En un giro escalofriante de eventos que ha sacudido a varias comunidades en Estados Unidos, dos hombres de Florida han sido condenados a largas penas de prisión por su participación en una serie de robos violentos relacionados con criptomonedas. Remy Ra St. Felix, de 25 años, y Elmer Ruben Castro, de 23 años, fueron sentenciados la semana pasada en Greensboro, Carolina del Norte, por un esquema que dejó a varias familias traumatizadas y un rastro de delitos que se extendió desde Florida hasta Nueva York. La historia comenzó en abril de 2023, cuando St. Felix y Castro irrumpieron en el hogar de una pareja casada en Durham, Carolina del Norte.
En un acto de brutalidad, ataron a los esposos con cables y los mantuvieron a punta de pistola mientras exigían el acceso a sus dispositivos electrónicos. Fue durante este robo que se hicieron con una suma significativa: más de 150,000 dólares en criptomonedas, una cantidad que formaba parte de un botín mucho mayor que los criminales habían acumulado en sus actividades delictivas. La U.S. Attorney’s Office para el Medio Distrito de Carolina del Norte detalló que, junto con un grupo de cómplices, St.
Felix y Castro formaban parte de una red que robó más de 3.5 millones de dólares en efectivo, propiedades y criptomonedas en un breve período. Las investigaciones revelaron que no solo se limitaron a Carolina del Norte: su camino del crimen abarcó otros estados como Florida, Georgia, Texas y Nueva York, donde también llevaron a cabo robos armados y violentos. St. Felix, quien no era nuevo en el crimen, había sido reclutado en 2020 por Jarod Gabriel Seemungal, un compañero de West Palm Beach.
Inicialmente, Seemungal lideró la operación, pero con el tiempo, St. Felix tomó el control del grupo, que incluía a 11 otros miembros. Según documentos judiciales, plantearon un plan meticuloso para llevar a cabo sus asaltos, observando las residencias de sus víctimas durante días y utilizaban aplicaciones de mensajería cifrada para coordinar sus movimientos. Las tácticas que emplearon fueron alarmantes. Antes de cada robo, sistemáticamente identificaban a sus objetivos y discutían sobre cómo ingresar a sus hogares.
También hicieron uso de una técnica conocida como “SIM swapping” para obtener acceso a las cuentas de criptomonedas de sus víctimas, lo que les permitió robar considerable sumas de dinero sin necesidad de estar físicamente presente en la ubicación. El horror de estos asaltos se hizo evidente en algunos de los incidentes reportados. En septiembre de 2022, St. Felix y su grupo irrumpieron en una casa en Delray Beach, Florida. Mantuvieron en jaque a la familia, armados y listos para cualquier medida violenta para cumplir con sus propósitos.
En un incidente aún más impactante en diciembre de 2022, un hogar en Little Elm, Texas se convirtió en el escenario de un tres horas de tortura, donde los miembros de la familia vivieron momentos de terror mientras los delincuentes se llevaban 150,000 dólares en efectivo, dos relojes Rolex y una valiosa joya. Las autoridades fueron finalmente capaces de establecer contacto con las actividades delictivas del grupo gracias a la colaboración entre varias agencias, incluyendo el National Cryptocurrency Enforcement Team (NCET) de la División Criminal del Departamento de Justicia. Con su ayuda, se identificó y arrestó a St. Felix, quien, después de un juicio, fue condenado a 47 años de prisión, con cinco años de libertad supervisada tras su liberación, además de la obligación de pagar más de 500,000 dólares en restitución. Por su parte, Seemungal, quien admitió haber planeado y participado en los robos, recibió una sentencia de 20 años en prisión, seguidos también de 5 años de libertad supervisada; se le obligó a pagar más de 4 millones en restituciones.
Castro, quien se declaró culpable de conspiración para cometer secuestro y secuestro, será sentenciado el 1 de octubre, aunque aún no se ha determinado la duración de su pena. Este caso revela un rostro oscuro de la evolución de los delitos relacionados con criptomonedas, que a menudo son considerados como un atractivo para los criminales debido a la naturaleza descentralizada y anónima de estas monedas digitales. A medida que el uso de criptomonedas se ha vuelto más común y aceptado en la economía actual, también ha habido un aumento en los intentos de cometer fraudulentos y robos, lo que provoca preocupaciones sobre la seguridad y la protección de los usuarios. La condena de St. Felix y Castro no solo subraya la seriedad con la que se están tomando estos delitos, sino que también actúa como un recordatorio para los que manejan criptomonedas sobre la importancia de contar con sistemas de seguridad sólidos y de estar alerta a los movimientos sospechosos que puedan amenazar su seguridad personal y financiera.
La historia de estos dos hombres y sus crímenes violentos es un llamado a la acción para la sociedad en general. Es esencial que las comunidades se mantengan informadas y trabajen en conjunto para combatir el crimen en todas sus formas, especialmente aquellas que surgen de fenómenos tan contemporáneos como el uso de criptomonedas. La tecnología continúa avanzando y, con ella, también lo hace el ingenio de aquellos que buscan abusar de esos avances. El caso de St. Felix y Castro ha dejado una marca difícil de borrar en las comunidades que fueron objeto de sus robos.
La combinación de violencia, amenazas y la pérdida de bienes significativos ha dejado a muchas familias con traumas que pueden durar más que las sentencias impuestas a sus agresores. Mientras tanto, el sistema de justicia continúa desarrollándose para adaptarse a las complejidades de los nuevos delitos en la era digital, buscando siempre una forma de proteger a las víctimas y hacer que los delincuentes rindan cuentas por sus actos.