El Gobierno de Filipinas ha tomado una decisión audaz al acceder al mercado internacional de deuda, asegurando un préstamo de 2.5 mil millones de dólares a través de una emisión de bonos globales. Esta estrategia no solo busca cubrir las necesidades presupuestarias del país, sino que también refleja un enfoque proactivo y confiado ante un entorno económico desafiante. El anuncio se realizó el 30 de agosto de 2024, y marca la segunda vez en el año que el país participa en actividades de endeudamiento en el extranjero. Esta emisión, que consiste en bonos de sostenibilidad de múltiples tramos, representa un paso significativo para la administración Marcos en su esfuerzo por captar los fondos necesarios para financiar distintos proyectos e iniciativas dentro del marco del presupuesto nacional.
La estructura de esta emisión incluye bonos a diferentes plazos y tasas de interés. En esta serie, el gobierno filipino levantó 2 mil millones de dólares en bonos a 5.5 y 10.5 años, junto con 900 millones de dólares provenientes de bonos de sostenibilidad a 25 años. Mientras que los intereses son competitivos, el tramo de 5.
5 años se ofreció con un rendimiento del 4.375 por ciento, y el de 10.5 años con un cupón del 4.75 por ciento. Los bonos de sostenibilidad a 25 años, un aspecto innovador de esta operación, resultaron en una tasa promedio del 5.
175 por ciento, marcando la sexta oferta de este tipo para el país. Los fondos recaudados se destinarán en parte a fines generales, proporcionando así el respiro fiscal necesario para impulsar diversas iniciativas de desarrollo y social. Específicamente, la administración planea utilizar los ingresos de estos bonos para financiar programas que promuevan el crecimiento económico, la creación de empleo de calidad, y una reducción significativa de la pobreza. El contexto actual es uno de volatilidad, con tasas de interés globales elevadas que han afectado a países de todo el mundo. La última emisión de bonos se realizó en mayo del mismo año, y aunque el contexto no ha variado drásticamente, las autoridades filipinas han manifestado confianza en su solidez crediticia.
A medida que se registran datos de inflación más suaves y la Reserva Federal de EE.UU. muestra signos de políticas monetarias más flexibles, los expertos ven una oportunidad para que el gobierno capitalice esta situación. La tesorera nacional, Sharon Almanza, señaló que esta transacción atrajo una demanda robusta por parte de un amplio espectro de cuentas globales, lo que habla de la confianza del mercado en la economía filipina. Además, enfatizó que los precios competitivos de la emisión permiten al gobierno ahorrar en pagos de intereses, lo que a su vez brinda un mayor espacio fiscal para realizar inversiones transformadoras a largo plazo.
Desde la perspectiva de la administración, este movimiento es más que una simple transacción financiera; es una afirmación de su compromiso con un crecimiento inclusivo. El secretario de Finanzas, Ralph Recto, destacó que esta es una victoria significativa para todos los filipinos, ya que se están recaudando fondos a costos asequibles para fortalecer programas esenciales. La administración Marcos se encuentra en una encrucijada, con la necesidad de equilibrar la carga de la deuda y llevar a cabo inversiones cruciales en infraestructura y programas sociales. Esta emisión no solo es un intento de reunir los recursos necesarios, sino que también refleja una estrategia más vasta para avanzar hacia la recuperación económica tras el impacto de la pandemia. A pesar de los retos que enfrentan las economías emergentes, incluyendo el aumento del costo de los productos básicos y la incertidumbre en los mercados internacionales, Filipinas se presenta como un mercado atractivo para los inversores.
Las calificaciones de riesgo crediticio, con una puntuación de Baa2 de Moody’s, BBB+ de S&P y BBB de Fitch, reflejan una imagen positiva ante los ojos de los prestamistas internacionales. El hecho de que esta emisión forme parte de un objetivo más grande de recaudar 5 mil millones de dólares durante el año, demuestra una planificación estratégica y una visión a largo plazo para el desarrollo del país. La administración espera complementar esta captación de fondos con un último esfuerzo en la bolsa japonesa, a través de los llamados bonos Samurai, antes de que finalice el año fiscal. En el ámbito más amplio, esta estrategia de endeudamiento también ha llevado a un debate sobre la sostenibilidad financiera del país. A medida que el gobierno filipino busca fondos, surge la pregunta de cómo manejará los pagos de la deuda en el futuro.
Los economistas advierten que, mientras que el endeudamiento puede ser una herramienta útil para estimular la economía, también puede llevar a una carga insostenible si no se acompaña de planes sólidos de crecimiento. La situación actual de Filipinas es un reflejo de un fenómeno global más amplio. Los países en vías de desarrollo están cada vez más abiertos a buscar financiamiento externo para fortalecer sus economías, y el acceso a las finanzas internacionales puede ser tanto una bendición como una maldición. La clave radica en la gestión prudente de esos recursos y en la capacidad de los gobiernos para implementar políticas que promuevan el crecimiento sostenible y reduzcan la vulnerabilidad económica. A medida que se acerca la fecha de liquidación de los nuevos bonos, programada para el 5 de septiembre, los observadores seguirán de cerca cómo estas decisiones impactarán en el panorama económico general del país.