El próximo 28 de abril será una fecha que quedará marcada en la memoria de muchos aficionados al arte, las manualidades y la costura, ya que será el último día de operación para 112 tiendas Joann, una de las cadenas más importantes de productos hechos a mano, telas y materiales para proyectos creativos en Estados Unidos. Este cierre masivo forma parte de un proceso mucho más amplio que implica la liquidación y desaparición gradual de la mayoría de las 867 tiendas que la empresa operaba hasta hace pocos años, y que refleja los profundos cambios que el sector retail viene experimentando frente a nuevos hábitos de consumo y desafíos financieros. Joann, fundada en 1943, logró consolidarse durante décadas como un referente en el mercado americano para entusiastas de las manualidades, ofreciendo desde telas y hilos hasta herramientas especializadas y decoraciones personalizadas. Sin embargo, la evolución del comercio electrónico, la competencia intensa y ciertas dificultades internas llevaron a la compañía a un camino de declive, que se evidenció con la declaración de bancarrota en enero de 2025. Luego de una subasta en febrero donde sus activos fueron adquiridos por GA Group, una firma especializada en liquidación, comenzó un proceso gradual de cierre sostenido, cuyos momentos culminantes están ocurriendo ahora con el fin oficial de operaciones en estos 112 establecimientos.
Esta situación tiene múltiples consecuencias directas e indirectas. Para los consumidores, especialmente los que dependían de Joann como fuente principal para materiales de calidad y variedad, representa un golpe fuerte. Las tiendas físicas han sido durante años el punto de encuentro para aprender, inspirarse y adquirir de forma inmediata los productos que fomentan la creatividad personal y profesional. La desaparición de estas sucursales puede generar una fragmentación en la comunidad de artesanos y un aumento en la dependencia de canales digitales, los cuales no siempre ofrecen la misma experiencia ni nivel de asesoramiento personalizado. En el plano económico, el cierre de puntos de venta impacta directamente a empleados, proveedores locales y a las economías regionales.
Los puestos de trabajo en estos 112 locales quedarán eliminados, mientras que la demanda de productos artesanales y textiles sufrirá una reacomodación que podría favorecer a competidores o emprendedores independientes. La liquidación de inventarios y activos también refleja una pérdida significativa de valor para los accionistas y acreedores. Si bien la estrategia del GA Group busca maximizar las recuperaciones posibles, la desaparición de un actor tan importante altera el paisaje competitivo para siempre. Además, el cierre de estas tiendas refleja un fenómeno más amplio que afecta al sector del retail en general, y en particular a aquellos cuyos modelos de negocio se basan fuertemente en tiendas físicas. Las preferencias del consumidor cambiado, con un aumento exponencial en las compras online y una mayor demanda de experiencias personalizadas y éticas, están obligando a las marcas a reconsiderar cómo acercarse a su público.
Para Joann, la falta de adaptación a estos cambios y su carga financiera derivada de la pandemia y problemas anteriores aceleraron su declive. La situación actual también pone en foco la evolución del mercado de manualidades y artes visuales en Estados Unidos y en el mundo. Si bien los pasatiempos creativos siguen siendo populares, los consumidores se han diversificado en sus canales de acceso a materiales. Grandes plataformas digitales, pequeños proveedores especializados y cooperativas locales están tomando protagonismo, apelando a la autenticidad, personalización y atención al cliente que las grandes cadenas muchas veces no logran replicar. Esta fragmentación puede abrir oportunidades para nuevos negocios innovadores pero también representa un desafío para quienes han dominado el mercado hacia la producción masiva y cadenas largas de suministro.
A nivel local, las comunidades que solían contar con una tienda Joann como punto fijo enfrentan una transición que requiere adaptación. En muchos lugares, los espacios físicos servían no solo como puntos de venta, sino como centros de talleres, encuentros y eventos temáticos que fomentaban el desarrollo personal y social. Con el cierre, los consumidores deberán buscar nuevas alternativas para mantener sus actividades creativas, ya sea en comercios menores, ferias, mercados artesanales o a través de plataformas en línea, que aunque prácticas, no siempre logran generar el mismo sentido de comunidad y pertenencia. Por otro lado, para quienes forman parte de la industria mayorista y manufacturera, este cierre masivo implica reajustes en las cadenas de producción y distribución. La demanda de insumos para manualidades puede verse disminuida temporalmente, lo que podría impactar en la oferta general y en precios.
Sin embargo, también puede abrir oportunidades para la innovación, el desarrollo de productos únicos y un vínculo más estrecho con clientes que valoran la calidad y la sostenibilidad por sobre la cantidad y el bajo costo. La historia de Joann y su declive es una lección importante para otras empresas en el sector retail. La capacidad de adaptación, tanto en términos tecnológicos como en la oferta de valor al cliente, resulta fundamental para sobrevivir en un entorno dinámico y cambiante. La crisis de Joann ha sido acelerada por una acumulación de factores negativos, incluyendo la falta de innovación efectiva, el impacto de eventos globales como la pandemia y la competencia feroz en segmentos adyacentes. La transformación digital, la omnicanalidad y la atención personalizada son imperativos para cualquier negocio que quiera mantenerse vigente.