Los bancos no están preparados para la próxima crisis financiera, advierte un nuevo informe En un contexto global que parece más incierto que nunca, un reciente informe de la organización no gubernamental Finance Watch ha causado un revuelo en el ámbito financiero. La advertencia es clara y alarmante: los bancos no están suficientemente preparados para enfrentar una nueva crisis financiera. A medida que la memoria del colapso de 2008 se desvanece, la falta de acción de los reguladores plantea serios riesgos para la estabilidad económica mundial. El informe, publicado a fines de septiembre de 2024, insta a los responsables de políticas de la Unión Europea (UE) a tomar medidas decisivas para fortalecer las bases del sistema financiero. Según Finance Watch, la lección más importante de la crisis anterior ha sido olvidada, mientras que el mundo financiero enfrenta nuevos desafíos que podrían desatar una tormenta perfecta.
La advertencia llega en un momento en que la cooperación global parece haber sido reemplazada por una peligrosa competencia entre las jurisdicciones. Uno de los principales focos del informe es la falta de progreso en la implementación de Basilea III, un conjunto de regulaciones diseñado para proteger a los bancos y así salvaguardar la economía de futuras crisis. Este acuerdo se creó como respuesta a la crisis financiera de 2008, y busca garantizar que los bancos mantengan suficientes reservas de capital y liquidez para hacer frente a situaciones de emergencia. Sin embargo, a pesar de su importancia, la ONG señala que muchas jurisdicciones, incluida la UE, parecen estar retrocediendo incluso en los modestos avances logrados bajo este régimen. Christian M.
Stiefmüller, asesor de investigación y defensa de Finance Watch, expresó su preocupación al afirmar que los recientes incidentes, como la caída de Crédit Suisse y las quiebras de varios bancos en Estados Unidos, incluyendo el Silicon Valley Bank, no han sido un llamado de atención suficiente para los políticos y reguladores. La falta de acción podría tener consecuencias graves, especialmente en un entorno económico volátil. Uno de los principales problemas que enfrenta el marco de Basilea III es su complejidad. La regulación fue concebida para que los bancos tengan un colchón financiero que les permita gestionar sus riesgos. Sin embargo, Finance Watch argumenta que esta complejidad puede haber desincentivado a las jurisdicciones a adherirse plenamente a sus principios.
La falta de claridad sobre qué bancos se consideran "activos internacionalmente" ha creado una zona gris regulatoria, donde es difícil aplicar los estándares. Otro tema crítico planteado en el informe es la incertidumbre en torno al uso práctico de los requisitos de capital, especialmente el denominado Combined Buffer Requirement (CBR). Este requisito es esencialmente un colchón de capital que los bancos deben mantener, además de sus requisitos mínimos. Durante la pandemia de COVID-19, se alentó a los bancos a utilizar estos colchones, lo que desató un debate sobre la ambigüedad y la posible falta de comprensión de su verdadero propósito. Esto, a su vez, ha generado expectativas poco realistas sobre la capacidad de los bancos para utilizar estos fondos en tiempos de crisis.
La flexibilidad que permite a los bancos utilizar modelos internos para calcular su riesgo ha sido otro punto de controversia. Aunque esta práctica puede adaptar la evaluación de riesgos a la realidad de cada institución, también ha llevado a que muchas de ellas ignoren las normas establecidas por Basilea III. Esto ha creado un entorno en el que la seguridad y la estabilidad del sistema bancario pueden estar comprometidas debido a evaluaciones de riesgo poco rigurosas. La respuesta de las instituciones financieras a las llamadas a una mayor supervisión ha sido, en muchos casos, de resistencia. Solo recientemente, la Reserva Federal de Estados Unidos redujo notablemente un aumento propuesto en los requisitos de capital para los mayores bancos del país, pasando de un incremento del 19% a uno más moderado del 9%.
Este retroceso ha sido interpretado como una presión significativa de la industria para mantener las cosas como están, una tendencia preocupante en el contexto de la seguridad financiera. A nivel de la Unión Europea, algunas voces han surgido para argumentar que la aplicación de las normas de Basilea es demasiado restrictiva. En un informe del ex primer ministro italiano Mario Draghi, se sugirió que el enfoque prudencial de la UE podría inhibir la competitividad de los bancos en un mundo cada vez más competitivo. Sin embargo, Finance Watch ha contrarrestado esta afirmación, enfatizando que la realidad es que la UE está en riesgo de incumplimiento con los estándares de Basilea, lo que es, en última instancia, una cuestión de seguridad pública y económica. La situación en el Reino Unido es similar, donde las autoridades han demostrado un enfoque más laxo en la aplicación de las normas de Basilea, en un intento de estimular el crecimiento económico.
La Autoridad de Regulación Prudencial (PRA) del Banco de Inglaterra ha declarado que los requisitos de capital para los bancos del Reino Unido se mantendrán casi sin cambios, lo que indica una falta de voluntad para endurecer las regulaciones en un momento en el que la estabilidad financiera debería ser la principal prioridad. A medida que las señales de advertencia se acumulan, desde la caída de bancos clave hasta la creciente presión sobre los reguladores, la necesidad de reformas efectivas es más urgente que nunca. Finance Watch pide a los responsables de la toma de decisiones en Europa que reevalúen su enfoque y que se comprometan firmemente con el proceso de Basilea, en colaboración con sus socios internacionales, especialmente Estados Unidos, para evitar una carrera hacia la baja en la regulación. El futuro financiero de Europa y del mundo está en una encrucijada. A medida que los bancos navegan en aguas cada vez más turbulentas, es fundamental que haya un compromiso renovado para garantizar la estabilidad y la seguridad del sistema financiero.
Ignorar las lecciones del pasado podría conducir a una crisis aún más devastadora en el futuro. La historia nos ha enseñado que la complacencia puede ser fatal, y es tiempo de actuar antes de que sea demasiado tarde.