En una semana llena de acontecimientos significativos en el mundo de las criptomonedas, el fundador de Binance, Changpeng “CZ” Zhao, salió caminando libre de una prisión federal en Estados Unidos, mientras que Caroline Ellison, ex CEO de Alameda Research, fue condenada a dos años de prisión por su papel en el colapso de FTX. Esta serie de eventos no solo llama la atención de los aficionados a las criptomonedas, sino que también plantea preguntas sobre la responsabilidad y la regulación en este sector emergente. El 27 de septiembre, CZ fue liberado tras cumplir cuatro meses en prisión debido a violaciones de las leyes de Anti-Money Laundering (AML). En noviembre de 2023, Zhao se había declarado culpable de no implementar controles adecuados de AML en Binance, el intercambio de criptomonedas más grande del mundo por volumen de transacciones. Este escándalo ha causado ondas de choque en todo el ecosistema cripto, ya que Zhao es conocido como una de las figuras más influyentes en el mundo de las criptomonedas, con una fortuna estimada en 60 mil millones de dólares.
Su liberación ha levantado cejas, especialmente en un contexto donde la regulación de las criptomonedas es cada vez más ácida. La sentencia de CZ demuestra un enfoque más severo por parte de las autoridades estadounidenses, que buscan responsabilizar a los líderes del sector por prácticas que han llevado a violaciones legales y financieras significativas. Sin embargo, la salida de Zhao de la prisión también ha suscitado debates sobre la naturaleza de las sanciones y si son suficientes para disuadir futuros delitos en este campo. Por otro lado, la condena de Caroline Ellison es un recordatorio sombrío de las consecuencias que pueden derivarse de la falta de ética en el manejo de fondos de criptomonedas. El 24 de septiembre, Ellison fue sentenciada a dos años en una prisión de mínima seguridad después de que un juez determinara que debía renunciar a aproximadamente 11 mil millones de dólares que ganó a través de su trabajo en FTX.
El juez Lewis Kaplan mostró cierta simpatía hacia Ellison, destacando su vulnerabilidad y cuestionando cómo su relación con Sam Bankman-Fried, el ex CEO de FTX, podría haberla llevado a un camino destructivo. La cooperación de Ellison con la fiscalía a cambio de una sentencia más leve ha sido un tema de conversación en el ecosistema cripto. Su testimonio fue vital en el caso contra Bankman-Fried, y muchos se preguntan si la industria aprenderá de esta saga trágica. La caída de FTX, una de las plataformas de intercambio más reconocidas a nivel mundial, ha dejado una huella indeleble en la percepción pública sobre la seguridad y viabilidad de las criptomonedas. Además de estos acontecimientos, la semana también fue testigo de otros desarrollos notables en el mundo de las criptomonedas.
Adam Iza, dueño de una plataforma de comercio de criptomonedas llamada Zort, fue acusado de fraude, soborno y corrupción de oficiales de la ley en Los Ángeles. Según una declaración de la FBI, Iza, que también es conocido como Ahmed Faiq y “El Padrino”, supuestamente utilizó su riqueza, acumulada a través de empresas ficticias, para pagar a tres funcionarios del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles con el fin de obtener acceso ilegal a datos policiales y coaccionar a las víctimas. Este caso subraya cómo la mala conducta dentro del sector no es un fenómeno aislado y que la corrupción y el abuso pueden surgir en un entorno donde la regulación es, en muchos sentidos, aún incierta. La situación de Iza añade otra capa de presión sobre las autoridades para que implementen regulaciones más estrictas que puedan ayudar a mitigar el fraude y proteger a los inversores. Por otro lado, en el panorama de las criptomonedas, Charles Hoskinson, fundador de Cardano, sostuvo que Ethereum se ha convertido en una “dictadura” y que la gobernanza de Cardano, a través de su modelo de representantes delegados, evita caer en la anarquía que caracteriza a Bitcoin.
Hoskinson sugirió que el modelo de gobernanza en Ethereum depende demasiado de su cofundador Vitalik Buterin, y que esto puede llevar a decisiones unilaterales en un ecosistema que debería estar más descentralizado. Mientras tanto, la Vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, hizo su primera declaración pública sobre las criptomonedas durante su campaña para las elecciones presidenciales. Harris subrayó la importancia de facilitar la inversión en tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y los activos digitales, mientras aseguraba que se protegería a los consumidores y a los inversores. Esta declaración sugiere que la política hacia las criptomonedas podría ser un tema candente en las elecciones venideras. En cuanto a las cifras del mercado, al final de la semana, Bitcoin (BTC) alcanzó un precio de 66,048 dólares, mientras que Ethereum (ETH) se situó en 2,685 dólares y XRP a 0.
59 dólares, elevando la capitalización total del mercado a 2.33 billones de dólares. Entre las altcoins, Shiba Inu (SHIB) lideró las ganancias con un incremento del 48.96%, seguido de Wormhole (W) y Bonk (BONK). El panorama de las criptomonedas ha sido oscuro en muchas ocasiones, pero también está lleno de oportunidades.
El ecosistema disruptivo plantea constantes desafíos regulatorios y éticos que se deben abordar si se quiere establecer un futuro sostenible y responsable. Los eventos recientes con figuras prominentes como CZ y Ellison son una señal de que el sector necesita urgentemente un marco regulatorio que proporcione transparencia, responsabilidad y protección para los inversores y el público en general. El futuro del cripto sigue siendo incierto, pero la aparición de casos de alto perfil puede servir de punto de inflexión para la industria. A medida que se desarrollan estos acontecimientos, tanto los inversores como los entusiastas de las criptomonedas deben mantenerse informados y fomentar un entorno más seguro y ético. La lección más clara de esta semana es que el mercado de criptomonedas, a pesar de su potencial, debe lidiar con las repercusiones de las malas decisiones y la falta de supervisión.
La historia continúa desarrollándose, y con ella, la necesidad de un cambio en la forma en que se gestionan y regulan estas innovadoras pero arriesgadas tecnologías.