El 1 de mayo de 2025 marcó un momento crucial en la historia política y religiosa de Estados Unidos cuando el entonces presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que estableció la creación de una Comisión Presidencial encargada de proteger la libertad religiosa. Este acto, realizado en el marco del 74º Día Nacional de Oración, reunió a líderes cristianos, miembros del gabinete y congresistas en los Jardines de la Casa Blanca, quienes se unieron en una ferviente oración por el país. En su discurso, Trump declaró con determinación que la fe en Dios siempre ha sido una fuente fundamental de fortaleza para la nación y expresó la necesidad de reintroducir la religión en la esfera pública, cuestionando abiertamente el principio de separación entre iglesia y estado. La orden ejecutiva, diseñada con la colaboración del vicepresidente de Texas, Dan Patrick, tiene como objetivo reavivar el orgullo de los ciudadanos por la historia fundacional del país respecto a la libertad religiosa, identificar y enfrentar amenazas emergentes a este derecho, y promover la participación plena dentro de una democracia pluralista. Asimismo, la comisión está encargada de producir un reporte comprensivo sobre las bases de la libertad religiosa en Estados Unidos, su impacto social, las amenazas actuales, y estrategias para fortalecer estas protecciones a futuro.
La creación de esta comisión surge en un contexto de creciente preocupación entre comunidades religiosas, especialmente cristianas, que sienten que su presencia y valores han sido marginados del espacio público en las últimas décadas. Algunos de los signos emblemáticos de esta percepción incluyen la eliminación de las tablas de los Diez Mandamientos en espacios escolares, la sustitución de la oración por momentos de silencio, y la promoción de valores sociales que algunos consideran contrarios a enseñanzas bíblicas tradicionales. Desde una perspectiva legal y constitucional, es importante recordar que la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense garantiza dos derechos fundamentales: por un lado, que el gobierno no establezca una religión oficial ni favorezca ninguna en particular, y por otro, que proteja la libre práctica religiosa de todos los ciudadanos. Esta dualidad ha sido la piedra angular para evitar la opresión religiosa que marcó, por ejemplo, la Edad Media, cuando la unión entre poder político y una sola religión llevó a la persecución y erradicación brutal de creencias disidentes. La incertidumbre llega cuando se cuestiona si esta nueva Comisión podría propiciar un giro hacia una alianza entre el gobierno y ciertas instituciones religiosas, lo que podría derivar en una imposición legal que favorezca creencias específicas y limite la libertad de conciencia de otros grupos.
Algunos líderes religiosos y expertos han expresado su temor a que la comisión, lejos de proteger la pluralidad, fomente una inclinación hacia un establecimiento religioso que podría desmontar el delicado equilibrio entre iglesia y estado. Además, desde una perspectiva profética, algunos sectores dentro de la comunidad adventista y otros grupos cristianos interpretan estos acontecimientos en el contexto de las profecías bíblicas sobre los últimos tiempos. Revelación y otros libros proféticos mencionan la formación de alianzas entre poderes religiosos y políticos que conducirán a un sistema de control y persecución sobre quienes no sigan las doctrinas establecidas. La imagen de la bestia mencionada en Apocalipsis se asocia con un poder que pretende unificar creencias y ejercer dominio, lo que algunos analistas interpretan como una advertencia sobre lo que podría estar gestándose en la actualidad con esta Comisión. Un punto relevante que se destaca es que entre los miembros de la nueva comisión existen individuos que practican el sábado, incluyendo un co-presidente y judíos que respetan este día, lo cual podría mitigar la promulgación de leyes dominicales inmediatas y aportar una voz diversa que prevenga excesos.
Sin embargo, también se señala que la situación política es dinámica y que la llegada de líderes con diferentes agendas podría acelerar cambios menos favorables. En el tejido social estadounidense, las tensiones entre secularización y religiosidad son palpables. Mientras algunas personas abogan por una estricta separación que garantice la neutralidad del estado ante todas las creencias, otros reclaman un retorno visible y activo de la religión como centro del valor nacional. En este contexto, la comisión representa tanto una oportunidad para el diálogo y la protección de derechos, como un desafío que podría alterar el status quo legal y cultural construido durante generaciones. En conclusión, la creación de la Comisión Presidencial para la Libertad Religiosa representa un momento de reflexión profunda sobre el papel de la religión en la sociedad estadounidense y el delicado equilibrio entre proteger la fe y respetar la pluralidad.