Bolt Amenaza a su Principal Inversor con Acción Legal en Medio de una Recaudación de $450 Millones En un giro inesperado en la agitada historia de Bolt Financial, la famosa startup de pagos, la compañía está envuelta en un escándalo que involucra amenazas legales dirigidas hacia uno de sus inversores clave. La recaudación de $450 millones para alcanzar una valorización de $14 mil millones ha sido objeto de controversia y confusión, lo que ha llevado a un intercambio público entre Bolt y su supuesto principal inversor, Silverbear Capital. La situación comenzó a desarrollarse cuando Bolt, liderada por su CEO Justin Grooms, anunció su intención de recaudar una suma considerable de dinero. Sin embargo, el anuncio fue acompañado de un ultimátum que dejó a muchos inversores atónitos: aquellos que no participaran en la ronda tendrían el 70% de su capital en riesgo de ser eliminado. Este movimiento fue rápidamente criticado y percibido como una estrategia agresiva de la empresa para presionar a sus inversores.
La confusión se intensificó cuando se reveló que Silverbear Capital, un banco de inversión registrado en Seychelles, había sido mencionado erróneamente como el principal inversor de la ronda. Grooms, en un correo electrónico que llegó a manos de Forbes, dejó claro que creía que había habido "una mala comunicación interna" en Silverbear, lo que estaba provocando una confusión innecesaria. Afirmó que Silverbear había firmado un acuerdo vinculante en el que se comprometía a invertir $200 millones. Sin embargo, el fundador de Silverbear, Peter Chun, desmintió rápidamente las alegaciones de Bolt. Chun declaró que nunca había mantenido una reunión con Bolt ni había discutido la ronda de financiamiento.
"Nunca hemos tenido una conversación con Bolt", afirmó, dejando claro que la asociación era ilusoria. Esta neblina de falta de comunicación llevó a Grooms a amenazar con acciones legales, un movimiento que sorprendió a muchos en el sector. Veronica Welch, una socia de Silverbear, también se refirió a las afirmaciones de Grooms, expresando su consternación y argumentando que nunca hubo discusión sobre la posible inversión. Por su parte, Brad Pamnani, otro socio de Silverbear, admitió haber creado confusión por haber firmado un acuerdo de no divulgación de Bolt mientras utilizaba el correo electrónico de su firma, pero insistió en que el inconveniente era responsabilidad de un intermediario, el Grupo de Inversión AMA, que había presentado erróneamente a Silverbear como parte de la oferta. A medida que las declaraciones y los desmentidos se multiplicaban, la situación se tornó aún más caótica.
Grooms finalmente comunicó a los accionistas que estaban en discusiones con los inversores clave de la compañía y que pronto tendrían una actualización más clara sobre la situación. Mientras tanto, Pamnani dejó claro que Silverbear no estaba involucrado en el financiamiento y que estaba gestionando un fondo basado en Abu Dabi que intentaba liderar la ronda de inversión. Una de las partes más inquietantes de la comunicación de Grooms fue la revelación de que Bolt había experimentado pérdidas abrumadoras en 2023. La compañía reportó pérdidas de $302 millones en ingresos de solo $27 millones, reflejando una realidad sombría a pesar de los esfuerzos por racionalizar operaciones y reducir gastos. La situación se complicó aún más con la reducción de personal de Bolt en varias rondas de despidos, lo que generó preocupación entre los inversores sobre la viabilidad futura de la startup.
El clima de incertidumbre no solo afecta la percepción de Bolt entre sus inversores, sino que también plantea preguntas difíciles sobre su capacidad para Git sels sobre Baptos, su modelo de negocio y su disposición a adaptarse en un entorno de mercado que se encuentra en constante cambio. En medio de este caos, Grooms trató de calmar a los accionistas reiterando su compromiso de seguir avanzando y cumplir con los términos acordados con los inversores. En un intento de reconstruir la confianza, Bolt también ofreció una extensión de 40 días para que los inversores se comprometieran a la ronda de financiamiento, lo que permite a los accionistas reevaluar su posición en un escenario en constante evolución. Grooms aseguró que la compañía estaba alineando sus intereses y que las acciones legales contra Silverbear, si llegaban a producirse, no interrumpirían los planes para asegurar la inversión necesaria. A pesar de la tormenta mediática que rodea a Bolt, Grooms se mantiene firme en sus convicciones y su enfoque en el futuro.
La compañía ha empezado a buscar alternativas de financiamiento con un fondo de capital de riesgo poco conocido llamado The London Fund, aunque la sombra de la incertidumbre sigue rondando sobre la salud financiera de Bolt. Los inversores, que han sido bombardeados con información contradictoria y exigencias minuciosas, no solo deben elegir sus pasos con cautela, sino que también necesitan contemplar las implicaciones a largo plazo de sus decisiones. En un mercado tecnológico que valora tanto la transparencia como la rentabilidad, la situación con Bolt representa un caso de estudio oportuno sobre la necesidad de una comunicación clara y la gestión de relaciones entre empresas e inversores. A medida que las piezas se mueven en este intrincado juego de inversión, todos los ojos estarán puestos en Bolt y su capacidad para revertir la situación. En conclusión, la situación de Bolt es emblemática de los desafíos que enfrentan muchas startups en el competitivo entorno del capital de riesgo.
La promesa de un futuro brillante puede verse eclipsada por decisiones cuestionables y malentendidos que, si no se manejan adecuadamente, podrían llevar a consecuencias legales y afectar la percepción pública de la empresa. Con los inminentes cambios de rumbo y la incertidumbre sobre sus números de rendimiento, Bolt se encuentra en una encrucijada que definirá su camino hacia adelante en el mundo de las finanzas digitales.