En el complejo mundo del comercio de petróleo, donde las sanciones internacionales y las regulaciones estrictas rigen las transacciones, han surgido prácticas poco convencionales para eludir controles y mantener el flujo comercial. Una de las maniobras más sorprendentes y reveladas recientemente es la reetiquetación del petróleo venezolano como si fuera brasileño en los envíos dirigidos a China. Esta estrategia, confirmada por fuentes del sector, empresas de seguimiento de tanques y monitoreo marítimo, representa una respuesta sofisticada y calculada para sortear sanciones impuestas principalmente por Estados Unidos y mantener los vínculos comerciales con el mayor importador mundial de crudo, China. El telón de fondo de esta práctica tiene raíces profundas en la situación política y económica que atraviesa Venezuela, un país que desde hace varios años enfrenta bloqueos y restricciones severas a sus operaciones energéticas a nivel internacional. En particular, desde 2019, Estados Unidos ha impuesto sanciones específicas dirigidas a restringir las exportaciones de crudo venezolano con el objetivo de asfixiar el financiamiento del gobierno de Nicolás Maduro, cuyas elecciones han sido cuestionadas por organismos internacionales por falta de transparencia y legitimidad.
Estas sanciones han generado un escenario en el cual los actores involucrados en el comercio petrolero venezolano han debido buscar alternativas para mantener la fluidez de sus ventas. Tradicionalmente, para evadir las inspecciones, el crudo venezolano se transfería a través de un proceso intermedio en Malasia, un punto de transbordo crucial para mezclar y cambiar la apariencia de los cargamentos, facilitando así su llegada a destinos como China sin revelar su origen verdadero. Sin embargo, desde julio de 2024, la dinámica ha evolucionado hacia una metodología aún más directa y astuta. Los documentos corporativos, el análisis satelital y la labor de rastreo de embarcaciones indican que el crudo venezolano está siendo reetiquetado como si proviniera de Brasil, una potencia petrolera reconocida y exenta de las sanciones que afectan a Venezuela. Esta etiqueta falsa permite que los petroleros naveguen directamente desde Venezuela hasta China sin la necesidad de detenerse en Malasia, ahorrando aproximadamente cuatro días de travesía en el mar y reduciendo costos logísticos que resultan claves en la industria.
Una parte crucial del engaño es el uso de técnicas de falsificación de la ubicación marítima, conocido como spoofing. Este método manipula las señales de localización de los tanques para hacer parecer que las embarcaciones zarpan de puertos brasileños, cuando en realidad su origen es venezolano. Este engaño es detectado gracias a la vigilancia constante mediante imágenes satelitales, fotografías terrestres y sistemas especializados de seguimiento que permiten a expertos como TankerTrackers.com identificar irregularidades y patrones sospechosos. Desde el punto de vista comercial, según datos de aduanas chinas, entre julio de 2024 y marzo de 2025, alrededor de 2.
7 millones de toneladas métricas, equivalentes a unos 67 mil barriles diarios, de mezclas bituminosas supuestamente provenientes de Brasil fueron importadas por China, con un valor que supera los 1.200 millones de dólares. No obstante, esta estadística no concuerda con los informes oficiales brasileños. Petrobras, la empresa petrolera estatal de Brasil, ha declarado que Brasil no ha exportado mezclas bituminosas a China durante este periodo, enfatizando que sus exportaciones son principalmente crudo de grado medio-dulce proveniente de sus campos offshore pre-sal, muy distinto al producto reportado. Esta discrepancia revela la magnitud del reetiquetado y el encubrimiento operativo que se está realizando.
Es importante destacar que el mezclado de bitumen o mezclas bituminosas generalmente se utiliza para la producción de asfalto, lo cual difiere del perfil típico del petróleo brasileño destinado a China, y contribuye a generar confusión respecto al origen y naturaleza de los cargamentos. Desde la perspectiva geopolítica, esta estrategia representa una respuesta a las presiones y sanciones externas, pero al mismo tiempo implica riesgos legales y diplomáticos para los países involucrados. Para Venezuela, es un salvavidas económico y político para continuar generando ingresos críticos. Para China, importador número uno de petróleo en el mundo, esta dinámica posibilita la diversificación de sus fuentes energéticas a pesar de las prohibiciones internacionales. Brasil, por su parte, se encuentra indirectamente envuelto en la controversia, enfrentando cuestionamientos respecto a la transparencia y gestión de los datos de exportación.
El sabotaje y manipulación tecnológica a través del spoofing demuestra cómo las capacidades digitales y satelitales están siendo utilizadas tanto para supervisar como para evadir controles en el comercio de hidrocarburos. Esta dualidad evidencia que la competencia geopolítica y económica también se libra en el campo tecnológico, donde el acceso a la información y su manipulación se convierten en herramientas estratégicas. A nivel económico, el ahorro en tiempo de transporte es vital, ya que en una industria con márgenes restringidos, cada día menos en el mar representa una reducción significativa en costos de operación y mayor oportunidad de mercado. Este factor ha incentivado a los operadores a adoptar el reetiquetado y la navegación directa, fortaleciendo así la red de suministro que conecta a Venezuela con China, placando momentáneamente los efectos asfixiantes de las sanciones. Sin embargo, este fenómeno no está exento de debate ético y legal.
La falsificación del origen de los productos constituye una violación a las normativas internacionales de comercio y puede anticipar represalias o un endurecimiento de las sanciones. Además, afecta la credibilidad de mercados y actores involucrados, generando incertidumbre en futuros contratos y acuerdos. En este contexto, las instituciones multilaterales, gobiernos y organismos de supervisión internacional tienen el desafío de lidiar con estas prácticas cada vez más sofisticadas que ponen a prueba la efectividad de sus mecanismos de control. Por ende, la cooperación internacional, el fortalecimiento de la transparencia y el uso innovador de tecnologías de monitoreo serán elementos esenciales para mitigar el impacto de maniobras similares. El caso del reetiquetado de petróleo venezolano como brasileño abre un precedente importante acerca de cómo las tensiones geopolíticas y las sanciones internacionales moldean el comercio de hidrocarburos, induciendo a los actores a encontrar vías paralelas y complejas que cuestionan la eficacia de los bloqueos económicos convencionales.