La revolución tecnológica que han supuesto las criptomonedas y los activos digitales en la última década se encuentra en un momento crucial donde la regulación juega un papel fundamental para su evolución. En Estados Unidos, uno de los mercados más relevantes a nivel global, la falta de normas claras dentro del marco regulatorios genera situaciones comparables a un juego infantil conocido como “el piso es lava”. Esta metáfora fue utilizada por Hester Peirce, comisionada de la Comisión de Bolsa y Valores estadounidense (SEC), para ilustrar la difícil realidad que enfrentan las empresas financieras que buscan operar en el sector cripto. La expresión sugiere que los actores regulados deben evitar el contacto directo con los activos digitales, considerados como un terreno peligroso debido a la ausencia de reglas definitivas, mientras intentan mantener sus operaciones a flote. El paralelo con el famoso juego infantil es muy ilustrativo: quienes participan deben saltar de un espacio a otro sin tocar el suelo, que aquí se representa como “la lava”.
En términos regulatorios, esta lava es la falta de claridad, la interpretación ambigua de las leyes y la incertidumbre sobre qué actividades pueden considerarse legales o ilegales bajo la supervisión de la SEC. Para las compañías registradas ante este organismo, esta situación implica un camino poco iluminado, en el que cada movimiento debe ser calculado con extremo cuidado para evitar sanciones y mantener el cumplimiento. Durante una mesa redonda organizada por la SEC y enfocada en la custodia de activos digitales, Peirce enfatizó que actualmente el sector financiero estadounidense opera en un espacio regulatorio deficiente, donde los derechos que tradicionalmente se tienen en el mundo de los activos financieros tradicionales, como la capacidad de votar o participar en actividades de staking, pueden estar sujetos a violaciones regulatorias si no se ejecutan con cautela. Esta situación limita la innovación y la adopción masiva de las tecnologías basadas en blockchain y activos tokenizados. Uno de los problemas más críticos radica en la definición imprecisa sobre cuáles criptoactivos califican como valores o securities.
La controversia sobre esta clasificación afecta directamente a cómo los custodios y empresas pueden manejar estos activos. Las reglas existentes parecen diseñadas para activos tradicionales, y la llegada de nuevos instrumentos digitales ha dejado un vacío legal que dificulta la operación fluida del mercado. Ante esta realidad, muchos asesores financieros y gestores de activos se encuentran en una verdadera encrucijada al intentar guiar a sus clientes en inversiones cripto sin infringir normas regulatorias inadvertidamente. Además, la escasez de custodios calificados para criptomonedas resulta preocupante. El acceso a entidades de custodia confiables y reguladas es fundamental para la confianza del inversor y la estabilidad del mercado, pero las restricciones actuales impiden que muchos actores puedan ofrecer estos servicios sin riesgos legales significativos.
La propuesta de permitir que compañías estatales con licencia tipo “trust” puedan fungir como custodios de activos digitales abre una puerta hacia posibles soluciones regulatorias que faciliten la integración de cripto en el sistema financiero tradicional. El comisionado Mark Uyeda ha subrayado la importancia de esta cuestión, señalando que sin opciones legales viables para la custodia, será complicado lograr un mercado robusto y funcional. La seguridad y la claridad en estas áreas son bases indispensables para fomentar un ecosistema confiable. Paralelamente, el nuevo presidente de la SEC, Paul Atkins, ha expresado entusiasmo por la tecnología blockchain, destacando sus beneficios inherentes tales como un aumento en la eficiencia, una mejor gestión de riesgos, mayor transparencia y reducción de costos operativos. El cambio en el liderazgo del organismo regulador ha sido interpretado por muchos como una señal positiva para una regulación más racional, práctica y adaptada a las particularidades del sector digital.
Atkins también ha señalado que una de sus prioridades es proporcionar “reglas claras del camino” para los activos digitales, reconociendo que los marcos regulatorios implementados bajo anteriores presidencias generaron incertidumbre y obstáculos para la innovación. Esta visión apunta a la necesidad de construir “pasarelas” seguras, accesibles y bien definidas para que los participantes del mercado puedan operar sin miedo a infringir normativas o a sufrir sanciones inesperadas. La imagen propuesta por Peirce de “encender las luces” y crear senderos sobre la lava captura perfectamente el deseo de muchos actores del ecosistema financiero y tecnológico de contar con un marco transparente y estable. Pero más allá del debate institucional, la regulación cripto en Estados Unidos tiene un impacto tangible en la economía y en los miles de inversores y startups que buscan negocio en este sector. La inseguridad legal genera una especie de “efecto congelante” que frena la inversión, la creación de nuevos productos y servicios, y a la vez limita el potencial disruptivo que la tecnología blockchain puede ofrecer en términos de inclusión financiera, trazabilidad y autonomía.
En el contexto global, Estados Unidos enfrenta una competencia creciente de otros países que han adoptado posturas reguladoras más claras y proactivas. Países como Suiza, Singapur y algunos miembros de la Unión Europea han avanzado en la construcción de marcos normativos que alientan la innovación sin sacrificar la protección del consumidor. Esto puede representar una desventaja para el mercado estadounidense si no se acelera la elaboración de normativas adaptadas a la realidad digital y descentralizada. Ante esta complejidad, expertos abogan por una regulación basada en principios y no en reglas estrictas, buscando un equilibrio entre la seguridad jurídica y la flexibilidad necesaria para que la industria evolucione. Se proponen enfoques que reconozcan las particularidades de los activos digitales, su tecnología subyacente y el carácter global de sus mercados.
El avance de nuevas soluciones como las compañías de custodia con permisos especializados, la creación de estándares tecnológicos uniformes y el diálogo constante entre reguladores, empresas y usuarios serán fundamentales para crear un ecosistema sólido. Además, la educación y la transparencia serán piezas clave para que los inversores comprendan mejor los riesgos y oportunidades en el espacio cripto. La metáfora del “piso es lava en la oscuridad” utilizada por Hester Peirce será recordada como una imagen emblemática de la etapa actual del mercado cripto estadounidense. Refleja la necesidad urgente de una iluminación normativa que permita que los jugadores del mercado caminen con confianza, construyan puentes y disfruten de la seguridad suficiente para desplegar todo su potencial. En conclusión, la regulación de los activos digitales en Estados Unidos se encuentra en un punto crítico.
El reconocimiento por parte de líderes regulatorios sobre los retos y las oportunidades abre la puerta a un proceso de transformación destinada a generar mayor claridad, confianza y competitividad. La labor consistirá en aprender a unir las demandas del mundo tradicional con las innovaciones tecnológicas emergentes para construir un futuro financiero más inclusivo, transparente y eficiente. Sin duda, la luz al final del túnel en la banca digital está cada vez más cerca, y el juego cripto podrá jugarse con guías claras y seguras para todos.