El Reino Unido continúa su compromiso para reducir los niveles de obesidad y mejorar la salud pública mediante un ambicioso plan para reformar el impuesto al azúcar aplicado a las bebidas. Introducido en 2018 bajo el nombre de Soft Drinks Industry Levy (SDIL), este impuesto ha buscado desincentivar el consumo de bebidas con altos niveles de azúcar y ha impulsado a los fabricantes a reformular sus productos para adaptar el contenido azucarino a parámetros más saludables. Ahora, el Gobierno británico ha abierto una consulta pública para ampliar el alcance del impuesto, incluyendo nuevas categorías de productos y modificando los umbrales de azúcar para su aplicación. Actualmente, el SDIL grava con una tasa elevada de 24 peniques por litro (aproximadamente 30 centavos de euro) a las bebidas que contienen 8 gramos o más de azúcar por cada 100 mililitros. Para las bebidas con una cantidad moderada de azúcar (entre 5 y 7.
9 gramos por cada 100 mililitros), la tasa es menor, establecida en 18 peniques por litro. Las bebidas con contenido menor a 5 gramos de azúcar por 100 mililitros han estado exentas de este impuesto. En el marco de la nueva propuesta, el Gobierno busca reducir el umbral mínimo para aplicar la tasa baja, bajándolo de 5 gramos por 100 mililitros a 4 gramos, con el fin de capturar más productos dentro del impuesto y fomentar una reducción adicional en el consumo de azúcar. Significativamente, la consulta también sugiere la eliminación de la exención para bebidas a base de leche y sus sustitutos, como las leches vegetales hechas a partir de avena o arroz, siempre y cuando contengan azúcares añadidos que superen los naturalmente presentes en su ingredientes principales. Para estas bebidas lácteas, se establecerá un mecanismo conocido como "permiso por lactosa", que no penalizará los azúcares naturales que aporta la leche, reconociendo que estos tienen un perfil diferente al azúcar añadido y no contribuyen de la misma forma a los riesgos asociados con el consumo excesivo de azúcares libres.
Esta medida busca equilibrar la necesidad de gravar las bebidas que puedan tener un alto contenido de azúcar agregado, sin desalentar el consumo de nutrientes presentes en la leche. El impacto que estas medidas tendrán en la industria de bebidas es objeto de debate. La Federación de Alimentos y Bebidas ha expresado preocupación, destacando que los fabricantes ya han invertido significativamente en reducir el azúcar en sus productos durante los últimos cinco años, incluyendo a las bebidas lácteas, y que enfrentan actualmente una serie de presiones económicas como la inflación, aumento de los costos de materias primas y nuevas tarifas comerciales. Desde esta perspectiva, una modificación en las reglas podría dificultar la estabilidad de la industria y su capacidad para continuar innovando y ofreciendo opciones saludables en el mercado. Asimismo, la Asociación Británica de Bebidas Refrescantes (BSDA) ha calificado los cambios como innecesarios y contraproducentes.
Un portavoz de la organización enfatizó que más del 70% de las bebidas consumidas en el Reino Unido actualmente contienen poco o ningún azúcar y resaltó que entre 2015 y 2024 se han retirado cerca de 750 millones de kilogramos de azúcar de las bebidas. Esta reducción se atribuye en gran medida a la reforma del impuesto y a las inversiones de las empresas para cumplir con las regulaciones existentes y satisfacer la demanda de los consumidores por opciones más saludables. Además, la BSDA subrayó que sus miembros atraviesan tiempos económicamente difíciles debido a la inflación récord, incrementos en las contribuciones al Seguro Nacional y el aumento en los precios de los ingredientes. Según la asociación, cambiar el umbral del impuesto podría agregar un peso adicional que afectaría negativamente la capacidad de las empresas para crecer y generar empleo en el sector. El Gobierno, por su parte, subraya que la ampliación del impuesto es una continuación de su enfoque en la salud pública, buscando fomentar hábitos de consumo más saludables y combatir las tasas crecientes de obesidad y enfermedades relacionadas con el consumo excesivo de azúcares, como la diabetes tipo 2 y problemas cardíacos.
Al involucrar a un abanico más amplio de productos, se espera que los consumidores sean incentivados a optar por bebidas con menor contenido de azúcar o sin azúcar añadido, y que los fabricantes continúen con las reformulaciones y ofertas innovadoras que contribuyan a mejorar la calidad nutricional de sus productos. Este enfoque también responde a recomendaciones de expertos en salud y organizaciones internacionales que han señalado la importancia de gravar no solo las bebidas tradicionales azucaradas, sino también aquellas que, aunque exentas hasta ahora, pueden contener niveles significativos de azúcares añadidos, como las leches vegetales aromatizadas o enriquecidas. Uno de los aspectos clave de la propuesta es equilibrar la protección de la industria con la necesidad de avanzar en objetivos de salud pública. Para ello, el Gobierno ha abierto una consulta pública donde se invita a múltiples actores, incluidos fabricantes, minoristas, consumidores y expertos en salud, a debatir los posibles efectos, beneficios y desafíos de la reforma del impuesto. A través de este proceso, se buscará identificar el diseño más efectivo y equilibrado de la política para impulsar la reducción del azúcar sin afectar negativamente la economía del sector.
En cuanto al impacto esperado, los estudios realizados a lo largo de los años han mostrado que desde la implementación original del impuesto en 2018, el consumo de bebidas azucaradas ha disminuido notablemente en el Reino Unido. Muchas compañías han reformulado sus productos para reducir el azúcar y así evitar o minimizar la tasa impositiva, lo que ha resultado en una disminución en la ingesta promedio de azúcar proveniente de bebidas. La ampliación de los criterios podría acelerar esta tendencia, aunque las reacciones del sector económico y del público serán determinantes para evaluar su éxito. Es importante destacar que las bebidas azucaradas representan solo una parte del consumo total de azúcar en la dieta, pero debido a la facilidad con que se pueden sustituir por opciones más saludables, los impuestos dirigidos a este sector son considerados por los expertos como una herramienta eficaz y de impacto considerable en la salud pública. De incluir definitivamente las bebidas lácteas y sus sustitutos en el alcance del impuesto, los fabricantes de estos productos tendrán que reconsiderar sus fórmulas para atender las nuevas regulaciones.
Esto podría traer innovaciones en el mercado de productos lácteos y vegetales, incentivando la reducción del azúcar añadido y la promoción de alternativas más saludables, como bebidas con edulcorantes naturales o fórmulas con menor contenido calórico. Desde el punto de vista del consumidor, la ampliación del impuesto puede traducirse en cambios en los precios de las bebidas afectadas. Pese a que algunos temen que esto pueda generar un impacto económico para ciertos sectores de la población, la evidencia sugiere que la mejora en la salud y la reducción de enfermedades relacionadas con el consumo excesivo de azúcar pueden traducirse en beneficios a largo plazo para la sociedad y el sistema de salud pública. El impulso por parte del Reino Unido a la revisión y ampliación del impuesto al azúcar también se inscribe en un contexto global donde muchos países están evaluando y ajustando sus políticas fiscales sobre productos azucarados y alimentos ultraprocesados para frenar la epidemia de obesidad y promover estilos de vida más saludables. Finalmente, esta iniciativa representa un paso adelante en la lucha contra la obesidad y los problemas derivados del consumo excesivo de azúcar, reforzando el papel del sector público como motor de cambios estructurales en la alimentación y la industria alimentaria.
El equilibrio entre incentivar la salud pública, permitir la innovación empresarial y garantizar la viabilidad económica será clave para el éxito de esta política en el Reino Unido en los próximos años.
