La serie de animación “Lazarus”, dirigida por Shinichirō Watanabe, conocido también por obras como “Cowboy Bebop”, transporta a los espectadores a un mundo ambientado en 2052 que combina entretenimiento de alta calidad con reflexiones interesantes sobre la tecnología y la cultura. Aunque muchos podríamos esperar una visión futurista completamente alejada de nuestro presente, “Lazarus” sorprende con una tecnología que no parece tan distante ni tan espectacularmente avanzada. Por el contrario, nos muestra un futuro que es, en ciertos aspectos, un reflejo tangible y algo inquietante de nuestras tendencias actuales. Uno de los aspectos más llamativos de la serie es la presencia de la empresa ficticia Delta Medical, cuyo papel central en la narrativa gira en torno a un medicamento revolucionario. Para comunicar los resultados de las pruebas del fármaco, la compañía utiliza un formato bastante curioso: publica los datos codificados en archivos de audio alojados en SoundCloud.
Este detalle sutil, pero significativo, abre un debate importante sobre la permanencia y evolución de las plataformas digitales a lo largo del tiempo. ¿Seguirá existiendo SoundCloud en 2052? ¿Qué otras plataformas actuales quedarán relegadas a simples notas históricas o archivos en algún rincón de la web? Curiosamente, esta cuestión no está lejos de nuestra realidad inmediata. En febrero de 2024, SoundCloud actualizó sus términos de uso permitiéndose utilizar el contenido generado por los usuarios para entrenar inteligencias artificiales. Este movimiento ha generado controversia porque refleja cómo las tecnologías emergentes impactan y modifican la propiedad y el control de los datos digitales. Desde esta perspectiva, “Lazarus” no solo nos presenta un futuro, sino que hace un guiño directo a los problemas y debates tecnológicos que enfrentamos hoy.
Otra imagen icónica en el quinto episodio, titulado “Pretty Vacant”, es la del CEO de Delta Medical, Dr. Ahmed Rahman, que arroja su teléfono móvil contra una pared, causando la rotura inmediata de su pantalla. Este momento, en apariencia trivial, revela una verdad bastante tangible: para el año 2052, la dependencia de los teléfonos inteligentes y la fragilidad de sus pantallas de cristal podrían seguir siendo un problema persistente. Esto presenta una paradoja tecnológica, dado el ritmo acelerado de innovación que experimentamos actualmente en dispositivos y materiales. Este elemento del diseño tecnológico y su aparente estancamiento marca un contraste interesante.
Mientras las capacidades internas del dispositivo probablemente habrán evolucionado de forma impresionante —con velocidades de procesamiento, conectividad y funciones inimaginables hoy—, el problema físico de las pantallas rotas continúa, evidenciando quizás una limitación material o una elección de diseño consciente para mantener ciertos hábitos de consumo. Esto también implica un futuro prometedor para la industria de fundas y protectores de pantalla, una hipótesis que la serie propone de forma irónica y que nos invita a reflexionar sobre la sostenibilidad y la evolución real del hardware. La elección del protagonista, un brasileño llamado Axel Gilberto, con un nombre que anticipa tendencias culturales y demográficas proyectadas hacia 2030, agrega otra capa de realismo y audacia narrativa. La serie no solo se enfoca en la tecnología sino también en cómo esta impacta y se integra en sociedades globalizadas, destacó la importancia de representar diversas identidades en escenarios futuristas. Esto es especialmente relevante en el contexto latinoamericano, poco representado en géneros como la ciencia ficción o la animación futurista.
Lo que realmente hace único a “Lazarus” es esa mezcla entre una narrativa de ciencia ficción clásica y una aproximación basada en pequeños detalles que provocan una reflexión profunda sobre el presente y el futuro. No es una historia que dependa exclusivamente de gadgets extraordinarios o tecnologías utópicas, sino que enfatiza cómo lo cotidiano —como un teléfono con pantalla rota o la persistencia de plataformas digitales aparentemente obsoletas— sigue definiendo la relación humana con la tecnología. Además, “Lazarus” también subraya la complejidad ética y social que rodea a los avances científicos, en particular con la manipulación genética y los fármacos experimentales. Esta dualidad entre progreso y peligro es un tema recurrente en la ciencia ficción, pero aquí se entreteje con detalles modernos, como el uso de redes sociales y plataformas digitales para compartir información clave, lo que acelera el riesgo de filtraciones y la manipulación de datos. Por otra parte, la banda sonora, igualmente destacada, crea un puente entre el pasado y el futuro, enlazando sensibilidades musicales previas con la ambientación del año 2052.