Las cadenas de suministro están bajo una presión significativa debido a una serie de desafíos globales, pero, sorprendentemente, no están rompiéndose. Esta resiliencia ha sido el resultado de lecciones aprendidas durante los últimos años, especialmente a raíz de los estragos provocados por la pandemia de COVID-19. A continuación, exploraremos las razones detrás de esta fortaleza en medio de la incertidumbre. En primer lugar, es importante entender el contexto actual. Las cadenas de suministro han experimentado una recuperación considerable desde los problemas que surgieron en los días pico de la pandemia.
Sin embargo, la navegación en este nuevo océano de desafíos no ha sido nada fácil. Desde ataques a barcos en el canal de Suez hasta sequías históricas que han afectado la operación del canal de Panamá, las interrupciones continúan siendo una realidad. A estas situaciones se suman el colapso de infraestructuras críticas, como el Puente Key en Baltimore, que cerró el puerto de la ciudad durante dos meses, y disputas laborales en Canadá que han detenido temporalmente el transporte ferroviario. La preocupación es palpable. Muchos analistas temen que una serie de incidentes similares pueda llevar a un colapso en las cadenas de suministro, como el que se experimentó en 2021, que contribuyó a la inflación más alta en décadas.
Sin embargo, muchos economistas y expertos en logística creen que, a diferencia del pasado, las cadenas de suministro actuales son mucho más resilientes. Esta fortaleza se debe, en gran parte, a las lecciones aprendidas durante los periodos de crisis. Tim Quinlan, economista senior de Wells Fargo, señala que, si bien los desafíos son significativos, la combinación de "onshoring" y "nearshoring" ha aumentado la resiliencia de las cadenas de suministro. Estos términos se refieren a trasladar la producción más cerca del país de consumo y diversificar proveedores, lo que permite no depender de una sola fuente. Este enfoque de diversificación ha sido crucial para que muchas empresas se adapten a un entorno incierto, encontrando nuevas oportunidades para abastecerse de manera más efectiva y resiliente.
Las empresas de transporte marítimo, manufactura y comercio han aprendido a adaptarse rápidamente al paisaje de la incertidumbre. Al optar por desviar los buques a rutas más largas, realizar pedidos con más antelación y almacenar más inventario del habitual, las empresas están tomando medidas proactivas para mitigar el impacto de futuras interrupciones. Por ejemplo, muchos minoristas están implementando estrategias adicionales, como el envío anticipado de mercancías y la redistribución de carga hacia puertos en la costa oeste para evitar posibles huelgas en la costa este. A pesar de este enfoque proactivo, no se puede ignorar el efecto de los costos crecientes. Las tarifas de contenedores han aumentado considerablemente, con precios alcanzando un 150% más altos que el año pasado.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió durante los picos de demanda de 2021 y 2022, cuando las empresas podían trasladar estos costos a los consumidores, la situación actual se caracteriza por un consumidor más consciente y selectivo. La disminución del poder de fijación de precios es evidente, ya que las empresas se encuentran luchando por mantener su competitividad en un entorno donde los consumidores están cada vez más dispuestos a cuestionar los precios. Un aspecto que no se debe pasar por alto es el impacto de la tendencia hacia un consumo más consciente. Por ejemplo, después de un periodo de auge en las ventas al por menor, donde los consumidores estaban ansiosos por volver a la vida normal, el gasto en bienes ha comenzado a estabilizarse. Esto se debe en parte a la fatiga de los consumidores y a su creciente preocupación por la inflación y la economía en general.
Las empresas, por lo tanto, enfrentan el dilema de cómo manejar niveles de inventario más altos y costos crecientes en un mercado donde el consumo ya no es tan incesante como antes. A pesar de estos desafíos, varios expertos sugieren que la temporada de compras navideñas no debería estar marcada por un desabastecimiento significativo. La actividad de importación ha mantenido niveles muy altos, lo que indica que las empresas están preparándose adecuadamente para satisfacer la demanda. Esta preparación incluye la adopción de lecciones del pasado, donde muchos minoristas se sintieron acorralados por la falta de productos en un momento crítico. Tal vez esa "cicatriz" de la experiencia acumulada durante la pandemia haya hecho que tanto minoristas como fabricantes sean más cautelosos al planificar sus inventarios, tomando decisiones más informadas y adaptativas.
Se espera que, con el tiempo, las condiciones del mercado también se normalicen. Según Ryan Petersen, CEO de Flexport, “el peor momento ya ha pasado”, sugiriendo que aunque no se prevé una apertura total de las rutas marítimas en conflicto, todavía habrá suficientes buques disponibles para satisfacer la demanda. Esta visión optimista resalta la capacidad del sector para adaptarse a las circunstancias cambiantes y encontrar soluciones eficientes. No obstante, la incertidumbre que rodea a las negociaciones laborales en los puertos de la costa este y del Golfo sigue siendo una preocupación. Si las negociaciones no llegan a un acuerdo, los paros en los puertos podrían causar un efecto dominó en todo el sistema logístico.