El último desenlace de la regulación de criptomonedas en Nigeria ha sorprendido a muchos, incluidos los propios ciudadanos del país. Durante años, la nación más poblada de África había mantenido una postura dura y restrictiva hacia el comercio de criptomonedas, incluso yendo tan lejos como a prohibir las transacciones y a cerrar el acceso a plataformas que operaban en este ámbito. Sin embargo, en las últimas semanas, pareciera que Nigeria está dando un giro inesperado con el anuncio de la propuesta de un impuesto sobre criptomonedas y la concesión de licencias a plataformas de intercambio de criptomonedas. Con una población de 233 millones de personas, Nigeria se ha convertido en un centro de actividad criptográfica en el continente africano. En 2023, un informe de la firma de análisis de criptomonedas Chainalysis reveló que el índice de adopción de criptomonedas en Nigeria ocupaba el segundo lugar a nivel mundial, solo detrás de India.
Este panorama, junto a una economía local en crisis que sufre de inflación desbordante y depreciación de su moneda, crea un caldo de cultivo interesante para el crecimiento del ecosistema cripto. Sin embargo, el reciente cambio en la política parece ser un movimiento calculado más que una verdadera aceptación de la criptomoneda. La propuesta de un impuesto sobre las criptomonedas podría interpretarse como una señal de que el gobierno nigeriano está listo para aceptar y regular el uso de estas tecnologías financieras. La historia reciente, sin embargo, sugiere que no se debe interpretar este cambio como un apoyo incondicional. En 2021, el gobierno ya había prohibido a los bancos comerciales ofrecer servicios a las empresas de criptomonedas, creando un entorno hostil para la innovación en este sector.
Aunque la prohibición fue levantada el pasado diciembre, la situación no ha sido fácil. A principios de 2024, se reportó que varios intercambios de criptomonedas se vieron temporalmente bloqueados y que autoridades nigerianas detuvieron a ejecutivos de Binance que llegaban al país para abordar problemas fiscales. Las autoridades nigerianas, que han comenzado a otorgar licencias a plataformas de intercambio como Busha y Quidax, están actuando con un enfoque de regulación estricta, lo que implica que cualquier actividad legal estará bajo un escrutinio cercano por parte del gobierno. Esto genera dudas sobre hasta qué punto este cambio realmente beneficiará a los consumidores y emprendedores dentro del ecosistema cripto. Las empresas de criptomonedas que ahora buscan licencias podrían verse obligadas a entregar datos sobre sus clientes, lo que plantea serias preocupaciones sobre la privacidad y la vigilancia de la información financeira.
Las detenciones de ejecutivos de intercambio, así como la clasificación del comercio de criptomonedas como un asunto de seguridad nacional, sugieren que, aunque el gobierno esté aliviando un poco la presión, sigue percibiendo a las criptomonedas como un enemigo potencial. Así, se introducen regulaciones que prohíben el comercio entre pares (P2P) de criptomonedas, lo cual puede intimidar a los comerciantes individuales que dependen de estas prácticas para llevar a cabo sus transacciones diarias. El nuevo director general de la Comisión de Bolsa y Valores de Nigeria, quien se autodenomina un "entusiasta" de las criptomonedas, asegura que hay un camino hacia una regulación más armoniosa. Sin embargo, tanta intervención gubernamental puede provocar resistencia entre aquellos que ven las criptomonedas como un refugio ante la inestabilidad económica. El estancamiento económico en Nigeria se ha intensificado en medio de la inflación que ronda el 35% y una devaluación oficial de más del 45% frente al dólar estadounidense en lo que va del año.
La presión social por un cambio y la búsqueda de alternativas para preservar el valor han llevado a una gran parte de la población a volcarse hacia el comercio de criptomonedas como una forma de salvaguardar sus ahorros ante el descalabro económico. Cada vez más nigerianos descubren en el comercio de criptomonedas no solo una oportunidad de inversión, sino una forma de subsistencia. La cuestión que surge, entonces, es cómo reaccionarán los nigerianos a estas nuevas normativas. Si bien el gobierno pretende hacer un acercamiento más regulado, la confianza en las instituciones gubernamentales está bajo mínimos. Durante las manifestaciones masivas de 2023, muchos ciudadanos utilizaron el hashtag #EndBadGovernance, reflejando una creciente frustración con un sistema que, en su opinión, ha fracasado en proporcionar un entorno seguro y próspero.
Por otro lado, podría contener en sí mismo un rayo de esperanza para los inversores locales. El levantamiento de algunas prohibiciones podría dar lugar a un entorno más favorable para la inversión y captar la atención de fondos internacionales que busquen diversificación. Atraer inversión es crucial para Nigeria, que necesita urgentemente capital para reconstruir su economía y generar confianza entre los inversores. La criptografía podría ser una vía atractiva si se establece un marco regulatorio que no asfixie la innovación. En medio de este panorama incierto, el futuro de las criptomonedas en Nigeria todavía está en juego.
Si bien el interés por las criptomonedas es innegable, su futuro depende de cómo se desarrolle la relación entre los reguladores y la comunidad de criptomonedas. La historia ha demostrado que en contextos donde la regulación coexiste con un ambiente de desconfianza hacia los gobiernos, los actores del mercado a menudo buscan vías alternativas que eviten el uso de plataformas tradicionales. En conclusión, Nigeria está en una encrucijada en su camino hacia la criptomoneda. Si bien las señales apuntan a un cambio de dirección en su política regulatoria, la sombra de la desconfianza persiste. Mientras el mundo cripto mira hacia Nigeria como un barómetro de lo que podría significar un enfoque regulador más amplio, el espíritu independiente que caracteriza a la comunidad de criptomonedas podría seguir encontrando formas de prosperar a pesar de las restricciones impuestas.
Las próximas semanas y meses serán clave para determinar si este "deshielo" en la política de criptomonedas será una verdadera apertura o simplemente un nuevo método para controlar un sector que ha desafiado, en múltiples ocasiones, la autoridad del gobierno.