En el dinámico y competitivo mundo de los deportes de combate, pocas figuras han tenido tanto impacto como Dana White, presidente de UFC. Durante años, White ha forjado un imperio que ha llevado las artes marciales mixtas (MMA) a la cima del entretenimiento deportivo. Sin embargo, recientes críticas y análisis apuntan a un posible declive en la popularidad y calidad de las producciones de UFC. Sorprendentemente, uno de los mayores desafíos que enfrenta el gigante del MMA proviene de una fuente inesperada: WWE, la empresa de lucha libre profesional que opera bajo un modelo guionizado. Din Thomas, ex peleador y actual analista de UFC, ha sido uno de los críticos más elocuentes en esta materia.
Thomas destaca la diferencia fundamental entre UFC y WWE. Mientras UFC se basa en peleas reales e impredecibles, WWE ofrece un entretenimiento con guiones cuidadosamente elaborados que aseguran el compromiso del público. En una reciente entrevista, Thomas expresó su preocupación acerca de cómo la naturaleza impredecible de UFC puede ser una espada de doble filo. Por un lado, la emoción de no saber qué ocurrirá es uno de los atractivos principales del deporte. Eventos como la pelea por el título BMF en UFC 300, con figuras como Max Holloway y Justin Gaethje, exhibieron precisamente esta cualidad y generaron gran entusiasmo entre los fanáticos.
Sin embargo, el problema radica en la inconsistencia de las carteleras. Thomas explicó que junto con las grandes peleas, el público también se encuentra con eventos menos atractivos y peleas que no cumplen las expectativas, lo que lleva a que muchos espectado res decidan no seguir el deporte con la misma fidelidad. Esto explica, en parte, por qué el público general no ha adoptado las MMA con la misma pasión que otras disciplinas como la lucha libre profesional o el fútbol americano. Desde la pandemia de 2020, UFC ha establecido un hogar en el Apex de Las Vegas, donde constantemente organiza eventos con una producción reducida, menos espectadores y una parte importante de talento de menor rango. Aunque esta estrategia ha resultado financieramente eficiente al evitar pagos grandes por lugares y al estabilizar la programación, ha generado un ambiente que muchos aficionados califican de monótono y menos vibrante.
La falta de grandes peleas y una audiencia reducida en vivo contribuyen a esta percepción negativa. Otro tema señalado por críticos y expertos es la falta de actividad de algunos campeones, como Jon Jones, quien ha defendido el título de peso pesado laxo durante un largo periodo sin unificar la categoría. Esta paralización causa frustración, pues limita la creación de rivalidades fuertes y emocionantes que alimenten el interés del público. Además, la influencia de los manejadores de peleadores, que en ocasiones evitan enfrentar a sus integrantes contra los competidores más peligrosos, impacta la dinámica competitiva y la expectativa de eventos significativos. La lucha libre profesional, bajo la conducción de Paul Levesque —más conocido como Triple H—, ha entrado en una nueva era tras la salida de Vince McMahon.
WWE ha logrado revitalizar el interés de sus seguidores al combinar entretenimiento, personajes carismáticos y episodios narrativos que capturan la atención. Aunque su contenido es guionizado y planeado, esta fórmula garantiza consistencia y un compromiso continuo del público, algo que UFC, con su imprevisibilidad genuina, lucha por mantener en ciertos momentos. Thomas enfatiza que no está sugiriendo que UFC deba adoptar un modelo guionizado o manipular resultados, sino que insta a Dana White y su equipo a poner mayor atención en la calidad y atractivo de las carteleras para evitar la fuga de seguidores hacia ofertas más atractivas y predecibles como WWE. UFC enfrenta el reto de equilibrar la autenticidad del deporte real con una experiencia de entretenimiento que mantenga el interés del público a largo plazo. Si UFC logra inspirarse en la narrativa y producción que WWE ofrece, sin perder su esencia, podría revitalizar su imagen y recuperar terreno.
Pero si continúa con eventos predecibles, poca promoción de grandes estrellas y carteleras menos atractivas, corre el riesgo de perder importancia frente a competidores dentro y fuera del mundo de los deportes de combate. La industria del entretenimiento deportivo es dinámica y exige constante evolución. UFC necesita adaptarse para satisfacer las expectativas cada vez más altas de los fanáticos, quienes valoran tanto la emoción intrínseca de las peleas reales como la capacidad de conexión emocional que un buen storytelling puede ofrecer. En este sentido, la experiencia y advertencias de figuras como Din Thomas son valiosas para que UFC evite una caída que podría cambiar drásticamente el panorama del MMA en los próximos años. Al final del día, Dana White y sus directivos tienen la responsabilidad de escuchar a sus analistas, opiniones del público y aprender de los movimientos exitosos dentro de la industria del entretenimiento deportivo.
El futuro del MMA depende de la habilidad para innovar, mantener la imprevisibilidad del deporte y ofrecer entretenimiento de alta calidad que supere las expectativas. Solo así podrá UFC mantener su reinado y evitar que su imperio pierda terreno en favor del mundo guionizado pero cautivador de WWE.