La intersección entre el arte y la inteligencia artificial (IA) está creando un nuevo espacio donde lo que antes era invisible puede ser visto y comprendido de maneras innovadoras y sorprendentes. En la actualidad, muchos artistas contemporáneos están explorando el impacto de la IA en la sociedad y el individuo, abordando cuestiones existenciales sobre nuestra relación con las máquinas y los algoritmos que dominan nuestras vidas. En este contexto, la exposición "Haciendo lo invisible visible: El arte se encuentra con la IA" se convierte en un punto focal de reflexión y diálogo. Historias de artistas como Hito Steyerl, Ian Cheng y Suzanne Treister revelan cómo están utilizando la tecnología no solo como herramienta, sino como material en sí mismo. Steyerl, por ejemplo, propone que los programas de IA a menudo se malinterpretan y sugiere el término "estupidez artificial" para describir los resultados de algoritmos que son limitados en su capacidad para captar la complejidad de la experiencia humana.
A través de su trabajo, Steyerl desafía a la audiencia a mirar más allá de la superfície de las visualizaciones generadas por la IA y considerar los impactos más profundos que estas tecnologías tienen en la sociedad. Ian Cheng, por su parte, ha ido más allá en su exploración de mundos artificiales. Su trilogía "Emissaries" presenta seres artificiales en escenarios postapocalípticos, donde el espectador puede interactuar y presenciar la evolución constante de estos personajes. Cheng utiliza la IA para crear simulaciones vivas que no responden a un guion predeterminado, sino que evolucionan en respuesta a interacciones complejas. La obra de Cheng pone en relieve preguntas sobre la naturaleza de la simulación y la realidad, y ofrece una mirada a cómo la IA puede ser utilizada para explorar narrativas que van más allá de lo lineal.
La capacidad de la IA para "hacer visible lo invisible" también se manifiesta en proyectos que desean develar el funcionamiento interno de los algoritmos. Trevor Paglen, un pionero en este campo, creó "Sight Machine", un proyecto que traduce el rendimiento musical de un cuarteto en tiempo real a algoritmos de reconocimiento de imágenes. La obra muestra cómo las diferentes interpretaciones de una misma actuación revelan los sesgos intrínsecos en los algoritmos de IA y nos invita a interrogarnos sobre la ética detrás de estas máquinas. Mientras tanto, la artista Rachel Rose explora cómo la captura y la manipulación de imágenes pueden ser influenciadas por la sensación humana. A través de procesos de edición y collage, Rose utiliza la tecnología para resaltar la materialidad y la experiencia del espectador con las imágenes.
Para ella, la IA debe usarse como una herramienta que complementa la creatividad humana, en lugar de un reemplazo que aspire a emular la subjetividad y la empatía que solo los humanos pueden aportar. En este pacto entre el arte y la tecnología, muchos artistas y científicos buscan colaborar para explorar nuevos horizontes. Heinz von Foerster, una figura clave en el desarrollo de la cibernética, creía que los mundos de la ciencia y el arte no son antitéticos. En cambio, él consideraba que ambos campos son complementarios y se nutren mutuamente. La cibernética, que estudia los sistemas complejos y la comunicación, se refleja hoy en estas obras y prácticas artísticas que buscan unir las dos disciplinas.
Este diálogo entre artistas e ingenieros no es nada nuevo, pero se vuelve más crucial a medida que la IA se infiltra en todos los aspectos de nuestras vidas. El antiguo ideal de que los artistas deben estar presentes en la ciencia y la tecnología es más relevante que nunca. A medida que surgen nuevas capacidades de IA, necesitamos esa perspectiva crítica que solo los artistas pueden ofrecer. Sus inquietudes sobre las implicaciones éticas y estéticas de la tecnología nos ofrecen una vía para entender mejor el mundo en el que estamos inmersos. El Festival de Arte y Tecnología en Serpentine Galleries de Londres ha sido un catalizador para estas conversaciones.
En este lugar, las obras de arte se convierten en vehículos para el cuestionamiento y la reflexión. Al reunir a artistas y científicos, se crea un espacio donde emergen nuevas ideas, y donde el arte puede servir como un radar que anticipa y comenta sobre los futuros de la tecnología. Son muchos los elementos que hacen que el arte sea un espejo de la sociedad, y ahora más que nunca, la fusión con la tecnología resalta tanto las oportunidades como los riesgos que nos enfrentan. La capacidad de la IA para moldear nuestras experiencias, y la forma en que el arte puede visibilizar esos procesos, nos llevan a una nueva etapa de la creatividad. La exploración de lo invisible a través del arte no solo nos ayuda a ver lo que normalmente no veríamos, sino que también proporciona una crítica de las fuerzas que dan forma a nuestras vidas cotidianas.