El financiamiento de las pequeñas y medianas empresas (PYMEs) constituye un pilar fundamental para la economía de cualquier país, especialmente en el Reino Unido, donde estas empresas representan una parte significativa del tejido empresarial y generan un empleo considerable. Sin embargo, pese a su importancia, el acceso al capital para estas organizaciones sigue siendo un reto persistente. En los últimos años, la pandemia del COVID-19 ha acentuado estas dificultades, evidenciando que las reformas regulatorias centradas únicamente en aspectos como el MREL no son suficientes para remediar las carencias del mercado financiero dedicado a las PYMEs. El MREL, siglas en inglés para Minimum Requirement for Own Funds and Eligible Liabilities, fue instaurado en el Reino Unido en 2016 siguiendo una línea de reformas globales tras la crisis financiera mundial de 2008. Su objetivo fue asegurar que los bancos posean un volumen adecuado de capital y pasivos elegibles que puedan absorber pérdidas, garantizando así su capacidad de ser reestructurados o liquidados sin que ello recurra a fondos públicos.
Si bien esta medida es crucial para la estabilidad financiera general, el modo en que fue implementada en el Reino Unido ha generado efectos menos deseables para ciertas entidades bancarias, en particular aquellas que sirven a las PYMEs. El principal problema radica en el umbral establecido por el Reino Unido para la aplicación de requisitos adicionales de capital, fijado en 15 mil millones de libras esterlinas en activos. Este valor es considerablemente más bajo que las referencias en otras jurisdicciones, como Estados Unidos y la Unión Europea, donde esta cifra oscila alrededor de los 100 mil millones. Al situar un límite tan exiguo, los bancos de tamaño medio y los especializados, que suelen ser pilares para el financiamiento de pequeñas empresas, se ven penalizados con incrementos abruptos en sus obligaciones de capital si superan el umbral, sin importar si representan o no un riesgo sistémico genuino. Tal situación desalienta a estos bancos a crecer, limitando su capacidad para competir eficazmente por el mercado de las PYMEs.
La consecuencia directa es una concentración del sector bancario en pocas grandes entidades, que muchas veces no están tan orientadas a las necesidades específicas de las pequeñas empresas, generando rigidez, repliegue crediticio y condiciones menos flexibles en los préstamos. La experiencia reciente confirma este panorama: desde el inicio de la pandemia, las tasas de aprobación de créditos para PYMEs han disminuido notablemente. Empresarios reportan la falta de respuesta adecuada de los bancos y términos demasiado rígidos que dificultan el acceso al financiamiento. Estas dificultades afectan la supervivencia y el crecimiento de las empresas pequeñas y medianas, impactando negativamente el desarrollo económico y la innovación. Frente a este escenario, las discusiones políticas han girado principalmente en torno a ajustes técnicos del marco MREL.
Se contempla elevar el umbral, ampliar los instrumentos elegibles para cumplir los requisitos o extender los plazos de adecuación. No obstante, esta mirada enfocada únicamente en la regulación bancaria obvia un actor con gran potencial para intervenir en el problema: el British Business Bank (BBB). Este organismo público tiene el mandato de mejorar el acceso al financiamiento para las PYMEs mediante diferentes esquemas, como las garantías de préstamos y colaboraciones con entidades privadas. En la práctica, el BBB actúa como un facilitador para que los pequeños negocios cuenten con opciones crediticias más accesibles y confiables. Sin embargo, dadas las actuales condiciones del mercado, con capital regulatorio cada vez más demandante, una concentración bancaria acentuada y la volatilidad en la financiación mayorista, el papel del British Business Bank podría y debería ser ampliado estratégicamente.
Más allá de simplemente reducir el riesgo de los préstamos, el BBB podría convertirse en un facilitador de acceso al capital para bancos no sistémicos que se encuentran limitados por MREL pero no representan un riesgo global significativo. Esta función ampliada permitiría que bancos medianos y especialistas aumenten su capacidad de prestar a PYMEs, incentivando la competencia y, en última instancia, beneficiando a los pequeños empresarios con mejores condiciones y mayor disponibilidad de crédito. Varios expertos, incluido Paragon Bank, han señalado que la implementación actual del MREL en Reino Unido afecta de manera desproporcionada a estas instituciones, reduciendo su préstamo potencial en decenas de miles de millones de libras en los próximos años. El involucramiento reforzado del BBB en la facilitación directa del capital para estos bancos podría aliviar esta carga y permitir un crecimiento más balanceado del sector bancario que favorezca la diversidad y la especialización en la oferta crediticia. Adicionalmente, fortalecería la resiliencia de las PYMEs ante crisis futuras, impulsando la innovación y el emprendimiento.
Para que esta visión pueda concretarse, se requiere voluntad política e innovación en las políticas públicas financieras. Es vital establecer mecanismos que flexibilicen el cumplimiento regulatorio para bancos no sistémicos sin comprometer la estabilidad del sistema, así como dotar al British Business Bank de instrumentos y recursos suficientes para que pueda cumplir este nuevo rol. En suma, la solución para los desafíos en la financiación de las PYMEs en el Reino Unido demanda ir más allá de simples reformas en la regulación bancaria. La integración de un British Business Bank más empoderado y comprometido en facilitar el acceso al capital para bancos especializados es clave para desbloquear el potencial económico de las pequeñas y medianas empresas. Como motores esenciales de empleo y crecimiento, las PYMEs merecen un entorno financiero que promueva su desarrollo sostenible y acceso justo a recursos financieros.
En un contexto global donde las PYMEs enfrentan crecientes retos y competencia, el Reino Unido tiene la oportunidad histórica de modernizar su arquitectura financiera de manera que estas empresas tengan el respaldo necesario para innovar, expandirse y contribuir al bienestar económico del país en las próximas décadas.