HURACÁN MILTON: UN DESASTRE EN LA COSTA DE FLORIDA El huracán Milton, que se formó rápidamente en el Golfo de México, ha dejado una estela de destrucción a su paso por la costa de Florida. El fenómeno meteorológico, que inicialmente fue clasificado como una tormenta tropical, escaló a la categoría 5 en cuestión de horas, convirtiéndose en uno de los huracanes más poderosos que se hayan registrado en la historia del Atlántico. Con vientos que alcanzaron hasta 282 km/h, Milton ha demostrado ser una fuerza imparable, causando daños devastadores y múltiples pérdidas de vida, especialmente en el condado de St. Lucie. El 10 de octubre de 2024, las primeras señales de la llegada de Milton se comenzaron a sentir en la costa oeste de Florida.
La gente se apresuró a evacuar las áreas de riesgo, pero algunos, impulsados por una mezcla de incredulidad y desafío, decidieron quedase. Imágenes de calles inundadas y edificios destruidos comenzaron a circular en las redes sociales, mostrando la magnitud del desastre que se avecinaba. A medida que el huracán se acercaba, los funcionarios locales emitieron advertencias urgentes, instando a los residentes a buscar refugio. La situación se tornó crítica cuando el huracán hizo oficialmente su aterrizaje cerca de Siesta Key, siendo el momento en que la calma del ojo del huracán se mezcló con ráfagas de viento peligrosas. Se registraron al menos 125 viviendas destruidas antes de que la tormenta llegara a su punto álgido, la mayoría de estas viviendas eran casas móviles ubicadas en comunidades para personas mayores.
A medida que la presión de la tormenta aumentaba, también lo hacía el número de evacuados y los testimonios desgarradores de quienes habían perdido todo. A las 5:18 p.m., las autoridades comenzaron operaciones de búsqueda y rescate después de que se reportaran muertes en un hogar de retiro en el condado de St. Lucie.
Las cifras de muertes comenzaron a aumentar a medida que se conocía la magnitud del desastre. Familias desoladas y comunidades enteras se unieron en un esfuerzo por encontrar a sus seres queridos, mientras que los equipos de emergencia luchaban contra las condiciones extremas para llevar ayuda a las zonas más afectadas. La ciudad de St. Petersburg, que estaba en la trayectoria directa de Milton, se enfrentó a la cruda realidad de los efectos del huracán. Más de 250,000 personas se quedaron sin acceso a agua potable, y se instalaron refugios de emergencia con un número creciente de evacuatarios.
Las autoridades describieron la situación como "desesperada", y el temor a un aumento en el número de muertes se volvió palpable. Los destrozos comenzaron a ser evidentes; autos volcados, techos arrancados y calles completamente inundadas se convirtieron en la nueva realidad. Los meteorólogos no se habían equivocado al anticipar que la mayor amenaza de Milton sería la tormenta de marejada, que podría alcanzar alturas de hasta cuatro metros en algunas áreas. Dr. Michael Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes, advirtió que la inundación sería "una amenaza para la vida", haciendo eco de las advertencias que se habían hecho días antes de la llegada de la tormenta.
Muchas personas habían ignorado estas advertencias a pesar de las súplicas de las autoridades. En Tampa, los residentes se preparaban para lo peor, enfrentando no solo la inminente llegada de Milton, sino también la presión psicológica de recordar la reciente devastación que había causado el huracán Helene. Algunas comunidades aún se estaban recuperando cuando se reveló la tormenta. El caos predominante en el ambiente se acentuó aún más cuando se supo que al menos siete tornados habían tocado tierra, generando más destrucción al margen de los vientos huracanados. Las redes sociales se llenaron de relatos de valentía y resolución.
Una de las historias más destacadas fue la de Joseph Malinowski, conocido como "el teniente Dan", un hombre que decidió no dejar su barco en Tampa Bay a pesar de las advertencias de las autoridades. Su actitud desafiante rápidamente se hizo viral, convirtiéndose en un símbolo de la terquedad humana ante la naturaleza. Sin embargo, tanto él como otros residentes que ignoraron las órdenes de evacuación pronto tuvieron que enfrentar las consecuencias de su decisión. A medida que pasaban las horas, la tormenta comenzó a debilitarse ligeramente al ser catalogada como un huracán de categoría 3, pero la devastación que dejó a su paso fue monumental. La comunidad de St.
Lucie se vio especialmente afectada, con muchos hogares destruidos y al menos 10 muertes confirmadas. La llegada ayuda se tornaba complicada debido a las condiciones caóticas, y se necesitaba con urgencia la reparación de los servicios básicos. Las imágenes de los daños fueron impactantes. Casas enteras quedaron arrasadas, y los escombros se acumulaban en las calles. Algunos residentes contemplaban la pérdida de sus hogares y el futuro incierto que les esperaba.
El incremento en la necesidad de asistencia humanitaria se volvió crítico, mientras que los grupos comunitarios comenzaron a organizarse para proporcionar comida, agua y refugio a quienes lo habían perdido todo. La respuesta federal y estatal a la crisis comenzó de inmediato. El Gobernador Ron DeSantis anunció que se habían desplegado miles de miembros de la Guardia Nacional y trabajadores de servicios públicos para restaurar el orden en las áreas más afectadas. Las ciudades afectadas lamentaban no solo la pérdida de vidas, sino también la pérdida de infraestructura que podría llevar años recuperar. La catástrofe del huracán Milton plantea varios interrogantes sobre cómo responder mejor a los desastres naturales en el futuro.