El ecosistema de las criptomonedas ha sido testigo de transformaciones significativas no solo en tecnología, sino también en el terreno regulatorio. En un giro decisivo para la industria digital, Paul Atkins, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), ha manifestado un compromiso firme para establecer un marco regulatorio claro para los activos digitales, poniendo fin a la era caracterizada principalmente por acciones punitivas y sanciones regulatorias. Este cambio de enfoque podría marcar un antes y un después en la relación entre las autoridades regulatorias y el sector cripto, enfocándose en reglas transparentes que fomenten la innovación mientras se protege a los inversores. Durante una mesa redonda celebrada el 12 de mayo de 2025, titulada “Tokenización: Moviendo Activos Onchain – Donde se Encuentran TradFi y DeFi”, Atkins dejó claro que uno de sus principales objetivos como presidente de la SEC es desarrollar una política coherente que brinde claridad sobre la emisión, custodia y comercio de criptoactivos. La iniciativa responde a una creciente necesidad del mercado, en el que los activos financieros tradicionales están migrando cada vez más hacia sistemas basados en blockchain, integrando sofisticados mecanismos de tokenización que redefinen la naturaleza de la propiedad y la transferencia.
Uno de los pilares fundamentales del discurso de Paul Atkins fue la importancia de contar con “reglas claras del camino” que no solo faciliten el cumplimiento normativo sino que también protejan a los inversores de fraudes y estafas que hoy abundan en el ecosistema digital. Su mensaje fue contundente al afirmar que el periodo bajo el liderazgo de Gary Gensler, caracterizado por una regulación basada principalmente en la aplicación estricta y frecuentemente reactiva, está llegando a su fin. En lugar de un enfoque en acciones represivas, Atkins plantea un modelo que privilegie la claridad y la previsibilidad regulatoria, aspectos esenciales para que las empresas puedan innovar con confianza y para que los consumidores operen con seguridad. Este cambio significativo coincide con la creación, a inicios de 2025, de la Crypto Task Force de la SEC, un grupo de trabajo orientado a establecer líneas regulatorias claras, facilitar procesos de registro adecuados, diseñar marcos de divulgación razonables y aplicar recursos de cumplimiento de manera estratégica. Bajo la dirección de la comisionada Hester Peirce, conocida también como la “cripto mamá” por su postura favorable hacia la industria, esta fuerza especial busca equilibrar la protección legal con el fomento de la innovación tecnológica, un desafío complejo dada la rapidez con la que evolucionan las tecnologías blockchain.
El encuentro contó con la presencia de distintos expertos y líderes del sector, como Johann Kerbrat, gerente general de Robinhood Crypto; Cynthia Lo Bessette, jefa de administración de activos digitales en Fidelity Investments; y Johnny Reinsch, director de Token Asset Coalition, evidenciando el interés de actores clave en participar activamente en la construcción de un marco regulatorio razonable. La colaboración entre reguladores, empresas y organizaciones del criptoespacio es, sin duda, un paso fundamental para alcanzar regulaciones que reflejen la realidad del mercado y no solo perspectivas tradicionales. Además de la necesidad de reglas claras, Atkins enfatizó la importancia de que el marco regulatorio sea comprensible y alcanzable para el público general, destacando que la transparencia es clave para que los inversores puedan identificar correctamente qué proyectos cumplen con la ley y cuáles no. Esto apunta directamente a combatir fraudes y esquemas sospechosos que han afectado la confianza en el sector y han puesto en riesgo miles de millones en inversiones. La adopción generalizada de sistemas onchain para la gestión de valores y otros activos financieros plantea nuevos retos para el regulador, como la interoperabilidad entre sistemas tradicionales y blockchain, la validación de autenticidad en activos tokenizados y la garantía de seguridad en transacciones automatizadas.
En ese sentido, el posicionamiento de la SEC busca no solo regular sino entender y acompañar estas innovaciones, dejando atrás la actitud de rechazo frecuente y focalizada en imponer multas y sanciones. Este renovado enfoque también tiene implicaciones para la competencia internacional en el espacio cripto. Estados Unidos, como una de las mayores economías tecnológicas, no puede permitirse quedar rezagado frente a regiones que han adoptado marcos regulatorios más claros y amigables con la industria blockchain. Países en Europa, Asia y América Latina avanzan rápidamente en establecer estándares que permiten un crecimiento ordenado y seguro del mercado digital. La postura de Atkins abre la puerta para que EE.
UU. recupere terreno, fomentando a su vez inversiones, empleo y liderazgo tecnológico. Si bien aún existen muchos detalles por definir y la transición hacia este nuevo régimen llevará tiempo, la actitud proactiva y dialogante de la SEC bajo el liderazgo de Paul Atkins es recibida con optimismo por la comunidad cripto. La expectativa creciente es que esta nueva era de regulación no solamente reduzca la incertidumbre que ha limitado el desarrollo de proyectos innovadores, sino que también contribuya a generar un ambiente en el que tanto startups como grandes empresas puedan coexistir, competir y evolucionar con reglas concretas. En conclusión, la promesa de Paul Atkins de garantizar un marco regulatorio claro y razonable es un paso esperanzador para la industria de las criptomonedas en Estados Unidos.
Al dejar atrás la era de sanciones exclusivas y apostar por la claridad normativa, la SEC apunta a consolidar un ecosistema más seguro para inversores y participantes del mercado, al mismo tiempo que impulsa la innovación tecnológica que las criptomonedas y la tokenización representan. La colaboración continua entre reguladores y actores del sector será esencial para lograr un equilibrio que permita a las cadenas de bloques y los activos digitales alcanzar su máximo potencial en una economía global cada vez más digitalizada.
