En el vertiginoso mundo de la tecnología y las criptomonedas, pocas iniciativas generan tanto interés —y al mismo tiempo, desconfianza— como Worldcoin, un proyecto liderado por Sam Altman, cofundador de OpenAI. Mientras que muchos conocen a Altman por su trabajo en inteligencia artificial y la creación de ChatGPT, su empeño más reciente y menos publicitado se centra en un ambicioso plan para identificar a los humanos en un futuro cada vez más automatizado y poblado de bots. ¿El método? Un escaneo de iris a través de orbes, dispositivos esféricos del tamaño de una pelota de baloncesto que prometen crear una especie de “pasaporte digital” para la humanidad. La premisa de Worldcoin es tan intrigante como perturbadora. A medida que la inteligencia artificial avanza y se vuelve más sofisticada, se plantea la urgente necesidad de distinguir entre humanos y máquinas en el ámbito digital.
Este desafío se ha vuelto más acuciante con el auge de las tecnologías de inteligencia artificial generativa, que pueden crear contenido indistinguible del producido por humanos. Aunque soluciones como los CAPTCHA han funcionado en el pasado, los bots están comenzando a superar estas barreras. Aquí es donde entra en juego Worldcoin. El proyecto, que ha atraído la atención y el financiamiento de gigantes del capital de riesgo como Andreessen Horowitz, se basa en la idea de que el iris humano es un rasgo biométrico altamente único y difícil de replicar. Al escanear el iris de una persona, el orb convierte la imagen en un código numérico que se utiliza como parte de una identificación digital, denominada World ID.
Según Worldcoin, este enfoque no solo mejoraría la identidad en línea, sino que también podría sentar las bases para un sistema de ingreso básico universal en el que cada persona reciba una asignación de su criptomoneda, Worldcoin. La visión de Altman y su equipo es audaz: imaginar un mundo donde la economía global, alterada por la inteligencia artificial general (AGI), permita a las personas vivir sin preocupaciones monetarias, mientras que, al mismo tiempo, se protegen de las amenazas que puedan surgir de la automatización y de la competencia con bots inteligentes. En una entrevista reciente, Alex Blania, cofundador y CEO de Worldcoin, explicó que su misión va más allá de la creación de un sistema de identificación; busca diseñar un futuro donde la humanidad tenga un papel esencial en la economía digital, a pesar de los avances tecnológicos. Sin embargo, el enfoque de Worldcoin no ha estado exento de controversia. A pesar de su promesa, el uso de escaneos de iris plantea serias preguntas sobre la privacidad y la seguridad de los datos.
Aunque Blania aseguró que las imágenes del iris no se almacenan y se eliminan inmediatamente después de la verificación, la desconfianza persiste en un mundo donde las brechas de seguridad y los abusos de datos son moneda corriente. Muchos críticos ven el proyecto como un posible paso hacia un sistema de vigilancia global disfrazado de avance tecnológico. En términos de implementación, Worldcoin ha dado algunos pasos significativos; ya ha comenzado a llevar sus orbes a diversas ciudades del mundo, ofreciendo escaneos gratuitos para quienes deseen obtener un World ID. Sin embargo, no todas las noticias han sido positivas. La empresa ha enfrentado desafíos regulatorios en varios países: España bloqueó su operación, y en Hong Kong sufrió una redada en sus oficinas, lo que evidencia la resistencia que el proyecto enfrenta también a nivel gubernamental.
En un mundo donde la información se mueve rápidamente y las preocupaciones sobre la privacidad son cada vez más apremiantes, Blania reconoce la necesidad de fomentar un diálogo con los gobiernos antes de entrar en cualquier mercado. “Hemos aprendido a comunicarnos mejor con las autoridades. Ahora, antes de lanzarnos a un país, nos aseguramos de tener conversaciones extensas con el gobierno local”, ha dicho. Este enfoque proactivo podría ser transversal para que Worldcoin logre el permiso para operar en otras regiones sin los obstáculos que ya ha enfrentado. A pesar de las críticas y los temores, los defensores del proyecto argumentan que no es muy diferente de otras tecnologías que han logrado integrarse en la vida cotidiana, como el reconocimiento facial en smartphones.
Se plantea que, en un futuro no muy lejano, la idea de escanear el iris para acceder a servicios digitales o recibir ingresos no resulte tan impactante. Con el tiempo, quienes ahora se muestran escépticos podrían considerar que se trata simplemente de una nueva herramienta para interactuar con el mundo digital. Uno de los puntos que Blania subraya es que la necesidad de una verificación de la “humanidad” en línea será, inevitablemente, una parte esencial del futuro digital. Con un número creciente de bots que participan en la economía digital, la capacidad de distinguir a las personas de las máquinas se vuelve más crucial. En sus palabras, la llegada de la inteligencia artificial generativa ha transformado la forma en que interactuamos en línea y es imperativo establecer métodos que permitan a los usuarios validar su identidad de manera confiable.
En la comunidad tecnológica, muchos observan con curiosidad, aunque cautela, el desarrollo de Worldcoin y su visión de cómo la tecnología biométrica puede redefinir la identidad. El escaneo de iris podría representar la primera fase de un cambio mayor hacia un sistema en el que los humanos no solo tengan una identidad digital, sino que también sean propietarios de una parte de la economía criptográfica fruto de esta era cambiante. Sin embargo, la ambición de Altman y su equipo no es solo económica; se trata de construir una infraestructura que, según ellos, apoye a todos los humanos en un futuro donde la inteligencia artificial podría potencialmente abrumar los roles tradicionales de trabajo y búsqueda de ingresos. A medida que se desarrollan las conversaciones sobre ingresos básicos universales y la reestructuración del trabajo a lo largo y ancho del mundo, la idea de que todos podamos formar parte de ese cambio, con el respaldo de una identidad digital segura, es un atractivo que podría contribuir a asegurar una participación más equitativa en una economía que está evolucionando rápidamente. Por el momento, el futuro de Worldcoin está lleno de incertidumbre, tanto rotunda como emocionante.
Las aspiraciones de construir un sistema universal de identidad y una economía inclusiva chocan con las preocupaciones sobre la privacidad y la ética. Sin embargo, a medida que la tecnología avanza y las ansiedades sobre el futuro se exacerban, solo el tiempo dirá si este audaz intento de integrar el escaneo de iris con un ecosistema económico tiene lo que se necesita para navegar en un mundo donde humanos y máquinas coexisten cada vez más. El debate apenas comienza, y será fascinante observar cómo se desenvuelven los acontecimientos en esta narrativa en constante evolución.