Conor McGregor, la figura del UFC mundialmente conocida, ha vuelto a captar la atención pública, esta vez por motivos políticos y no deportivos. En una entrevista reciente con Tucker Carlson, el presentador estadounidense de ideologías conservadoras, McGregor lanzó declaraciones contundentes contra el Estado irlandés, acusándolo de llevar a cabo lo que él denominó una “genocidio” contra el pueblo irlandés. Esta acusación no solo sorprendió por su radicalidad, sino también por el contexto en el que se dio, en primer lugar, el propio diálogo con Carlson y, segundo, la reafirmación de McGregor sobre su deseo de postularse para la presidencia de Irlanda. La conversación, que tuvo lugar en Dublín y fue transmitida el viernes 18 de abril de 2025, ha generado un intenso debate tanto en Irlanda como en el exterior. Durante la extensa entrevista, McGregor sostuvo que el gobierno irlandés utiliza tácticas coercitivas para impedir que él avance en sus ambiciones políticas.
Sin aportar pruebas concretas, afirmó que el sistema político está bloqueando su candidatura presidencial con métodos que describió como intimidación directa y desvío de la atención pública mediante la manipulación de fondos estatales para favorecer intereses privados. Para McGregor, dichas acciones buscan alterar la opinión pública y controlar la narrativa de los asuntos nacionales, mientras ignoran las verdaderas problemáticas que enfrentan los ciudadanos irlandeses, según su perspectiva. Uno de los temas que más enfatizó fue la cuestión migratoria, un asunto que resuena con especial fuerza en Europa. McGregor alegó que la inmigración está provocando que los irlandeses se sientan como ciudadanos de tercera clase en su propio país, una frase que ha generado críticas por su carga polémica y falta de evidencia. Según él, la política inmigratoria no solo afecta la cohesión social, sino que atenta contra la identidad cultural y nacional, concepto que vinculó con una supuesta “intención de borrar al pueblo irlandés.
” Desde su punto de vista, estos hechos constituyen más que una simple cuestión demográfica: representan un intento consciente de “genocidio” cultural y social, palabras que elevan considerablemente la intensidad de sus acusaciones. En la entrevista también se tocó el tema de su reciente visita a la Casa Blanca, donde se reunió con el expresidente estadounidense Donald Trump durante las celebraciones del Día de San Patricio. Este encuentro fue fuertemente criticado por varios líderes políticos de Irlanda, quienes manifestaron que McGregor no representa al pueblo ni a las instituciones del país. Sin embargo, McGregor defendió su postura y reiteró su apoyo a las políticas anti-inmigración promovidas por Trump, destacando que ve en esas medidas un modelo para proteger la identidad nacional y la seguridad ciudadana de Irlanda. Respecto a los posibles riesgos o represalias por su activismo político, McGregor afirmó no temer a las posibles acciones del gobierno.
Expresó confianza en que su misión está amparada por valores superiores y la justicia de su causa, mencionando a Dios como su guía en esta misión. Este punto muestra la apuesta personal y hasta espiritual que McGregor proyecta en su eventual ofensiva política. No obstante, la figura pública del exdeportista también está marcada por controversias personales. McGregor ha sido declarado responsable en un caso civil por agresión sexual y ha sido condenado por agredir a un hombre en un pub en Dublín. Estas informaciones generan un fuerte debate sobre la idoneidad de alguien con su historial para ocupar un cargo político de alta responsabilidad.
Aun así, él se presenta como un defensor firme de la seguridad nacional, asegurando que la actual situación es insostenible y que el país está “invadido” y en riesgo. El discurso nacionalista y de defensa de la soberanía que ha adoptado McGregor recuerda modelos similares de política de derecha dura que han surgido en distintas partes del mundo. Sin embargo, su enfoque particular, teñido del carácter mediático que siempre ha mantenido como figura deportiva, ha creado tensiones internas en Irlanda. Sectores políticos y sociales lamentan que su discurso alimente la división y un clima de desconfianza, en lugar de promover soluciones pragmáticas a los problemas que enfrenta el país. Más allá de las controversias, el interés por la candidatura de McGregor refleja un fenómeno creciente donde figuras externas a la política tradicional buscan ingresar al escenario político utilizando su popularidad mediática y apelando a segmentos de la población descontentos con el sistema vigente.
La combinación de críticas duras al gobierno y la autoproclamación de protector del pueblo nacional le otorgan un atractivo para quienes sienten que sus problemas no están siendo atendidos. Algunos analistas también señalan que el apoyo mostrado por Tucker Carlson en Estados Unidos, conocida figura del ala derecha, busca proyectar una alianza ideológica que trasciende fronteras y pretende capitalizar movimientos nativistas y populistas con mensajes similares. En este sentido, la entrevista puede ser interpretada como un esfuerzo por internacionalizar la figura de McGregor y situarla en un contexto global de tensiones políticas y culturales. En conclusión, la entrevista de Conor McGregor con Tucker Carlson ha resultado en uno de los episodios más polémicos en la relación entre la figura pública del UFC y la política irlandesa. Sus afirmaciones fuertes, que incluyen denuncias sin evidencias comprobables sobre una supuesta destrucción del pueblo irlandés a través de la inmigración y maniobras gubernamentales, han generado una discusión intensa sobre la dirección del país y sobre lo que representa realmente la democracia en Irlanda hoy.
Mientras McGregor persista en sus planes presidenciales, el debate sobre el papel de las celebridades en la política y la importancia de la responsabilidad y la verdad en el discurso público será cada vez más relevante para el futuro de la nación.