La relación entre el expresidente Donald Trump y Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, ha sido tensa y polémica, especialmente en el contexto de las políticas monetarias y las decisiones sobre las tasas de interés. Desde que Powell asumió la presidencia de la Fed en febrero de 2018, ha mantenido una postura conservadora respecto a la reducción agresiva de las tasas, una posición que ha generado fricciones con Trump. Este último aboga por recortes más significativos para estimular la economía, sobre todo durante períodos de incertidumbre económica. Sin embargo, una pregunta clave ha surgido del debate público y mediático: ¿tiene Donald Trump la autoridad para destituir a Jerome Powell? La respuesta es compleja y está envuelta en cuestiones legales, históricas y políticas que merece la pena analizar en profundidad. Para entender la posibilidad y las implicaciones de una destitución presidencial sobre el jefe de la Fed, es necesario comenzar con la estructura y función de la Reserva Federal en el sistema económico estadounidense.
La Fed es el banco central y regula la política monetaria del país mediante controles sobre el suministro de dinero y las tasas de interés. Fue creada por el Congreso en 1913 con la Ley de la Reserva Federal para proporcionar estabilidad financiera y evitar crisis bancarias. El presidente de la Fed, además de ser el jefe del sistema, forma parte de la Junta de Gobernadores, cuyos miembros son nombrados por el presidente de los Estados Unidos y confirmados por el Senado. Los términos de los gobernadores son por un período de 14 años escalonado, mientras que el presidente de la Fed es designado para un mandato de cuatro años, pero debe ser un miembro efectivo de la Junta. En teoría, este diseño buscó otorgar independencia a la Fed respecto a presiones políticas, para que las decisiones económicas se tomen con base en criterios técnicos y no en intereses partidistas o coyunturas políticas.
Por lo tanto, la posibilidad de que un presidente destituya al jefe de la Fed no está claramente definida en la legislación, especialmente en relación con la capacidad de despedirlo sin una causa justificada más allá de una diferencia en política económica. La Ley de la Reserva Federal estipula que los miembros de la Junta de Gobernadores solo pueden ser removidos por el presidente “con causa justificada”, lo que históricamente se ha interpretado como mala conducta, incapacidad o negligencia grave, no simplemente desacuerdos por decisiones o políticas. Este vacío legal genera un terreno incierto y potencialmente conflictivo respecto a la relación entre la Casa Blanca y la Fed. Ningún presidente ha intentado hasta ahora destituir a un presidente de la Fed, por lo que no existen precedentes legales directos que clarifiquen si un mandatario puede ejercer este poder basándose únicamente en desacuerdos con la política de tasas de interés o del manejo monetario. En este sentido, cualquier intento de Trump por despedir a Powell habría sido un experimento institucional sin precedentes que posiblemente habría encabezado una batalla legal de larga duración.
Además, Powell no solo es presidente del sistema Fed, sino también uno de los siete miembros de la Junta de Gobernadores. Este doble rol implica que incluso si Trump hubiese intentado destituirlo únicamente como presidente de la Fed, Powell podría seguir siendo parte de la Junta hasta la expiración de su término original en enero de 2028, manteniendo así influencia y poder significativo en la política monetaria. Cualquier cambio efectivo solo podría lograrse mediante una nominación y confirmación del Senado para reemplazarlo, proceso que tampoco garantiza un alineamiento completo con los deseos presidenciales, dado que otros gobernadores, incluidos los nominados por Trump en su mandato anterior, han expresado su compromiso con la independencia del banco central. La posible destitución de Powell también tendría efectos a nivel macroeconómico y político. La Fed es una institución fundamental para la confianza en los mercados internacionales y en la estabilidad financiera de Estados Unidos, que afecta a diversas economías globales.
Un despido abrupto, motivado por presiones políticas y no por razones formales, podría propiciar incertidumbre en los mercados, volatilidad en los tipos de interés y deterioro en la percepción de la independencia del banco central, lo que a su vez afectaría la credibilidad de la política monetaria. Históricamente, la independencia del banco central ha sido valorada para proteger la estabilidad económica y evitar crisis derivadas de decisiones políticas cortoplacistas o populistas. La intromisión directa del ejecutivo en la dirección de la Fed podría desencadenar consecuencias negativas, como inflación descontrolada o desconfianza en el dólar, lo que agravaría cualquier problema económico ya existente. Desde la perspectiva judicial, ante una eventual destitución, es probable que se registren recursos legales que podrían escalar hasta la Suprema Corte de los Estados Unidos. De hecho, casos relacionados con otras despidos por parte de Trump han abierto debates sobre los límites de la autoridad presidencial en asuntos federales.
En estos escenarios, la Corte podría establecer precedentes importantes que definirían el alcance del poder ejecutivo sobre independientes agencias y organismos regulatorios, sentando jurisprudencia para futuros administraciones y el equilibrio de poderes en la política estadounidense. En conclusión, la autoridad de Donald Trump para destituir a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, no es clara ni está establecida legalmente, siendo un terreno de incertidumbre constitucional y política. La ley respalda la independencia del banco central y limita la remoción de sus miembros bajo causas estrictas, lo que sugiere que diferencias en la dirección de políticas monetarias no son suficiente justificación para un despido. Más allá del marco legal, un movimiento de este tipo podría producir consecuencias económicas globales significativas y desatar conflictos políticos y judiciales que afectarían la estabilidad institucional de Estados Unidos. Mientras tanto, la disputa entre Trump y Powell continúa siendo un reflejo de las tensiones entre la política y la economía, y un recordatorio de la importancia de la independencia de las instituciones clave para el bienestar financiero y social del país.
Para los mercados y observadores internacionales, la situación subraya la necesidad de claridad y respeto a los procesos establecidos para garantizar que decisiones monetarias se tomen con la autonomía necesaria para defender la estabilidad económica a largo plazo.