Con cada año que pasa, la investigación sobre la demencia avanza a pasos agigantados, ofreciendo esperanzas y nuevos conocimientos sobre esta compleja enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo. En un reciente informe publicado en la revista The Lancet, un grupo de científicos ha identificado dos nuevos factores de riesgo modificables que pueden influir en el desarrollo de la demencia: el colesterol alto después de los 40 años y la pérdida de visión no tratada. Estos hallazgos aportan un nuevo enfoque a la lucha contra la demencia y subrayan la importancia de la prevención a través de cambios en el estilo de vida y el cuidado médico. Durante años, la investigación sobre la demencia se ha centrado en factores de riesgo conocidos como la falta de actividad física, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la contaminación del aire y el aislamiento social. Hasta ahora, los investigadores habían identificado 12 factores de riesgo modificables que contribuyen al desarrollo de la demencia, como la obesidad, la hipertensión y la diabetes.
Sin embargo, con el informe más reciente, se suman dos aspectos adicionales que requieren atención: el colesterol alto y la pérdida de visión. Los estudios realizados por el equipo de investigadores de The Lancet analizaron un total de 41 documentos, 14 de ellos relacionados con la pérdida de visión y 27 enfocados en el colesterol alto. Los resultados indican que estos factores, junto con los ya existentes, representan alrededor del 49% de los casos de demencia a nivel global. Según expertos en neurología, estos nuevos hallazgos tienen sentido, ya que muchos de estos factores están interrelacionados. El Dr.
Arman Fesharaki-Zadeh, un neurólogo conductual y neuropsiquiatra de Yale Medicine, comenta que hay múltiples causas para la pérdida de visión, que a menudo son más frecuentes en individuos con factores de riesgo metabólicos como la hipertensión, la diabetes mal controlada y el colesterol alto. La visión es uno de nuestros sentidos primarios y, cuando se ve comprometida, las personas tienden a participar menos en actividades estimulantes para el cerebro, como leer, resolver acertijos o interactuar socialmente. Estas actividades, a su vez, son esenciales para mantener la salud cognitiva. Por otro lado, el colesterol LDL, conocido como colesterol malo, puede provocar que los vasos sanguíneos del corazón y el cerebro se endurezcan. La hipertensión y la diabetes también tienen un efecto similar en los vasos sanguíneos, lo que complica aún más el flujo de oxígeno al cerebro.
Con el tiempo, esto puede llevar a un daño neuronal, ya que la demencia es, en esencia, un proceso neurodegenerativo que resulta de la muerte de neuronas. El Dr. Fesharaki-Zadeh enfatiza que la salud del corazón y la salud del cerebro están indudablemente conectadas. Esta conexión subraya la importancia de realizar revisiones médicas periódicas y de trabajar con un equipo médico que incluya a un médico de atención primaria, así como a especialistas en cardiología y neurología. La colaboración entre estos profesionales permite a los pacientes controlar los factores de riesgo, ya sea a través de medicamentos, dieta o ejercicio.
La prevención es clave, y los expertos recomiendan iniciar cambios en el estilo de vida lo antes posible, especialmente en la mediana edad. Si bien se estima que hasta un 40% de los casos de demencia pueden ser prevenidos, es crucial que incluso aquellos que ya han sido diagnosticados con déficits cognitivos gestionen estos factores de riesgo para lograr un mejor pronóstico. Las investigaciones demuestran que las personas con demencia que no presentan enfermedades metabólicas tienden a experimentar un progreso más lento en sus síntomas en comparación con aquellos que sí las tienen. En este contexto, los cambios en el estilo de vida se convierten en una herramienta poderosa en la lucha contra la demencia. Practicar una actividad física regular, mantener una dieta equilibrada, evitar el tabaco y el alcohol en exceso, y realizar chequeos médicos de manera regular son pasos importantes que pueden tener un impacto significativo en la salud cerebral.
Además, abordar la pérdida de visión mediante cirugía o tratamiento médico es esencial para promover la salud cognitiva general. Otra parte fundamental de esta discusión es la importancia del diagnóstico temprano y la intervención. Existen pruebas que pueden detectar signos tempranos de neurodegeneración y marcadores genéticos de la enfermedad que ayudan a establecer un plan de acción preventivo. Un médico de atención primaria debe ser el primero en guiar a los pacientes hacia estas pruebas y brindarles opciones efectivas. El informe de The Lancet es un recordatorio de que el camino hacia la salud cognitiva está lleno de decisiones informadas.
A medida que la ciencia avanza, se vuelve cada vez más evidente que los hábitos de vida que elegimos a lo largo de nuestra vida afectarán nuestra salud cerebral en la vejez. De hecho, la plasticidad de nuestro cerebro significa que nunca es tarde para realizar cambios positivos. Ya sea que una persona tenga 30 años o sea un octogenario, siempre hay oportunidades para mejorar la calidad de vida y, potencialmente, reducir el riesgo de desarrollar demencia. Los nuevos hallazgos sobre el colesterol y la pérdida de visión añaden una dimensión valiosa a las discusiones sobre la demencia y enfatizan la importancia de un enfoque integral en la atención médica. A medida que la población mundial envejece y la demencia se convierte en una preocupación más significativa, priorizar la investigación y la educación en salud será esencial para empoderar a las personas a tomar decisiones que beneficien su bienestar cognitivo.
Finalmente, el camino hacia un futuro sin demencia podría estar más cerca de lo que pensamos, siempre que estemos dispuestos a aprender de la ciencia y a tomar decisiones proactivas sobre nuestra salud. La responsabilidad recae no solo en los profesionales de la salud, sino también en cada uno de nosotros. Con información, determinación y la voluntad de cambiar, podemos trabajar juntos para impulsar un cambio positivo en la salud cognitiva global.