Desde el inicio de la guerra en Ucrania, el tema de los oligarcas rusos y sus fastuosos bienes ha captado la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. La administración del presidente Joe Biden, apoyada por aliados en Europa, ha intensificado sus esfuerzos para sancionar a estos magnates y congelar sus activos, que incluyen lujosos apartamentos, jets privados y, por supuesto, impresionantes yates. En un contexto de sanciones que se han extendido por el Reino Unido, la Unión Europea y otros países, Forbes ha realizado un exhaustivo informe en el que rastrea la ubicación de 63 yates pertenecientes a los millonarios de Rusia. La invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin el 24 de febrero de 2022 fue un punto de inflexión que llevó a una serie de respuestas contundentes por parte de la comunidad internacional. En su discurso sobre el Estado de la Unión, Biden dejó claro que uno de los objetivos de su administración sería atacar no solo a Putin y su régimen, sino también a los ricos asociados con él.
Desde entonces, han sido sancionados más de 50 oligarcas rusos, lo que ha llevado a la intervención de las autoridades en diversas naciones para confiscar yates e inmuebles. Los yates de estos millonarios son más que simples embarcaciones; son símbolos de un estilo de vida lleno de excesos, y su valor se eleva hasta miles de millones de dólares. Algunos de los yates más destacados en el informe de Forbes son propiedad de figuras bien conocidas como Roman Abramovich, Farkhad Akhmedov y Alisher Usmanov. Cada uno de estos magnates ha visto cómo sus lujosas embarcaciones han sido localizadas en puertos de países que han impuesto sanciones, como Italia, España y Francia. Un aspecto intrigante de este tema es que muchos de estos yates están registrados a través de sociedades offshore en jurisdicciones como las Islas Caimán o el Isle of Man.
Esto dificulta el rastreo de los propietarios reales porque las embarcaciones están a menudo bajo el control de estructuras empresariales diseñadas para ocultar la identidad del propietario. Sam Tucker, jefe de superyates de VesselsValue, ha señalado que este tipo de propiedad es notablemente privada y que aproximadamente el 90% de los datos que se manejan sobre estos yates son confiables. Entre las embarcaciones más relevantes se encuentra el “Eclipse”, perteneciente a Abramovich, cuya última ubicación registrada fue Bodrum, Turquía, y cuyo valor se estima en 438 millones de dólares. Este mega yate no solo es un símbolo de opulencia, sino que también actúa como un recordatorio de la riqueza generada a partir de vínculos laborales con el Kremlin. Pero la historia de estos yates no solo es una de lujo; es también una historia de poder y control.
Las sanciones han logrado que muchos de estos yates queden inmovilizados. Por ejemplo, la Guardia Civil de España, en coordinación con el FBI, se incautó del yate "Tango" de Viktor Vekselberg en Palma de Mallorca, mientras que las autoridades italianas congelaron varias embarcaciones en sus puertos. También se develó que yates como el "Luna" de Farkhad Akhmedov registraron su última ubicación en Hamburgo, Alemania, donde fue congelado por las autoridades locales. La presión sobre estos magnates ha sido importante, y muchos de ellos han intentado transferir la propiedad de sus activos a terceros para evadir las sanciones. Sin embargo, el rastreo y la transparencia impuestos por los gobiernos han puesto un alto costo a tales maniobras.
Los yates, que podrían haber llevado a estos magnates a destinos tropicales, ahora se encuentran anclados en puertos donde la vigilancia es estricta. Algunas de las embarcaciones han sido redirigidas hacia lugares menos accesibles y más seguros, como los Emiratos Árabes Unidos o las Maldivas, donde las inspecciones pueden ser menos rigurosas. Pero a pesar de este movimiento, la presión internacional sigue presente, y los gobiernos están colaborando para intercambiar información sobre la ubicación de estos activos, reforzando aún más los esfuerzos disuasivos contra la evasión de sanciones. El movimiento hacia la confiscación de estos yates va más allá de la simple ejecución de la ley; es también simbólico. Con cada yate que es detenido, se envía un mensaje claro a los oligarcas rusos de que sus lujos pueden desvanecerse si continúan apoyando o beneficiándose del régimen de Putin.
Es un intento de la comunidad internacional de hacer que los costos de la guerra recaigan sobre los que están financiaando las actividades del Kremlin. Si bien el rastreo de estos yates podría parecer una cuestión de gustos personales o interés de los paparazzi, es en realidad una estrategia política que busca crear un clima de presión sobre los oligarcas que han acumulado su riqueza a través de prácticas que a menudo están vinculadas a la corrupción y la opresión. Los 63 yates identificados por Forbes, con un valor combinado de 6.3 mil millones de dólares, son un recordatorio tangible de los excesos que pueden existir en un mundo de desigualdad, especialmente en tiempos de crisis. La respuesta internacional a las acciones de los oligarcas rusos puede ser considerada un punto de inflexión en la lucha contra la corrupción sistémica a nivel global.