La Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos (SEC) ha tomado una postura firme respecto a la custodia de criptomonedas por parte de instituciones financieras tradicionales. En un discurso reciente, Paul Munter, contable jefe de la SEC, afirmó que las opiniones del personal de la agencia sobre la polémica norma que limita los servicios de custodia de criptomonedas por parte de los bancos han permanecido inalteradas. Esta determinación ha generado un intenso debate tanto en el ámbito regulatorio como en el sector financiero, donde muchos ven esta regulación como un obstáculo para el crecimiento de las criptomonedas en el sistema bancario estadounidense. La SEC introdujo el Boletín de Contabilidad del Personal No. 121 (SAB 121) en marzo de 2022, estableciendo directrices contables para las instituciones que buscan ofrecer servicios de custodia de criptoactivos.
La norma ha sido calificada como divisiva, en gran medida porque limita la capacidad de los bancos regulados para custodiar activos digitales en nombre de sus clientes. Según la perspectiva de la SEC, las entidades que tienen arreglos de custodia deben reflejar una obligación en su balance, contabilizando un pasivo relacionado con la salvaguarda de los criptoactivos. Munter destacó que, en ausencia de hechos o circunstancias atenuantes específicos, el personal de la SEC considera que es esencial que las instituciones registren un pasivo en sus balances asociados a los criptoactivos que custodian. Este enfoque ha sido criticado por figuras como Nate Geraci, presidente de ETF Store, quien señala que la SEC parece decidida a no permitir que las instituciones financieras reguladas participen en la custodia de criptomonedas. Esta posición podría, argumentan los críticos, limitar la innovación y el desarrollo del mercado de criptomonedas en Estados Unidos, un país que busca mantener su liderazgo en la tecnología financiera.
A pesar de la rigidez de la postura de la SEC, Munter también reconoció que no todas las situaciones contables encajan perfectamente en las directrices establecidas por el SAB 121. Por ejemplo, los bancos que optimizan sus salvaguardias sobre las criptomonedas con medidas de protección contra quiebras podrían no necesitar registrar un pasivo. De igual manera, los corredores de bolsa que facilitan las transacciones de criptomonedas sin controlar las claves criptográficas podrían tener excepciones a esta regla. La SEC es consciente de que el mundo de las criptomonedas y la tecnología blockchain está en constante evolución y que las normas deben adaptarse para reflejar adecuadamente las realidades del mercado. Sin embargo, la agencia ha mantenido una posición cautelosa y ha mostrado resistencia a flexibilizar las regulaciones actuales, a pesar de los llamados de varios sectores para revisar y modernizar las leyes que rigen las criptomonedas.
En el ámbito político, la controversia en torno al SAB 121 ha llevado a un debate inspirado por el creciente interés por parte de los consumidores y las instituciones en las criptomonedas. En mayo de este año, la Cámara de Representantes de EE. UU. votó para anular la controvertida normativa de la SEC. No obstante, el presidente Joe Biden utilizó su poder de veto para mantener la vigencia de las regulaciones, reafirmando así el compromiso de la administración con la vigilancia y regulación de los criptoactivos.
Entre las voces disidentes se encuentra la comisionada de la SEC, Hester Peirce, quien ha expresado su preocupación tanto por la sustancia como por el proceso detrás del SAB 121. Peirce ha sido una defensora de un enfoque más inclusivo y flexible para el tratamiento de los criptoactivos, argumentando que las regulaciones actuales pueden inhibir la innovación en un campo que está en rápida evolución. El debate en torno a la custodia de criptomonedas frente a la normativa existente también tocó aspectos más amplios sobre la cómo los bancos manejan el riesgo, la responsabilidad y la transparencia en un ecosistema que día a día ve crecer su complejidad. Las instituciones financieras deben navegar por un terreno pantanoso de consideraciones legales, éticas y económicas mientras intentan establecer su papel en el nuevo panorama de activos digitales. A medida que las criptomonedas continúan ganando atractivo tanto entre los inversores minoristas como en los círculos institucionales, la pregunta persiste: ¿pueden los bancos integrar efectivamente las criptomonedas en sus servicios sin correr el riesgo de incumplir las regulaciones vigentes? O, por el contrario, ¿las limitaciones impuestas por la SEC ahogarán la capacidad de los bancos para competir en un mercado que ya se encuentra saturado de nuevas tecnologías y alternativas de inversión? Es un dilema que se presenta con cada vez más frecuencia en conferencias y foros dedicados a la tecnología financiera.
La resistencia de la SEC a adoptar un enfoque más permisivo ha sido recibida con ansiedad en sectores que ven el potencial de las criptomonedas para transformar los servicios financieros tradicionales. La esperanza es que con el tiempo, la regulación se adapte a la realidad de un mercado en evolución, facilitando así el crecimiento sin sacrificar la supervisión tanto necesaria. Este impasse entre la regulación y la innovación pone de manifiesto una tensión inherente en el sistema, donde la búsqueda de la seguridad y la estabilidad a veces puede entrar en conflicto con deseos de progreso y agilidad. La SEC ha dejado claro que su objetivo es proteger a los inversores y garantizar que las instituciones permanezcan responsables, pero la forma en que se articule esta protección en el mundo de las criptomonedas seguirá siendo un constructo en evolución, con más debates y decisiones que seguramente se llevarán a cabo en los próximos meses. A medida que el panorama de las criptomonedas sigue cambiando, la atención sobre el enfoque regulador de la SEC probablemente crecerá.
Con voces tanto a favor como en contra del SAB 121, el camino hacia adelante pueda que incluya revisiones a la política actual, adaptaciones estratégicas por parte de las instituciones y una discusión continua sobre el papel que deberían tener los criptoactivos en la economía global. Mientras tanto, todos los ojos estarán puestos en Washington, y en cómo se desarrollarán las nuevas pautas y normativas en un espacio que se avanza con rapidez.