Kevin O’Leary, reconocido inversor y co-anfitrión del popular programa de televisión "Shark Tank", ha levantado polémica en los últimos días al criticar abiertamente el plan fiscal propuesto por la vicepresidenta Kamala Harris. En un reciente programa de Fox News, O’Leary declaró que las medidas que Harris pretende implementar amenazan con destruir el llamado “Sueño Americano” y perjudicar gravemente a los negocios de Estados Unidos. El plan en cuestión incluye una serie de propuestas impositivas que, según Harris, están destinadas a equilibrar la carga fiscal para los más ricos y generar ingresos significativos para el gobierno. Entre las propuestas más destacadas está un impuesto del 25% sobre las ganancias de capital no realizadas para individuos con patrimonios superiores a los 100 millones de dólares, así como un aumento del impuesto corporativo del 21% al 28%. Para O’Leary, estas medidas podrían generar un efecto adverso en la competitividad de Estados Unidos en el escenario global.
Durante su intervención, O’Leary argumentó que elevar los impuestos sobre las ganancias de capital representa un desincentivo para los emprendedores y el capital extranjero que busca invertir en la economía estadounidense. “Cuando haces a Estados Unidos menos competitivo, ahuyentas las inversiones”, comentó O’Leary, añadiendo que muchos países con regímenes fiscales más favorables, como Irlanda, atraerían a las empresas en detrimento de la economía estadounidense. Según él, el aumento de la carga tributaria solo servirá para castigar a quienes han tenido éxito y, en consecuencia, podría llevar a una fuga de talentos y capitales hacia otras naciones. “Estados Unidos es la economía más grande del mundo y necesita ser competitivo en todos los aspectos. Las tasas de impuestos elevadas no solo son desincentivadoras; también envían un mensaje claro al mundo de que no se valora el éxito y la innovación”, explicó O’Leary.
Su postura se basa en la premisa de que el “Sueño Americano”, que simboliza las oportunidades para el emprendimiento y el crecimiento económico, corre el riesgo de verse socavado por políticas que penalizan la prosperidad. O’Leary no se detuvo ahí; también criticó la propuesta de Harris de implementar un régimen federal que prohíba la “explotación de precios” en los alimentos. Según él, tal medida se parece más a un control de precios que a una solución viable para el problema del costo de vida. “Esto es algo que se ha intentado en otros países y ha fracasado. No comprendo por qué repetir errores del pasado sería una opción válida”, enfatizó.
Uno de los puntos más controvertidos de la conversación fue la propuesta de Harris de construir tres millones de viviendas en Estados Unidos, junto con la asistencia de 25,000 dólares para el pago inicial de los compradores de vivienda por primera vez. O’Leary calificó esta idea de “increíblemente poco realista”. Argumentó que otorgar 25,000 dólares a cada comprador de vivienda simplemente resultaría en un aumento de los precios de venta, creando una ilusión de ayuda que en realidad no solucionaría el problema de la asequibilidad. “Este plan es simplemente inviable. No existe forma en que los estados permitan al gobierno federal construir tres millones de casas.
Y si se dan estos subsidios, los vendedores solo aumentarán el precio de sus propiedades en consecuencia”, afirmó O’Leary con firmeza. Su crítica resuena entre muchos que creen que las políticas deben basarse en soluciones prácticas y no en promesas populistas que son insostenibles. La retórica de O’Leary ha encontrado eco en un sector significativo del electorado conservador y en otros empresarios que comparten su preocupación por la dirección fiscal que está tomando el país. En tiempos en los que la economía lucha por recuperarse tras las debacles provocadas por la pandemia, muchos ven estas propuestas como un obstáculo adicional a la reactivación económica. El debate sobre la equidad fiscal y la carga que soportan los más ricos ha sido un tema candente en la arena política, y O’Leary se presenta como un defensor del libre mercado y del emprendimiento.
Para él, la verdadera esencia del progreso en Estados Unidos radica en la capacidad de innovar y prosperar sin el temor de ser penalizados por hacerlo. “No se trata de privar a la gente de sus ingresos, sino de motivarlos a seguir invirtiendo y creando”, concluyó. Con la contienda electoral de 2024 en el horizonte, estas discusiones sobre política fiscal se tornan cada vez más relevantes. Los votantes tienen cada vez más en mente la capacidad de los candidatos para fomentar un entorno que favorezca el crecimiento de las empresas y la creación de empleo, en lugar de imponer cargas que podrían llevar a un estancamiento. O’Leary ha instado a los votantes a ser críticos con las propuestas que se presenten y a exigir un análisis más profundo de cómo se implementarán realmente estas políticas.
“No podemos dejar que las promesas vacías se conviertan en políticas que amenacen nuestras libertades económicas y el sueño de prosperidad que muchos anhelan”, remarcó. A medida que la discusión sobre la política fiscal y el futuro de la economía de Estados Unidos continúa, las palabras de O’Leary resuenan con fuerza. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta qué punto los votantes estarán dispuestos a respaldar políticas que, según algunos, podrían costarles su sueño de una vida mejor? La respuesta a esta inquietud podría definirse en las urnas en los próximos meses, ya que la lucha entre las ideas fiscales tradicionales y las propuestas más radicales se intensifica en el umbral de una nueva era política en el país.