Un nuevo estudio ha revelado una sorprendente conexión entre ciertos rasgos de personalidad y la propensión a cometer crímenes, desafiando la percepción común de que solo las características negativas, como la agresividad y el narcisismo, están asociadas con comportamientos delictivos. Investigadores de la Universidad Babes-Bolyai en Rumania llevaron a cabo un análisis exhaustivo que señala que uno de los rasgos más positivos, la apertura a nuevas experiencias, podría estar más relacionado con la criminalidad de lo que se pensaba. Normalmente, los estereotipos sobre los delincuentes están nutridos de rasgos negativos. Se espera que un criminal muestre características como impulsividad, mentira, e incluso una cierta falta de empatía. Sin embargo, el estudio realizado por un equipo de psicólogos rumanos observó un patrón inusual: la ausencia de un rasgo positivo asociado con la adaptabilidad y la curiosidad —la apertura— entre algunos reclusos.
Este rasgo, definido como la disposición a probar nuevas experiencias, parece haber tenido un papel revelador en la vida de algunos criminales, especialmente en su predisposición a llevar a cabo el primer delito. Los investigadores entrevistaron a 296 prisioneros de alta seguridad y compararon sus perfiles psicológicos con los de 282 individuos de la comunidad que no tenían antecedentes delictivos. Los resultados indicaron que aquellos con altos niveles de apertura eran más propensos a haber cometido delitos. El análisis sugiere que una mayor curiosidad y disposición para explorar nuevas experiencias puede estar vinculada con una mayor propensión a asumir riesgos, que podría, en determinadas circunstancias, traducirse en comportamiento delictivo. Sin embargo, el estudio también mostró que la apertura no era un predictor de reincidencia.
Esto sugiere que este rasgo puede estar más relacionado con la decisión de cometer un primer delito que con la continuidad de comportamientos delictivos. Es un hallazgo intrigante y plantea preguntas críticas sobre cómo entendemos la relación entre personalidad y comportamiento criminal. Además de la apertura, el estudio también examinó la extraversión y la neuroticidad entre los prisioneros. Resultó que los delincuentes, en general, mostraron niveles más bajos de extraversión. Este descubrimiento es sorprendente porque la extraversión se asocia tradicionalmente con la sociabilidad y la asertividad; es decir, cualidades que normalmente se esperarían en individuos que buscan interactuar con los demás.
En contraste, los prisioneros tienden a ser más reservados y menos propensos a establecer conexiones sociales. Estas características sugieren que la vida en entornos delictivos no solo afecta la personalidad sino que también puede fomentar un ciclo de aislamiento social. La neuroticidad, que se refiere a una tendencia a experimentar emociones negativas como ansiedad, tristeza, e irritabilidad, se encontró en niveles notablemente más altos entre los delincuentes, tanto los reincidentes como los primeros infractores. Este estado emocional puede contribuir a la impulsividad y a tomar decisiones de riesgo, lo cual, a su vez, incrementaría la probabilidad de cometer un delito. Los investigadores, liderados por la profesora Laura Visu-Petra, han destacado que la combinación de estos rasgos crea un perfil psicológico que puede servir como referencia para comprender mejor la delincuencia.
La denominada "triada oscura" de la personalidad —que incluye el maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía— se traduce en un comportamiento agresivo y en un enfoque de vida en el cual los intereses propios sobrepasan el bienestar de los demás. Mientras tanto, no solo los rasgos negativos, sino también aquellos más positivos, como la apertura a nuevas experiencias, pueden influir en la decisión de cometer un delito. Sabiendo que estos rasgos pueden y deben ser abordados mediante programas de intervención, el estudio espera que sus hallazgos realicen un impacto en la forma en que se gestionan las políticas de rehabilitación en las prisiones. Entender la psicología detrás del crimen permitirá a los trabajadores sociales y psicólogos diseñar estrategias más efectivas para tratar a los delincuentes, ayudando así a mejorar el clima social y la seguridad comunitaria. Lo inquietante sobre estos resultados es que desdibujan la línea entre lo bueno y lo malo en la personalidad humana.
La apertura, un rasgo generalmente visto como positivo, cuando se observa bajo la lente del comportamiento criminal, puede tener dimensiones complicadas. Mientras que el deseo de experimentar y conocer puede llevar a un crecimiento personal, también puede llevar a la transgresión de normas y leyes si es acompañado de falta de juicio o de impulsividad. Este estudio invita a reflexionar sobre cómo categorizar a los individuos en función de sus traits personales, además de cómo nuestras creencias sobre la criminalidad pueden ser un tanto simplistas. Nos empuja a considerar que la humanidad está compuesta de gradaciones más sutiles en lugar de simples etiquetas de "bueno" o "malo". Estos hallazgos podrían ser un indicativo de la complejidad de la naturaleza humana y de la necesidad de enfoques multifacéticos cuando se trata de la prevención y rehabilitación del crimen.
En conclusión, el estudio de la Universidad Babes-Bolyai desafía varias nociones preconcebidas y añade una nueva capa de entendimiento sobre el comportamiento criminal. Al descubrir que un rasgo positivo como la apertura puede, en ciertos contextos, correlacionarse con la probabilidad de cometer un delito, se abre la puerta para un análisis más matizado sobre la personalidad, el crimen y la rehabilitación. Es una invitación a explorar cómo los programas de intervención pueden configurarse para aprovechar las cualidades positivas de los individuos, en última instancia, logrando un cambio social que beneficie tanto a los individuos como a la sociedad en su conjunto.