Título: Políticas económicas en la balanza: ¿Trump o Harris? En el complejo panorama político y económico de Estados Unidos, las decisiones de los líderes juegan un papel crucial en la forma en que se gestiona la deuda nacional. Con las elecciones presidenciales acercándose, el debate sobre las políticas económicas de Donald Trump y Kamala Harris ha tomado protagonismo. La pregunta que surge es: ¿cuáles de estas políticas tienen un impacto más negativo sobre la deuda del país? A lo largo de la administración de Trump, la economía estadounidense experimentó un auge que estuvo marcado por recortes de impuestos y una reducción regulatoria significativa. En 2017, Trump firmó la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos, que recortó los impuestos corporativos y personales. Si bien estos recortes fueron bien recibidos por muchos en el sector empresarial, también contribuyeron a un aumento significativo del déficit federal.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit alcanzó niveles récord, superando los 1 billón de dólares en 2019. Los críticos argumentan que los recortes de impuestos no solo beneficiaron a las grandes corporaciones y a los individuos más ricos, sino que también dejaron a las arcas del gobierno con menos recursos para invertir en programas sociales y en infraestructura. Esto creó una dicotomía entre el crecimiento de la deuda y la incapacidad del gobierno para financiar servicios esenciales. Por otro lado, Kamala Harris, como Vicepresidenta y miembro del partido demócrata, se ha enfocado en políticas que buscan aumentar el gasto en servicios sociales, educación y salud. Su enfoque en la inversión pública se basa en la premisa de que el gasto en estas áreas no solo beneficia a la sociedad en su conjunto, sino que también puede generar un crecimiento económico sostenible a largo plazo.
Sin embargo, este enfoque también tiene sus detractores. Los críticos de las políticas de Harris argumentan que un aumento en el gasto público, especialmente sin un plan fiscal claro para financiarlo, podría llevar a un aumento de la deuda nacional. Propuestas como la expansión del acceso a la atención médica mediante la implementación de un sistema de salud universal, así como el aumento del salario mínimo, requieren financiamiento significativo. Si bien muchos ven estos programas como necesarios para aliviar la carga económica de las clases trabajadoras, otros advierten que podrían exacerbar aún más el problema de la deuda. Además, el impacto de la pandemia de COVID-19 ha influido en el debate sobre la deuda nacional.
Durante la crisis, tanto la administración Trump como el equipo de Harris implementaron medidas de estímulo económico. Estos paquetes de ayuda, aunque fueron cruciales para mantener a flote la economía, también añadieron billones a la deuda nacional. Así, la pandemia ha hecho que la discusión sobre la deuda se vuelva aún más relevante. Una mirada más profunda a las políticas de ambos líderes muestra que, si bien Trump se centró en la reducción del déficit mediante el crecimiento económico y la desregulación, sus recortes fiscales generaron un aumento considerable en la deuda nacional. En este contexto, es importante considerar si sus políticas se sustentan en premisas prácticas a largo plazo o si están dirigidas por intereses económicos inmediatos.
Por el lado de Harris, su enfoque en el gasto social es más un reflejo de la teoría económica keynesiana. Desde este punto de vista, invertir en el bienestar social puede ayudar a estimular la economía en tiempos de crisis. Los defensores de esta estrategia argumentan que, a largo plazo, la reducción de la pobreza y el aumento en la educación terminarán por generar mayores ingresos fiscales que ayudarían a pagar la deuda acumulada. Sin embargo, la falta de un plan claro para financiar estas iniciativas ha llevado a la preocupación de que los déficits puedan crecer aún más sin control. Además, las implicaciones políticas de estas políticas no deben subestimarse.
El comportamiento de los votantes en las urnas también está influenciado por su percepción de la economía y la deuda. Si los ciudadanos sienten que la carga de la deuda está aumentada sin beneficios tangibles, pueden volverse en contra del partido político en el poder. Esto coloca a ambos líderes en una posición delicada, donde cada decisión económica influye en su popularidad y en su futuro político. Otro aspecto importante a considerar son las repercusiones a nivel internacional. La deuda nacional de EE.
UU., que supera los 31 billones de dólares, no solo afecta a los ciudadanos estadounidenses, sino que también tiene implicaciones globales. La forma en que el país maneje su deuda puede influir en la estabilidad económica mundial. Por ejemplo, un aumento desmedido en la deuda podría afectar el valor del dólar y provocar una pérdida de confianza internacional en la economía estadounidense. Esto, a su vez, tendría efectos en el comercio, la inversión extranjera y en la economía global en general.