La circularidad como Camino: Retos y Oportunidades hacia un Futuro Sostenible En un mundo marcado por la sobreexplotación de recursos y el aumento de desechos, la idea de una economía circular se presenta como una solución prometedora y necesaria. “La circularidad es nuestro camino hacia adelante. Sin embargo, no es indolora”, afirma Steven Stone, representante de las Naciones Unidas. La transición hacia un modelo económico más circular no solo es deseable, sino que se convierte en una cuestión crítica para la supervivencia del planeta. La economía lineal ha dominado nuestros sistemas productivos y de consumo durante décadas.
Este modelo, caracterizado por un ciclo de "tomar, hacer y desechar", ha llevado a un uso desenfrenado de recursos naturales. Según datos de la ONU, el consumo global de materias primas ha pasado de 27 mil millones de toneladas en 1970 a aproximadamente 100 mil millones de toneladas en 2020. Este crecimiento desmedido ha tenido consecuencias devastadoras para nuestro entorno, aumentando la huella de carbono y la contaminación en el proceso. La economía circular, en cambio, propone un cambio radical en cómo entendemos y gestionamos los recursos. Este enfoque favorece la reutilización, la reparación y el reciclaje, buscando mantener los materiales en uso el mayor tiempo posible.
Promover la circularidad podría reducir significativamente la extracción de recursos y las emisiones de gases de efecto invernadero, abordando simultáneamente los desafíos relacionados con el clima, la naturaleza y la contaminación. Sin embargo, la idea de circularidad no está exenta de complejidades y desafíos. Uno de los mayores obstáculos es la resistencia al cambio. A menudo, vivir de manera sostenible se percibe erróneamente como un sinónimo de restricciones: dietas más estrictas, viaje limitados, y el uso de productos de un solo uso. Esta mentalidad puede generar un gran desánimo entre quienes desean adoptar prácticas más sostenibles.
Pero, como Stone enfatiza, “no se trata de restricciones, sino de equidad”. La equidad es un principio fundamental en la transición hacia una economía circular. No se puede pedir a las personas que sacrifiquen su calidad de vida o sus libertades personales sin ofrecer alternativas viables. Es necesario encontrar un equilibrio que permita que todos prosperen dentro de los límites del planeta. Por lo tanto, el primer paso es replantearse cómo se mide el crecimiento económico.
El Producto Interno Bruto (PIB) no cuenta toda la historia; debemos considerar lo que realmente queremos que crezca en nuestra sociedad. La innovación será crucial para llevar a cabo esta transición hacia la circularidad. Sin embargo, la solución no se limita a la tecnología. Se requiere un enfoque colaborativo que incluya la participación de las instituciones financieras, gobiernos y empresas. Según Stone, “necesitamos crear bienestar de manera justa, permitiendo que la libertad humana florezca”.
Esto implica desarrollar nuevos modelos de negocio que no solo prioricen el beneficio económico, sino que también se alineen con la sostenibilidad. Un ejemplo de esto es el concepto de la "responsabilidad extendida del productor". Esta idea sostiene que los fabricantes deben ser responsables no solo por el producto en sí, sino también por su ciclo de vida completo, incluyendo su desecho. Implementar esta responsabilidad puede cambiar radicalmente el mercado, incentivando la creación de productos más duraderos y reciclables. Además, la economía circular ofrece oportunidades significativas en varias industrias clave como la energía, la construcción y los alimentos.
Estas sectores son responsables del 80% de nuestra huella climática y de contaminación. La transición hacia prácticas circulares en estos ámbitos no solo beneficiará al medio ambiente, sino que también puede generar empleo y una redistribución de beneficios que contribuya al crecimiento inclusivo. El papel de los inversores también es fundamental en este proceso. A medida que las empresas adoptan prácticas más sostenibles, se necesitan inversores que estén dispuestos a apoyar esta transformación. Stone menciona ejemplos como el Fondo de Pensiones de la Iglesia de Inglaterra, que decidió no invertir en empresas mineras que no cumplan con altos estándares de seguridad.
Esto demuestra que los inversores pueden influir de manera considerable en la adopción de mejores prácticas ambientales. Sin embargo, la presión del consumidor hacia prácticas sostenibles todavía no es lo suficientemente fuerte. Muchas personas enfrentan un dilema constante entre sus deseos de vivir de forma más sostenible y la necesidad de cubrir sus necesidades básicas. En este sentido, se debe comunicar de manera efectiva cómo una economía circular también puede proporcionar beneficios tangibles, como la mejora de la salud pública y la creación de empleos. La transición hacia una economía circular no se trata solo de encontrar soluciones tecnológicas, sino también de establecer un marco regulatorio que promueva la sostenibilidad.
La legislación puede actuar como catalizador para cambios radicales, asegurando que las empresas y los productores rindan cuentas por sus prácticas. Por ejemplo, la creación de un tratado internacional sobre plástico, actualmente en negociación, podría sometérseles a responsabilidades más estrictas en cuanto a su producción y desecho. La pregunta que surge es: ¿estamos dispuestos a aceptar esta transformación, a pesar de los desafíos que conlleva? La respuesta dependerá de nuestra capacidad para concebir un futuro donde la circularidad sea la norma y no la excepción. Aunque la transición no será fácil, las oportunidades que nos ofrece son inmensas y necesarias para crear un mundo más equitativo y sostenible. En conclusión, la circularidad representa un camino prometedor hacia un futuro más justo y sostenible, pero su implementación requerirá un esfuerzo colectivo.
No es simplemente un cambio en la producción y el consumo, sino una transformación en nuestra forma de pensar sobre el crecimiento, el bienestar y la equidad. La circularidad puede ser nuestro camino hacia adelante, pero será un viaje lleno de retos, oportunidades y, sobre todo, la necesidad de un esfuerzo compartido. ¡El futuro está en nuestras manos!.