El pasado abril de 2025, España y Portugal vivieron un evento sin precedentes: un apagón masivo que dejó a millones de personas sin suministro eléctrico durante horas, desatando una ola de análisis e investigaciones sobre las causas de esta interrupción. Expertos en ingeniería eléctrica, meteorología y sistemas energéticos han ofrecido una visión profunda y multidisciplinar para entender mejor lo ocurrido, así como las implicaciones que tiene esta situación para el futuro de la gestión energética en la península ibérica y su conexión con Europa. Uno de los puntos clave en el debate ha sido la posible influencia de un fenómeno poco común denominado “vibración atmosférica inducida”. Algunos reportes iniciales sugirieron que variaciones extremas y rápidas de temperatura en el interior de España provocaron oscilaciones anómalas en las líneas de transmisión de muy alta tensión, lo que podría haber afectado la sincronización necesaria en las redes eléctricas interconectadas. Este fenómeno habría generado desequilibrios que desencadenaron la desconexión de diferentes partes de la red, ocasionando un efecto dominó que terminó con el apagón generalizado.
Sin embargo, muchos especialistas llaman a la cautela y recuerdan que los sistemas eléctricos modernos son complejos y altamente interdependientes, por lo que suele ser necesario un análisis detallado para determinar la causa raíz exacta. Las redes eléctricas en España y Portugal forman parte del área síncrona continental europea, donde la electricidad se intercambia constantemente entre países, aportando estabilidad y aprovechamiento económico pero también aumentando la vulnerabilidad ante fallos de sincronización o fallas múltiples en componentes críticos. El profesor Keith Bell, experto en ingeniería eléctrica, señaló la importancia de la correcta ingeniería y el diseño de los sistemas para garantizar la resiliencia, recordando que aunque las interrupciones masivas son raras, no son imposibles. Según Bell, los operadores de red deben estar siempre preparados para enfrentarse a estos eventos y aprender de ellos para evitar futuras ocurrencias. Este llamado a la mejora continua enfatiza que ni la energía generada por combustibles fósiles, ni la nuclear ni las renovables están exentas de riesgos inherentes.
Por su parte, el profesor Jianzhong Wu destacó que lograr una red eléctrica completamente libre de apagones es económicamente inviable y que incluso en los sistemas más avanzados pueden ocurrir fallos de bajo porcentaje de probabilidad pero alto impacto. Además, Wu indicó que aunque el fenómeno de vibración atmosférica inducida es una hipótesis interesante, aún falta evidencia comprobada y se requiere una investigación exhaustiva para evitar conclusiones prematuras. También hizo énfasis en que la interconexión europea, aunque normalmente fortalece la estabilidad, puede permitir la rápida propagación de disturbios a gran escala. Desde un punto de vista meteorológico y energético, el profesor David Brayshaw recordó que las redes eléctricas dependen de un equilibrio casi instantáneo entre la demanda y la oferta, y que cualquier interrupción puede afectar la frecuencia y sincronización general. A medida que aumenta la integración de energías renovables y la electrificación de servicios esenciales como transportes y comunicaciones, la red se vuelve más vulnerable a fenómenos climáticos extremos o a la fluctuación rápida de la generación.
Brayshaw advirtió que el sistema eléctrico está cambiando rápidamente, y que es urgente aumentar la investigación sobre el impacto que el cambio climático puede tener en la estabilidad futura de las redes. Especialistas en ingeniería como el profesor Janusz Bialek también aportaron una perspectiva técnica importante, destacando que los sistemas están diseñados bajo el criterio de seguridad (N-1), es decir, deben soportar la pérdida de un solo elemento sin problemas. No obstante, los apagones ocurren cuando múltiples fallos coinciden, algo difícil de prever y cómo en eventos anteriores del continente europeo se pudieron propagar apagones debido a problemas de coordinación entre operadores de diferentes países. En ese sentido, se han fortalecido los mecanismos de cooperación en Europa, pero el evento actual evidencia que sigue habiendo riesgo ante situaciones complejas. Otros expertos, como el profesor Victor Becerra, apuntaron que la vibración atmosférica inducida podría generar oscilaciones en las líneas de transmisión conocidas como “galope” o vibraciones inducidas por el viento, que podrían causar daños mecánicos, cortocircuitos y la actuación de sistemas de protección que desconectan partes de la red para proteger la infraestructura.
Becerra aclaró que no hay indicios de que la integración de energías renovables haya provocado este fallo específico, pero resaltó la importancia de la cooperación regional, la modernización de equipos y estrategias para mejorar la resiliencia del sistema. Desde una óptica más específica, el profesor Chenghong Gu explicó que las oscilaciones provocadas por la interacción de campos eléctricos con cargas atmosféricas pueden alterar la impedancia y características eléctricas de los conductores, afectando la estabilidad del sistema y provocando caídas de frecuencia, lo que obliga a cortar el suministro en algunas zonas mediante mecanismos automáticos para proteger la red. Este detalle técnico aporta una posible explicación física para el fenómeno reportado. En cuanto a la magnitud del apagón y la extensión del impacto, los expertos coinciden en que la extensa interconexión entre España, Portugal y el resto de Europa funciona como una espada de doble filo. La conexión permite intercambio de electricidad, optimización de recursos y mayor estabilidad bajo condiciones normales, pero ante fallos que impliquen pérdida de sincronización, como sucedió, la perturbación se propaga con rapidez a través de las fronteras.
Es por ello que en el caso de este apagón no solo se vieron afectadas las dos naciones ibéricas sino también zonas del sur de Francia, aunque no países como Reino Unido, que está conectado mediante líneas de corriente continua de alta tensión que aíslan las perturbaciones. El proceso para restaurar el suministro eléctrico tras un apagón de estas características es complejo y lleva varias horas, dependiendo de la extensión de la separación del sistema y de la naturaleza del fallo. Expertos mencionaron que es necesario volver a sincronizar gradualmente las partes desconectadas, restablecer generación y reconfigurar la red para evitar nuevos desequilibrios. Este trabajo técnico requiere coordinación precisa y puede necesitar varios intentos para evitar nuevos cortes o daños. Uno de los aspectos más preocupantes que han destacado los analistas es la afectación de infraestructuras críticas, como redes móviles y de transporte.
En el caso de España, se reportaron fallas en las comunicaciones móviles, lo que refleja la vulnerabilidad ante la pérdida de suministro externo incluso cuando ciertas instalaciones cuentan con sistemas de respaldo. La dependencia creciente de la electricidad para servicios esenciales obliga a reconsiderar el diseño y operación no solo de las redes eléctricas sino de todos los sistemas infraestructurales interconectados. Desde el punto de vista estratégico, la comunidad científica y técnica insiste en la necesidad de aumentar las inversiones en modernización de redes, empleo de combustibles alternativos y tecnologías de almacenamiento que mejoren la resiliencia frente a fallos. Con la aceleración de la electrificación ligada a la transición ecológica, es vital que esta transformación vaya acompañada por un fortalecimiento de la robustez del sistema energético y mayor capacidad de respuesta ante eventos inesperados. Finalmente, este suceso también pone sobre la mesa el reto de la investigación multidisciplinar para entender mejor la influencia que los cambios climáticos tienen sobre la estabilidad de las redes eléctricas.
La rápida variación de condiciones meteorológicas, eventos extremos y nuevas interacciones imprevistas entre conductores y atmósfera pueden ser factores cada vez más relevantes en la operación del futuro. En conclusión, el apagón que afectó a España y Portugal representa un llamado a la acción en varios niveles. Desde la necesidad de una investigación técnica profunda que esclarezca las causas reales y ayude a prevenir futuros episodios, hasta la importancia de la colaboración internacional para gestionar redes interconectadas y la modernización integral de infraestructuras y protocolos. La península ibérica y Europa enfrentan un desafío crucial: lograr que la revolución energética y la transición hacia sistemas más sostenibles no comprometan la fiabilidad y estabilidad esencial para el día a día de millones de personas.