PepsiCo, una de las multinacionales líderes en alimentos y bebidas, está experimentando un panorama mixto en 2025, donde su negocio internacional se erige como el motor principal para su crecimiento, mientras que las presiones arancelarias y ciertos desafíos en su mercado doméstico afectan sus ganancias por acción (EPS). La empresa, reconocida mundialmente por marcas tan icónicas como Lay's, Quaker y Gatorade, ha mostrado señales claras sobre cómo está navegando esta coyuntura que mezcla oportunidades y obstáculos simultáneamente. Durante el primer trimestre de 2025, PepsiCo reportó que sus ventas internacionales, englobando tanto alimentos como bebidas, crecieron un 5% en términos orgánicos, superando ampliamente el aumento del 1.2% registrado en el conjunto del grupo. Este crecimiento externo no solo representa una cifra alentadora sino que además reafirma la importancia estratégica que la compañía otorga a sus operaciones fuera de Norteamérica.
El negocio internacional de PepsiCo, valorado en casi 37 mil millones de dólares, constituyó el 40% de sus ingresos netos en 2024, un reflejo inequívoco de su gran peso para la empresa. El presidente y consejero delegado, Ramon Laguarta, destacó la inversión continua en capacidades para atender este segmento de alto crecimiento. PepsiCo está destinando recursos para ampliar su producción, optimizar sus canales de comercialización y fortalecer sus marcas y portafolio a nivel global. Esta apuesta por el mercado internacional se ve como un tramo esencial para sostener el crecimiento rentable en el largo plazo, a pesar de algunos tropiezos puntuales en determinadas regiones. Pese a la buena dinámica global, existen mercados donde la realidad es más compleja.
Por ejemplo, China ha mostrado signos de debilitamiento en el consumo, una preocupación latente en la estrategia de crecimiento de la compañía. Por otro lado, el impacto de los aranceles, especialmente en México por parte de Estados Unidos, ha generado un entorno de incertidumbre. Sin embargo, otras regiones como India y Brasil se encuentran en una situación más favorable, lo que aporta balance y resiliencia al portafolio internacional. Europa, a su vez, está navegando de manera relativamente estable, adaptándose a las condiciones económicas y normativas regionales. En territorio estadounidense, la situación es más heterogénea.
PepsiCo sigue esperando un crecimiento sólido en el mercado norteamericano para sus divisiones de alimentos y bebidas, apoyado en la evolución constante de su portafolio y en la explotación de nuevos canales de consumo, como aquellos fuera del hogar. No obstante, la división de Frito-Lay, que abarca los snacks salados, se ha mantenido “subdued” o contenida. Este desempeño más débil se atribuye a una serie de factores entre los cuales destacan la sensibilidad de los consumidores al precio y los ajustes en los hábitos de compra derivados de la inflación. Los consumidores norteamericanos están adoptando un enfoque más cauteloso y orientado al valor, lo que ha obligado a PepsiCo a replantear su oferta para alinearse con estas nuevas demandas. La compañía está reaccionando incorporando perfiles de sabor más audaces, ofreciendo diversidad en funcionalidad y opciones adecuadas en porciones, buscando así redefinir el concepto de valor para estos clientes cada vez más exigentes.
Mientras tanto, otras áreas dentro de PepsiCo,s su división de alimentos convenientes, como la línea Quaker, han reportado un crecimiento orgánico fuerte. Este comportamiento favorable contribuye a compensar la debilidad relativa de Frito-Lay y apunta a un portafolio diversificado que puede responder con flexibilidad ante los cambios en las preferencias del consumidor. El impacto de los aranceles, en especial entre México y Estados Unidos, es uno de los temas que ha suscitado mayor atención mediática, en especial después de que PepsiCo ajustara a la baja su guía de ganancias por acción para 2025. Aunque esta modificación en la orientación financiera generó titulares, la compañía mantuvo estable la perspectiva de crecimiento orgánico en ventas, apuntando a un aumento de un solo dígito bajo, lo que indica confianza en la sostenibilidad del negocio a pesar de los obstáculos en rentabilidad. Esta dualidad explica en buena medida el balance actual que presenta PepsiCo: por un lado, la fortaleza de un mercado internacional en expansión y, por otro, las presiones sobre el margen derivadas de condiciones complejas en algunos mercados internos y externos.
La respuesta de la empresa ha sido clara y estratégica: enfocar esfuerzos y recursos en potenciar los segmentos con mayor potencial y adaptarse a las necesidades cambiantes de los consumidores para mantener su relevancia. Un aspecto clave en la gestión de PepsiCo ha sido la inversión en capacidades y tecnologías que permitan optimizar su cadena de suministro y la experiencia de compra. Esto no solo engloba la eficiencia operativa sino también la capacidad de innovar en productos que respondan a las tendencias actuales, como la demanda por opciones más saludables, prácticas sostenibles y formatos versátiles. El liderazgo de Ramon Laguarta también ha puesto un énfasis especial en acelerar la transformación digital y el e-commerce, dos áreas que se han vuelto indispensables en la actualidad. Esta apuesta tecnológica busca acercar las marcas de PepsiCo a consumidores que cada vez prefieren canales digitales y una experiencia más personalizada.
A largo plazo, la empresa se muestra confiada en que sus marcas internacionales continuarán impulsando su crecimiento y consolidarán su posición en mercados emergentes y desarrollados. Al mismo tiempo, la garantía de calidad y la innovación constante serán pilares para superar las adversidades provocadas por la inflación, los aranceles y otros factores macroeconómicos. En conclusión, el escenario para PepsiCo en 2025 es una combinación entre oportunidades significativas en su negocio internacional y algunos desafíos relevantes relacionados con los aranceles y el comportamiento del consumidor en Estados Unidos. La compañía ha sabido equilibrar estas fuerzas mediante una estrategia que prioriza la expansión global, la innovación en productos y la adaptación a las preferencias cambiantes, manteniendo así una perspectiva positiva para sus ventas y un compromiso activo para mejorar su rentabilidad futura.