En un descubrimiento que podría transformar varios campos científicos y tecnológicos, investigadores de la Universidad Estatal de Oregón han identificado una nueva especie de bacteria con la capacidad extraordinaria de conducir electricidad. Esta bacteria, encontrada en un lodo intermareal en la costa de Oregón, Estados Unidos, representa un avance significativo en la comprensión de los organismos que utilizan electricidad para optimizar sus procesos metabólicos. La bacteria ha sido nombrada Ca. Electrothrix yaqonensis en honor a la tribu nativa Yaqona, cuyos territorios ancestrales abarcan la región donde fue hallada. La fascinación por estas bacterias llamadas «bacterias cable» radica en su habilidad única para transportar electrones a lo largo de distancias considerables, algo inusual entre los microorganismos.
Estas bacterias están formadas por células en forma de varilla que se conectan en filamentos largos, compartiendo una membrana externa que les permite funcionar como verdaderos cables biológicos. Esta capacidad de conducir electricidad las convierte en piezas clave para comprender mejor los ciclos del azufre y otros procesos químicos que ocurren en los sedimentos marinos y de agua dulce. El equipo de investigación, liderado por Cheng Li y Clare Reimers, analizó muestras del estuario de la bahía de Yaquina, donde detectaron este organismo con propiedades eléctricas singulares. La estructura de Ca. Electrothrix yaqonensis destaca por presentar crestas superficiales mucho más pronunciadas y anchas que las de otras bacterias cable conocidas.
Estas crestas albergan unas fibras altamente conductoras fabricadas con moléculas basadas en níquel, un elemento poco común en las proteínas eléctricas de otros organismos. Esta innovación biológica no solo abre puertas al estudio evolutivo de las bacterias conductoras de electricidad, sino que además sugiere nuevos mecanismos metabólicos. Ca. Electrothrix yaqonensis parece funcionar como un eslabón intermedio entre dos géneros previamente conocidos, Ca. Electrothrix y Ca.
Electronema, gracias a una combinación distintiva de rutas metabólicas y genes. Esto indica que la bacteria podría ofrecer pistas valiosas sobre cómo surgieron y evolucionaron estos organismos fascinantes, y cómo se adaptan a distintos ambientes sedimentarios. Desde un punto de vista ecológico, estas bacterias desempeñan un papel fundamental. Mediante el transporte de electrones, conectan los aceptores de electrones en la superficie del sedimento, como el oxígeno o el nitrato, con los donantes de electrones más profundos, como el sulfuro. Esta transferencia permite la realización de reacciones redox a gran escala, cruciales para la gequímica del sedimento y el reciclaje de nutrientes esenciales para la vida marina.
Los investigadores subrayan el potencial práctico de estas bacterias para la tecnología y la sostenibilidad. Gracias a su capacidad de transferir electrones, podrían ser empleadas para eliminar contaminantes nocivos de los sedimentos, siendo una solución natural para la descontaminación ambiental. Además, el diseño especial de sus proteínas conductoras basadas en níquel podría inspirar el desarrollo de nuevos dispositivos bioelectrónicos, con aplicaciones en medicina, sistemas de sensores para alimentos o monitoreo ambiental. Ca. Electrothrix yaqonensis no es una bacteria aislada en cuanto a su capacidad de adaptarse a diversas condiciones climáticas y tipos de agua, ya que las bacterias cable se encuentran en una amplia variedad de hábitats de agua dulce y marina.
Esta versatilidad la convierte en un organismo interesante para futuras investigaciones que busquen aplicaciones prácticas y soluciones biotecnológicas. El nombre elegido para la nueva especie tiene un valor simbólico importante, ya que honra a los Yaqona, un pueblo indígena cuya historia y cultura están profundamente ligadas a la región de la bahía de Yaquina. Este vínculo fortalece el reconocimiento de cómo las comunidades originarias mantienen una conexión respetuosa y sostenible con su entorno natural, y la relevancia de integrar el conocimiento tradicional con la ciencia contemporánea. La colaboración internacional fue esencial en este trabajo, con contribuciones de científicos de la Universidad de Amberes, la Universidad Tecnológica de Delft y la Universidad de Viena, apoyados por instituciones como la Oficina de Investigación Naval de los Estados Unidos y organismos europeos. Esta cooperación multidisciplinaria fortalece los resultados y la visibilidad del descubrimiento.