A los 27 años, María Sánchez se ha convertido en un ejemplo a seguir para muchos jóvenes de su generación. Con un salario anual de 56,000 dólares y la reciente compra de su primera casa, su historia es un testimonio de cómo es posible gestionar las finanzas personales de manera efectiva mientras se navega por los desafíos propios de la vida adulta. María trabaja para un sistema bibliotecario gubernamental y, tras dos años en otro departamento, encontró su lugar en la biblioteca. Este cambio fue fundamental para su bienestar emocional, ya que dejó atrás un entorno laboral tóxico que la había llevado a replantearse su carrera. “Estar en un trabajo que me haga feliz es esencial.
La estabilidad y el sistema de pensiones que tengo me dan tranquilidad y una sensación de futuro”, afirma. Su historia comienza en una pequeña ciudad cerca de Houston, Texas, donde comparte su vida con su esposo, Javier. La pareja, que no tiene deudas estudiantiles, pudo ahorrar durante años para dar el paso hacia la compra de una casa. Eligieron buscar un hogar en un mercado que no era el más favorable, pero estaban decididos a dejar atrás su apartamento. “No sabíamos cuánto tiempo más íbamos a esperar para que el mercado bajara, así que comenzamos a buscar.
Vimos alrededor de 15 casas antes de encontrar la nuestra”, comenta María. Así fue cómo encontraron una casa construida en 1945 con dos acres de terreno y un edificio adjunto que solía ser una guardería. “La casa necesitaba muchas actualizaciones y de inmediato nos dimos cuenta de que la propiedad venía con una serie de sorpresas. Desde cableado eléctrico que debíamos renovar hasta un enjambre de abejas, cada día había un nuevo desafío”, relata con una mezcla de frustración y humor. María y Javier son muy conscientes de sus gastos y han aprendido a gestionar un presupuesto que les permita afrontar sus obligaciones financieras mientras disfrutan de la vida.
Cada mes, su gasto en comestibles ronda entre 350 y 400 dólares, y aseguran que la mayoría de sus comidas las preparan en casa, ya que a Javier le gusta cocinar. “Comer fuera es un lujo que solo nos permitimos ocasionalmente, normalmente gastamos unos 75 dólares al mes en comida rápida”, dice María. Ahora con una hipoteca mensual de 1,700 dólares, la pareja ha comenzado a hacer pagos adicionales para reducir el principal. “Cada vez que podemos, tratamos de poner 100 dólares extras al principal. Puede parecer poco, pero sabemos que a largo plazo será beneficioso”, asegura.
Sin embargo, las preocupaciones sobre el dinero nunca están lejos. La inflación y el aumento de los costos de vida han hecho que la pareja se sienta vulnerable. “Siempre estoy preocupada por nuestra situación financiera. A pesar de que ambos tenemos buenos trabajos, los gastos de renovación de la casa y las facturas nos dejan poco margen”, confiesa. Durante la semana, la rutina de María comienza temprano.
Suele levantarse a las 7 de la mañana y llega a su trabajo a las 8. Su día consiste en crear materiales de marketing, asistir a reuniones y fomentar asociaciones con la comunidad. Disfruta de su trabajo por el equilibrio que le ofrece, lo que hace posible que su vida social no se vea comprometida. “Solía trabajar todos los fines de semana, y eso hizo que fuera difícil pasar tiempo con amigos. Ahora, aunque trabajo los sábados de vez en cuando, noto la mejora en mi vida social”, dice.
Los fines de semana, María intenta aprovechar al máximo su tiempo. Algunos sábados son productivos, mientras que otros los pasa navegando sin rumbo por internet. Para combatir la procrastinación, se ha propuesto realizar de una a tres tareas cada sábado, asegurándose de que los días no sean completamente improductivos. Los domingos son especialmente importantes para la pareja, ya que es el día libre de ambos, lo que les permite pasar tiempo de calidad juntos. “Llevamos tres años casados y hemos estado juntos durante siete.
Hemos tenido que enfrentar muchos retos, pero somos muy afortunados de tenernos el uno al otro. La comunicación y la confianza son clave para nosotros”, dice con una sonrisa. Sin embargo, sus lazos familiares son lejanos. Ambos provienen de Nueva Inglaterra, y aunque sus familias son un pilar de apoyo emocional, la distancia limita la ayuda financiera que pueden recibir. Uno de los grandes sueños de María y Javier es renovar el edificio de la antigua guardería y convertirlo en una casa de alquiler.
Sin embargo, el temor de no poder terminar los proyectos a tiempo a menudo la abruma. “Aunque me estresa la falta de avance en las renovaciones, trato de recordar cuánto hemos logrado hasta ahora y cuántas oportunidades aún tenemos”, manifiesta María. Está emocionada por poder pensar en su futuro y en los viajes que les gustaría emprender, aunque para ella, la compra de la casa es la prioridad en este momento. Las preocupaciones sobre el bienestar social también son parte crucial de su vida cotidiana, especialmente en el contexto actual de Texas. María expresa su preocupación por los derechos de salud reproductiva y la dificultad de acceder a servicios médicos en su área.
“Es frustrante y preocupante vivir en un estado donde los derechos de las mujeres están constantemente amenazados”, dice. La implicación política de María no termina ahí; al ser consciente de la situación de su estado, se asegura de ejercer su derecho al voto y apoyar a candidatos que promuevan cambios positivos en la comunidad. A medida que continúan su viaje como una joven pareja en nueva propiedad, María se da cuenta de que el camino hacia la adultez no siempre es lineal. Muchos de sus amigos tienen estilos de vida muy diferentes, algunos con hijos y otros viviendo aventuras despreocupadas. “A veces siento que no estoy cumpliendo con las expectativas sociales de la edad que tengo, pero es importante recordar que cada uno sigue su propio camino”, reflexiona.
Finalmente, al mirar hacia el futuro, María deja abierta la posibilidad de tener hijos algún día, pero por ahora, su enfoque está en disfrutar de su matrimonio, completar las renovaciones de la casa y vivir su vida según sus propias reglas. “No hay un único camino para el éxito, y he aprendido que todos estamos navegando nuestras propias aguas. A veces, simplemente hay que seguir adelante y confiar en que todo saldrá bien”. Con esa mentalidad, María continúa construyendo su vida, un ladrillo a la vez.