actual coyuntura son aquellos vinculados a tecnologías disruptivas, empresas con sólidos fundamentos financieros y sectores defensivos que puedan sortear las turbulencias económicas.
En conclusión, la actualización en el pronóstico del mercado bursátil tras el rally vivido en abril de 2025 refleja un equilibrio delicado entre optimismo cauteloso y reconocimiento de las amenazas económicas existentes. Pese a la persistencia de algunos indicadores negativos, la posibilidad de ganancias en el S&P 500 y otros índices principales sigue vigente, apoyada en la pausa tarifaria, la contención de la inflación y la resistencia relativa del empleo. Sin embargo, el camino por delante exige atención constante a las señales del mercado y la economía global para ajustar estrategias según lo requieran las circunstancias.