En Corea del Sur, la percepción sobre la amenaza nuclear que representa Corea del Norte ha generado un profundo debate y división en la sociedad. A lo largo de los años, la relación de Corea del Sur con su vecino del norte ha sido marcada por tensiones históricas, conflictos armados y una inestabilidad política que ha moldeado la forma en que los surcoreanos ven el problema nuclear. La situación actual, caracterizada por los constantes avances en el programa de armas nucleares de Pyongyang, ha intensificado estas opiniones divergentes. Desde los abusos dictatoriales y la pobreza extrema que sufrió Corea del Norte durante décadas, hasta el crecimiento económico asombroso pero desigual de Corea del Sur en las últimas décadas, las diferencias en las visiones sobre la amenaza nuclear se han vuelto más agudas. Mientras que algunos surcoreanos ven la amenaza nuclear como una razón válida de temor, otros minimizan el peligro a pesar de las manifestaciones hostiles de su vecino.
La juventud surcoreana se encuentra en una encrucijada. Algunos, como Kim Jae-hyun, un estudiante de derecho de 22 años, sienten un miedo palpable. Kim ha tomado precauciones inusuales, como almacenar un chaleco antibalas y equipo militar, en previsión de un posible conflicto. Su experiencia personal, al servir como soldado en la frontera, le ha dado una perspectiva que muchos de sus compañeros de clase no comparten. “La gente no toma en serio las amenazas que están ahí.
Es como si vieran un cuchillo acercándose, pero nunca piensan que ese cuchillo podría apuñalarlos”, dice, enfatizando la urgencia de ser consciente de los peligros. Por otro lado, existen voces más tranquilizadoras. Shin Na-ri, una estudiante de 34 años de la Universidad de Estudios de Corea del Norte, clasifica su preocupación por la guerra nuclear en un ocho de diez. Ha dedicado su vida al estudio del régimen norcoreano y siente que el peligro es inminente. “Podría suceder en segundos.
Simplemente podríamos volar en pedazos aquí”, afirma, mientras se rodea de libros sobre temas relacionados con Corea del Norte. Para ella, estar preparada es esencial; incluso ha comenzado a acumular suministros de agua y comida enlatada para estar lista en caso de un ataque. A medida que se ahonda en esta problemática, observamos una narrativa más amplia. Muchos surcoreanos interpretan la situación con una mezcla de desdén y resignación. Reverendo Chung Joon-hee, un pastor influyente en Seúl, explica que para la mayoría de las personas, las tensiones con Corea del Norte son simplemente “una realidad”.
“Es como si un pez vive en el agua y no piensa en el agua”, dice, resaltando cómo la humanidad tiende a normalizar incluso las situaciones más adversas. Las encuestas recientes muestran que el 45% de los adultos surcoreanos se preocupa por el programa nuclear de Corea del Norte, mientras que un 30% no siente ese temor. Este último grupo considera que las amenazas son una táctica de negociación por parte de Pyongyang, mientras que otros mantienen una fe inquebrantable en la alianza de Corea del Sur con Estados Unidos. Sin embargo, la incertidumbre persiste. Un incidente notable que contribuyó al desasosiego entre los surcoreanos ocurrió cuando Corea del Norte lanzó un satélite al espacio en noviembre del año pasado.
Este lanzamiento fue visto por muchos en Seúl y Washington como una prueba encubierta de tecnología de misiles de largo alcance, lo que desató alarmas en la población. La reacción no se hizo esperar: Jung Myung-ja, una mujer de 73 años, decidió construir un refugio en su casa, un espacio pequeño donde podría proteger a su familia en caso de un ataque nuclear. “Hoy en día, los medios de comunicación y los expertos hablan de una guerra inminente. Personalmente creo que eso podría suceder de verdad”, asegura Jung. A pesar de esta creciente sensación de temor, hay quienes permanecen apáticos.
Yeon Soo-lee, madre de un joven que acaba de ingresar al servicio militar, expresa su preocupación por la seguridad de su hijo, pero no siente un temor inminente de que estemos al borde de la guerra. “Espero que no le pase nada, pero no me preocupa que esté involucrado en una guerra”, dice con una calma sorprendente. Esta forma de pensar refleja una actitud más optimista en comparación con los escépticos sobre el verdadero riesgo que representa el régimen de Kim Jong-un. El escenario en Corea del Sur es complejo, con un espectro que va desde el miedo absoluto hasta la negación. La narrativa actual está marcada por la incertidumbre y la desconfianza, intercalada con momentos de esperanza.
Para algunos, el desafío es comprender cómo estos sentimientos reflejan una falta de cohesión en la sociedad surcoreana, donde el miedo se enfrenta a la apatía y el nerviosismo a la indiferencia. En un mundo donde la información se propaga rápidamente, el miedo a menudo puede ser intensificado por las redes sociales y los medios de comunicación, que a menudo destacan amenazas inminentes y dramáticas en la vecindad. Sin embargo, al mismo tiempo, la falta de una respuesta clara y concisa de la comunidad internacional hacia Corea del Norte también deja a muchos ciudadanos más confundidos sobre la situación actual y su verdadero grado de peligro. El conflicto de la Península de Corea es uno que no solo se ha limitado a las batallas militares; también se combatirá en la arena de las ideas y la percepción. Por eso, esta polarización en las opiniones sobre la amenaza nuclear refleja algo más profundo: una sociedad en evolución que lucha por reconciliar su aterrador pasado con un futuro incierto.
Con un mundo cada vez más interconectado, la mirada hacia Corea del Norte y su arsenal nuclear no debería limitarse a una región. La división de opiniones en Corea del Sur puede servir como un microcosmos para cómo las naciones lidian con las amenazas nucleares en la actualidad, en una era donde la diplomacia, el miedo y la sensación de seguridad son más frágiles que nunca. Mientras tanto, los surcoreanos continúan navegando por este mar de incertidumbres, cada uno desde su perspectiva, en un mundo donde la paz aún pende de un hilo.