El mes de abril de 2025 será recordado por muchos inversores como uno de los más turbulentos en la historia reciente del mercado de valores. Un balancín de emociones dominó las jornadas bursátiles, impactando profundamente tanto en precios como en las expectativas a futuro para diferentes sectores. Sorprendentemente, a pesar de que el índice S&P 500 terminó el mes con una caída del 0.76%, las acciones en general se encarecieron, haciendo que muchos se pregunten cómo es posible esta aparente contradicción. El origen de esta volatilidad extrema está ligado directamente a un factor externo: las políticas comerciales del gobierno estadounidense.
En particular, la administración de ese momento implementó un conjunto de aranceles recíprocos sobre las importaciones a partir del 2 de abril, generando miedo entre los inversionistas sobre el impacto negativo que estos podrían tener en las empresas, el empleo y el consumo. Este quiebre abrupto hizo que la bolsa se desplomara hasta un 15% en apenas cuatro días de negociación, una caída tan rápida como alarmante. Sin embargo, la respuesta del mercado fue igual de rápida y significativa. Tan sólo dos días después de esta caída vertiginosa, el índice Nasdaq Composite anotó uno de sus mayores repuntes porcentuales de toda su historia, con un incremento superior al 12%. El propio S&P 500 se recuperó en un 9.
5%, registrando uno de los incrementos más destacables desde 1939. Pese a esta montaña rusa, el impulso alcista no fue suficiente para contrarrestar totalmente el impacto negativo inicial, y el indicador cerró el mes con un leve retroceso. Para quienes podrían interpretar esta caída marginal como una señal de que las acciones se abarataban, la realidad es diferente. La clave para entender por qué las acciones se encarecieron está en el comportamiento de las expectativas respecto a las ganancias futuras de las empresas, también conocidas como expectativas de earnings. A medida que las empresas lidiaban con el impacto directo de las tarifas, muchas decidieron retirar sus proyecciones de ingresos y ganancias, lo que generó un ambiente generalizado de incertidumbre en el mercado.
Las tarifas vigentes son particularmente estrictas: mientras que la mayoría de las importaciones enfrentan un arancel del 10%, la imposición sobre productos provenientes de China llegó a un 145%, un nivel que castiga duramente a muchas compañías con cadenas de suministro o mercados en ese país. Esta política creó un ambiente volátil para estimar la rentabilidad futura, lo que llevó a los analistas a ajustar a la baja sus pronósticos. De hecho, las estimaciones de ganancias para el segundo trimestre se redujeron en un promedio del 2.4% para las empresas del S&P 500, y para todo el año la revisión a la baja alcanzó el 3.1% desde comienzos de 2025.
Esta desaceleración en las proyecciones implica que, a pesar de que los precios de las acciones no cayeron de manera significativa, el valor esperado de los beneficios disminuyó aún más. Por eso, el índice de precio a ganancias (P/E) a futuro del S&P 500 aumentó, lo que se traduce en que las acciones costaban más en relación con los beneficios esperados. En términos simples, aunque los precios nominales se mantuvieron, la rentabilidad anticipada bajó, haciendo que los inversores pagaran más por cada unidad de ganancia esperada. El panorama no solo afecta a las grandes compañías, sino también a un amplio espectro de sectores que dependen directamente de los flujos comerciales internacionales. La volatilidad y las abruptas revisiones de expectativas convierten al mercado en un escenario con elevado riesgo, donde la cautela predomina entre inversores y gestores.
Muchos preferían esperar señales claras de estabilidad en las políticas comerciales antes de tomar decisiones definitivas. Paradójicamente, en medio de esta incertidumbre, inversores legendarios como Warren Buffett han reiterado la importancia de mantener la calma y enfocarse en la inversión a largo plazo. Su consejo más valioso es no dejarse llevar por emociones durante periodos de alta volatilidad y buscar oportunidades en compañías sólidas con fundamentos robustos, a pesar de los altibajos momentáneos. Este fenómeno de aumento en la valoración relativa a las ganancias también refleja una tendencia más amplia de los mercados en los últimos años, donde los múltiplos de P/E tienden a expandirse como consecuencia del entorno de bajas tasas de interés, expectativas de crecimiento y una abundante liquidez global. Sin embargo, la situación de abril evidenció cómo factores externos pueden desequilibrar rápidamente esta relación, generando situaciones aparentemente contradictorias como la de un mercado que se encarece pese a pérdidas en su nivel general.
En resumen, abril de 2025 fue un mes que puso a prueba la resiliencia y perspectiva de los inversores, quienes tuvieron que navegar entre caídas dramáticas y recuperaciones impactantes, bajo el contexto de una política comercial agresiva y en constante cambio. El resultado fue un mercado más caro en términos relativos, con un incremento en el ratio precio-ganancias a futuro impulsado por la caída de las expectativas de beneficios. Para quienes participan activamente en el mercado, este tipo de dinámica subraya la importancia de analizar no solo el movimiento de los precios, sino también los fundamentos y las circunstancias macroeconómicas que los impulsan. La volatilidad extrema y la incertidumbre política requieren estrategias bien pensadas y una visión amplia que contemple tanto riesgos como oportunidades en un entorno global complejo. El mes pasado dejó una enseñanza clara: una caída aparente en el índice no siempre significa que las acciones estén más baratas, ni una recuperación rápida señala que se hayan vuelto más asequibles.