En el vertiginoso mundo de las criptomonedas, donde las figuras emblemáticas como Michael Saylor y grandes instituciones financieras como BlackRock marcan el paso, surge un nuevo protagonista que promete cambiar las reglas del juego: Jack Mallers. Reconocido por su ferviente apoyo al Bitcoin y su papel como evangelista de esta criptomoneda, Mallers es el rostro visible de Twenty One Ventures, una apuesta audaz que busca acumular una impresionante reserva de Bitcoin para revolucionar la gestión de activos en este sector. Jack Mallers no es un nombre nuevo en el ecosistema Bitcoin. Con una trayectoria que se remonta al menos a 2016, ha estado involucrado activamente en proyectos que impulsan la adopción y el uso práctico de Bitcoin, destacando especialmente por ser el creador de Strike, una plataforma de pagos basada en Lightning Network que facilita transacciones rápidas y económicas a nivel global. No solo su experiencia técnica lo distingue, sino también su postura inquebrantable como maximalista de Bitcoin.
Este término, que describe a quienes defienden exclusivamente al Bitcoin frente a otras criptomonedas, define bien la filosofía de Mallers. Él no solo promueve esta moneda digital como el futuro del dinero, sino que también desestima abiertamente a otras criptomonedas como Ethereum, Solana o XRP, considerándolas distracciones o incluso fraudes. Su actitud directa y a veces polémica, como lo evidenció su encuentro con Elon Musk en 2021, lo ha convertido en una figura tanto admirada como cuestionada. Twenty One Ventures, la empresa que lidera, fue creada con la misión explícita de acumular y gestionar una cartera significativa de Bitcoin. Con un objetivo inicial de reunir aproximadamente 42,000 Bitcoins, valorados en torno a 3.
900 millones de dólares, la compañía cuenta con el respaldo de gigantes financieros como Tether, SoftBank y Cantor Fitzgerald. Esta combinación de apoyo institucional y la visión de Mallers sugiere un enfoque agresivo para fortalecer la posición del Bitcoin en el mercado. La estrategia de Twenty One Ventures se basa no solo en la acumulación de Bitcoins sino también en el uso de apalancamiento financiero, incluyendo la emisión de deuda para maximizar su exposición y potencial retorno sobre la inversión. Este enfoque contrasta con el adoptado por Michael Saylor y su empresa MicroStrategy (hoy Strategy), que ha acumulado una cantidad aún mayor de Bitcoin, más de 534,000 unidades valoradas en más de 49 mil millones de dólares, pero con menor uso de apalancamiento. Este dinamismo ha generado opiniones divididas en la comunidad.
Algunos ven en Twenty One Ventures una evolución necesaria, una forma de institucionalizar y profesionalizar aún más la inversión en Bitcoin, facilitando la participación de inversores sofisticados y ampliando la capacidad de compra y retención de esta criptomoneda. Otros, en cambio, advierten que esta tendencia podría alejar al Bitcoin de sus orígenes como un activo descentralizado y autónomo, temiéndose que su gestión bajo estructuras corporativas y deuda pueda generar riesgos adicionales y comprometer la naturaleza misma de la criptomoneda. Además, Mallers ha criticado abiertamente el Bitcoin ETF gestionado por BlackRock, conocido como IBIT, que mantiene activos netos por valor de aproximadamente 48 mil millones de dólares. Según él, este tipo de fondos ofrece una exposición «estática» al Bitcoin, insuficiente para capturar el verdadero potencial de crecimiento que la criptomoneda ofrece. Por el contrario, el uso del apalancamiento y una gestión activa pueden generar mayores retornos, aunque con el correspondiente aumento de riesgos, especialmente dada la volatilidad inherente del mercado de Bitcoin.
La figura de Mallers también está íntimamente ligada a un momento clave en la adopción global del Bitcoin: la integración legal de esta criptomoneda en la economía de El Salvador. Fue él quien facilitó la conexión entre la nación centroamericana y el Bitcoin, colaborando estrechamente con el presidente Nayib Bukele para convertir al Bitcoin en moneda de curso legal en el país. Este evento fue un hito que confirmó no solo el potencial del Bitcoin como reserva de valor y medio de pago sino también el impacto social y económico que puede tener su adopción masiva. Sin embargo, esta visibilidad y apuestas corporativas también han llevado a que parte de la comunidad Bitcoin califique a estos movimientos como «cooptación», argumentando que la esencia revolucionaria y descentralizada de la criptomoneda puede verse empañada por su incorporación en estructuras tradicionales y con entidades con fines de lucro. La historia de Mallers añade otro matiz a su figura.