Los calamares, criaturas marinas conocidas por su sorprendente inteligencia y adaptabilidad, han desconcertado durante mucho tiempo a los científicos por sus complejos comportamientos y habilidades comunicativas. Recientemente, un equipo de investigadores de la École Normale Supérieure en París junto con el Instituto Italiano de Tecnología ha dado un paso al frente en el entendimiento del lenguaje de estos animales al descubrir un modo de comunicación basado en movimientos específicos de sus brazos, denominados “signos de onda de brazo”. Este innovador hallazgo se originó a partir de la observación prolongada de dos especies de calamares: Sepia officinalis y Sepia bandensis. En sus estudios, los científicos documentaron patrones coreografiados cuidadosamente que los calamares ejecutan con sus brazos, los cuales no solo transmiten información visual sino también vibraciones detectables bajo el agua. Esta doble modalidad sensorial representa un método de comunicación multisensorial, algo excepcional en el mundo marino.
Los movimientos de los brazos como forma de lenguaje implican una serie de gestos definidos, reconocidos como “arriba”, “lado”, “roll” y “corona”. Cada uno va acompañado de posturas específicas: el signo “arriba” muestra una extensión del primer par de brazos hacia arriba con el cuarto par desplazado hacia afuera, mientras que el segundo y tercero se tuercen en su sección media. El “lado” implica que todos los brazos se enrollan hacia un lateral del cuerpo creando una exhibición lateral. El “roll” consiste en que los brazos se pliegan y enrollan bajo la cabeza, modificando su contorno y destacando la posición de los ojos. Por último, el signo “corona” se caracteriza por un movimiento rápido de “escupir” con los brazos formando una figura que recuerda a una corona.
La complejidad de estos signos sugiere que no son meros gestos aleatorios, sino componentes de una sofisticada conversación entre calamares. Además, los expertos notaron que estas señales no operan de forma unidimensional. La recepción de estas ondas de brazo no depende exclusivamente de la vista; los calamares logran captar también las vibraciones mecánicas que se producen gracias a estos movimientos, percibiéndolas a través de órganos sensitivos especializados como la línea lateral y los estatocistos, que funcionan como sensores de flujo y equilibrio. A través de experimentos cuidadosamente diseñados, las señales generadas por los calamares fueron grabadas y reproducidas, revelando que las respuestas de los individuos receptores eran más intensas y específicas cuando recibían la secuencia original en contraste con reproducciones invertidas o alteradas. Esto indica que no solo reconocen el movimiento visual sino que pueden discernir la información contenida en las vibraciones acuáticas que acompañan a los gestos.
El hallazgo subraya una asombrosa convergencia evolutiva. Así como los cefalópodos desarrollaron ojos con cámara similares a los de los vertebrados, también han tratado de manera independiente mecanismos sensoriales complejos para comunicarse, semejantes a la audición y la comunicación audiovisual en animales terrestres. Aunque se desconoce el significado específico de cada gesto o combinación de movimientos, la observación de su uso en contextos variados sugiere que estos signos pueden tener diversas funciones sociales. Se han documentado durante cortejo y apareamiento, en situaciones de caza, y también como respuesta defensiva, así como manifestaciones espontáneas cuyos motivos aún no se comprenden. Este descubrimiento no solo amplía el conocimiento sobre la inteligencia y la interacción social de los calamares, sino que también desafía la percepción tradicional de la comunicación animal exclusivamente básica o instintiva.
Los calamares presentan una estructura social y una capacidad comunicativa que quizás rivalizan con la de algunos animales vertebrados más estudiados. A nivel científico y tecnológico, la comprensión de estos métodos de comunicación abre posibilidades para desarrollar nuevas formas de interacción con la vida marina, fomentando una mayor protección y estudio de estos seres poco conocidos. Por otro lado, también puede inspirar técnicas biomiméticas para la transmisión de información en entornos submarinos donde las señales acústicas tradicionales son limitadas. La investigación en curso pretende profundizar en la interpretación de estos signos y su gramática, así como analizar si otros cefalópodos o criaturas marinas utilizan sistemas similares aunque aún inadvertidos. La conexión entre diferentes modalidades sensoriales proyecta una dimensión más rica y multisensorial de la comunicación animal, mostrando que la inteligencia y la complejidad del comportamiento están presentes también en invertebrados marinos.
En conclusión, el lenguaje oculto de los calamares a través de movimientos de brazos representa una ventana fascinante al mundo de la comunicación submarina. Revela que estos animales poseen una forma de interacción social sofisticada, capaz de transmitir mensajes complejos y variados mediante gestos visuales complementados con vibraciones detectadas a distancia. Este avance científico invita a reconsiderar el papel que desempeñan los cefalópodos en los ecosistemas marinos y reafirma la necesidad de protegerlos para continuar desentrañando los secretos del reino animal.
