En el dinámico universo de las criptomonedas, las stablecoins han emergido como protagonistas indiscutibles que podrían marcar un antes y un después en la adopción global de la tecnología blockchain. Recientemente, el banco global Citi publicó un informe que anticipa que el año 2025 podría representar el equivalente en blockchain al fenómeno de popularidad que tuvo la inteligencia artificial con el lanzamiento de ChatGPT. La analogía establece que así como ChatGPT revolucionó el sector de la IA con una aplicación práctica y accesible para millones, las stablecoins tienen el potencial de ser el catalizador que impulse la adopción masiva del blockchain en los sistemas financieros y más allá. Las stablecoins, que son una clase especial de criptomonedas vinculadas a monedas fiduciarias tradicionales como el dólar estadounidense, han experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Entre los líderes del mercado se encuentran Tether (USDT), con un valor que supera los 145 mil millones de dólares, y Circle (USDC), con alrededor de 60 mil millones.
Su popularidad reside en la estabilidad que ofrecen en comparación con otras criptomonedas más volátiles, lo que las posiciona como instrumentos ideales para pagos eficientes y transferencias globales de dinero. Según Citi, el mercado actual de stablecoins ronda los 230 mil millones de dólares, pero sus proyecciones indican que esta cifra podría crecer a 1.6 billones para 2030 en un escenario base, siempre que se consolide un entorno regulatorio claro y favorable y que la integración institucional avance significativamente. En un escenario más optimista, el valor total podría llegar a los 3.7 billones de dólares, marcando un paso decisivo hacia la consolidación del blockchain como tecnología central en el sector financiero.
Sin embargo, Citi también señala la posibilidad de que, en un contexto de obstáculos regulatorios y estructurales persistentes, el crecimiento sea mucho más moderado, estabilizándose en torno a los 500 mil millones. Un elemento crucial que impulsa el optimismo de Citi es el entorno regulatorio en Estados Unidos, donde recientemente se emitió una orden ejecutiva presidencial que establece los lineamientos para un marco federal dedicado a los activos digitales. Esta claridad normativa abriría la puerta para que las stablecoins se integren de manera más profunda y segura en el sistema financiero tradicional, con beneficios directos como la agilización de pagos, un aumento en la transparencia y una mayor eficiencia en la liquidación de activos, aspectos fundamentales para la confianza institucional y la adopción masiva. La adopción extendida de stablecoins también podría abrir un abanico de oportunidades no solo en el sector financiero privado, sino también en el ámbito público, permitiendo innovaciones en pagos gubernamentales, transferencias y servicios sociales, que aprovecharían la tecnología blockchain para crear sistemas más inclusivos y accesibles. Uno de los puntos más relevantes destacados en el informe de Citi es la fuerte vinculación futura entre las stablecoins y el dólar estadounidense.
Se estima que para 2030 aproximadamente el 90% de todas las stablecoins en circulación seguirán siendo denominadas en dólares, consolidando aún más la hegemonía global de esta moneda en el ecosistema financiero. Esta situación podría transformar a los emisores de stablecoins en actores financieros de enorme peso, llegando a ser algunos de los mayores compradores de bonos del Tesoro de Estados Unidos. De hecho, Citi calcula que para finales de la década los emisores podrían llegar a poseer alrededor de 1.2 billones de dólares en deuda gubernamental, superando potencialmente incluso a los principales tenedores extranjeros actuales. La lógica detrás de esta proyección radica en que las regulaciones podrían impulsar a los emisores a respaldar sus tokens únicamente con activos financieros de bajo riesgo y alta liquidez, como los bonos gubernamentales, para garantizar la estabilidad y confianza requerida en el marco regulatorio.
Paralelamente, mientras Estados Unidos favorece el crecimiento de las stablecoins dolarizadas, otros países en Europa y Asia están promoviendo activamente el desarrollo de sus propias monedas digitales de banco central (CBDCs). Esta dinámica pone de manifiesto una posible coexistencia entre los proyectos privados y públicos basados en tecnología digital, cada uno con características y objetivos distintos, pero que convergen en la búsqueda de mayor eficiencia y seguridad en los sistemas monetarios. Aunque las perspectivas a mediano y largo plazo se muestran altamente positivas, el informe de Citi también advierte sobre riesgos significativos que podrían entorpecer el crecimiento de las stablecoins. Un dato revelador es que solo en 2023 se registraron cerca de 1,900 episodios de despegue de precio, es decir, situaciones donde las stablecoins perdieron temporalmente su paridad con las monedas fiduciarias a las que están ancladas, incluyendo más de 600 incidentes que involucraron tokens de gran relevancia. Estas fluctuaciones pueden generar incertidumbre, erosionar la confianza del público y desatar reacciones en cadena en los mercados asociados.
Casos extremos como la crisis originada tras el colapso del Silicon Valley Bank (SVB), la cual impactó directamente a USDC, evidencian la vulnerabilidad inherente del sistema ante eventos de pánico y masivos procesos de redención. Estos sucesos tienden a afectar la liquidez del ecosistema cripto, forzar ventas automáticas y generar efectos negativos que trascienden el ámbito financiero digital para afectar mercados tradicionales. A pesar de estos desafíos, las stablecoins continúan ganando terreno gracias a factores como la reducción de costos en transferencias internacionales, la capacidad para acelerar pagos transfronterizos y mejorar la inclusión financiera en regiones donde la banca tradicional tiene limitaciones. Su infraestructura basada en blockchains públicas también ofrece ventajas en términos de transparencia y trazabilidad, características cada vez más valoradas en un entorno donde la gestión de riesgos y el cumplimiento regulatorio cobran mayor importancia. Los desarrollos tecnológicos y la evolución normativa en los próximos años serán decisivos para consolidar o limitar el auge de las stablecoins.