El trastorno bipolar es una condición psiquiátrica crónica y compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo, caracterizada por la alternancia de episodios de manía, depresión o ambos, deteriorando significativamente la calidad de vida y aumentando el riesgo de suicidio. Durante años, la ciencia ha intentado descifrar las causas subyacentes de esta enfermedad, y un avance reciente en investigación genética ha marcado un hito en este objetivo. En el estudio más grande hasta la fecha sobre el trastorno bipolar, un equipo internacional de científicos, entre ellos investigadores de la University College London (UCL), ha identificado 298 regiones del genoma humano con variaciones en el ADN que incrementan el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Esta cifra representa un aumento de más del cuádruple en comparación con los hallazgos genéticos previos, lo que subraya la complejidad genética de este trastorno. El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, destaca por ser la primera investigación a gran escala que incorpora datos genéticos de múltiples poblaciones ancestrales, incluyendo participantes de ascendencia europea, esteasiática, afroamericana y latina.
Este enfoque diverso permitió descubrir una nueva región genética asociada al trastorno en muestras procedentes de población esteasiática, lo que refleja la importancia de incluir diversos grupos demográficos para lograr resultados más globales y aplicables. Además, gracias a técnicas avanzadas como la asignación de variantes genéticas a genes específicos y el mapeo detallado de las mutaciones, los investigadores pudieron identificar 36 genes clave que podrían estar involucrados en el desarrollo o manifestación del trastorno bipolar. El trastorno bipolar afecta a una gran variedad de personas, con una prevalencia estimada entre 40 y 50 millones a nivel mundial. Se reconoce que existen dos subtipos principales: el tipo 1, en el que se presentan episodios tanto de manía plena como de depresión, y el tipo 2, que se caracteriza por episodios de hipomanía —una forma menos intensa de manía— junto con episodios depresivos. A pesar de ser una enfermedad relativamente común, el diagnóstico puede tardar en promedio hasta ocho años en realizarse correctamente, lo que genera un retraso significativo en la implementación de tratamientos eficaces y en la reducción del sufrimiento de los pacientes.
El estudio liderado por la Psychiatric Genomics Consortium (PGC), un consorcio internacional que reúne a más de 1.700 científicos de más de 65 países dedicados a la investigación genética en psiquiatría, involucró el análisis de la información genética de aproximadamente 2.9 millones de individuos a nivel mundial, de los cuales más de 158.000 tenían diagnóstico confirmado de trastorno bipolar. Para lograrlo, los investigadores examinaron más de 6.
7 millones de variaciones genéticas comunes, detectando aquellas que aparecen con mayor frecuencia en personas con la enfermedad. Este abordaje masivo y detallado ha permitido profundizar en la comprensión de los elementos genéticos y sus posibles mecanismos biológicos asociados a la patología. El profesor Andrew McQuillin, del departamento de psiquiatría de UCL y uno de los autores principales del estudio, señaló que aunque los tratamientos farmacológicos actuales ofrecen beneficios reales, no funcionan de manera óptima para todos los pacientes. Por tanto, identificar los genes relacionados con el trastorno bipolar podría facilitar la creación de nuevas terapias más específicas y eficaces. Complementariamente, la doctora Niamh Mullins, de la Icahn School of Medicine en Mount Sinai, agregó que conocer las variaciones genéticas prioritarias abre la puerta a realizar experimentos posteriores que ayuden a entender los mecanismos biológicos de cada gen en relación con la enfermedad.
Estos descubrimientos también pueden acelerar la búsqueda de dianas terapéuticas innovadoras, que finalmente se traduzcan en medicamentos más personalizados y efectivos. Uno de los hallazgos sorprendentes del estudio es la detección de diferencias genéticas según el tipo de participantes incluidos: pacientes reclutados en ambientes clínicos, individuos de estudios poblacionales generales y aquellos que se auto reportaron mediante encuestas online. Los resultados sugieren que estas diferencias pueden provenir de la distinta prevalencia de los subtipos de trastorno bipolar en cada grupo, con más pacientes tipo 1 en muestras clínicas y mayor presencia del tipo 2 en participantes que se auto reportan. Este hallazgo resalta la importancia de considerar el origen de los datos y la naturaleza de las muestras a la hora de interpretar resultados genéticos en futuros estudios. Desde un punto de vista biológico, la investigación encontró que el impacto genético del trastorno bipolar está relacionado con tipos específicos de células cerebrales, destacando las interneuronas GABAérgicas y las neuronas espinosas medias, ubicadas principalmente en áreas cerebrales como la corteza prefrontal y el hipocampo.
Estas regiones están involucradas en funciones cognitivas cruciales, regulación emocional y procesos de memoria, aspectos frecuentemente alterados en pacientes con trastorno bipolar. En un giro inesperado, las células del intestino y páncreas también mostraron asociacion genética con la enfermedad, lo que sugiere que el trastorno bipolar podría implicar una interacción más compleja entre el cerebro y otros sistemas orgánicos, extendiendo así el horizonte de futuras investigaciones hacia un concepto más holístico de la enfermedad. El profesor Ole Andreassen, de la Universidad de Oslo y otro autor destacado del trabajo, menciona que aunque estos descubrimientos no impactan de manera inmediata en el manejo clínico, sí abren la posibilidad de mejorar el pronóstico a largo plazo. Gracias a esta base genética sólida, se pueden anticipar mejores métodos de diagnóstico temprano, estrategias de prevención más efectivas y la implementación de la medicina de precisión en psiquiatría, que permita a los clínicos adaptar los tratamientos a las características genéticas individuales de cada paciente. Este avance es particularmente importante considerando la carga social y personal que conlleva el trastorno bipolar, así como la necesidad de reducir la tasa de suicidios asociada a esta enfermedad.
El avance también tiene un valor añadido para la comunidad científica internacional, pues representa un modelo de colaboración multidisciplinaria y multicultural que ha superado barreras tradicionales en la investigación genética, demostrando el poder de la integración de grandes bases de datos y el análisis conjunto para desentrañar enfermedades mentales complejas. Finalmente, estos hallazgos ponen en evidencia la relevancia crucial de seguir apoyando la investigación genética en trastornos psiquiátricos, ya que cada descubrimiento es un paso hacia la comprensión completa de las causas biológicas, la mejora de los cuidados y la calidad de vida de millones de personas afectadas. A medida que la tecnología evoluciona y los estudios aumentan en escala y profundidad, se espera que surjan nuevos genes y mecanismos que revolucionen la psiquiatría contemporánea y contribuyan a romper el estigma asociado a estas enfermedades. En conclusión, la identificación de cientos de regiones genéticas vinculadas al trastorno bipolar marca un antes y un después en el estudio de esta enfermedad mental. Esta investigación pone en evidencia la complejidad genética y biológica del trastorno y abre caminos prometedores para desarrollar tratamientos innovadores, mejorar los diagnósticos y, en última instancia, ofrecer a los pacientes una vida con mayor bienestar y oportunidades.
La colaboración internacional y el enfoque multidisciplinario garantizan que continuarán los avances en este campo, acercándonos cada vez más a respuestas definitivas frente al trastorno bipolar.