La industria de las criptomonedas, una de las más disruptivas y en crecimiento en el ámbito financiero, se encuentra en medio de una intensa guerra civil mientras se acerca el ciclo electoral de 2024 en Estados Unidos. Lo que una vez fue un ecosistema relativamente unido ahora muestra profundas divisiones, con diferentes facciones que luchan por el control de la narrativa política y la influencia sobre los candidatos presidenciales y las elecciones al Congreso. Los actores de la criptografía -desde los lobbyistas hasta los inversores y las plataformas de intercambio- están lidiando con sus propias diferencias ideológicas, lo que ha llevado a un clima de confusión y frustración. Con una inversión de casi 170 millones de dólares en super PACs (comités de acción política) para influir en las elecciones que tendrán lugar el próximo año, la industria de las criptomonedas está luchando por definir su papel en la política. Sin embargo, las tensiones han estallado entre las facciones de izquierda y derecha, que no logran ponerse de acuerdo sobre cómo proceder.
La indecisión se intensifica a medida que figuras prominentes de la industria hacen declaraciones sobre sus preferencias políticas, lo que causa un eco ensordecedor de descontento en ambos lados del espectro político. Los líderes de la industria de las criptomonedas expresan su preocupación por el hecho de que el sector está inclinándose demasiado hacia la derecha, apoyando al candidato presidencial republicano Donald Trump. Este, a su vez, ha prometido políticas que favorecerían a las empresas de activos digitales. No obstante, el enfrentamiento se ha intensificado, ya que algunos lobistas y ejecutivos demócratas comienzan a buscar espacio para negociar con la candidata demócrata Kamala Harris, temiendo que su alineación exclusiva con los republicanos a largo plazo podría resultar perjudicial. Los conflictos han llegado incluso a la esfera pública: donantes destacados han abandonado iniciativas políticas en protesta por la inclinación a favorecer a Trump y a otros republicanos.
El megadonante demócrata Ron Conway, conocido por su apoyo a startups e innovaciones tecnológicas, se retiró de la red de super PACs de criptomonedas después de que se anunciaran planes para financiar campañas en contra de senadores demócratas. Esta salida no solo menciona una desavenencia política, sino que también plantea preguntas sobre la lealtad de la industria hacia el partido que podría ser clave para su futuro. Kristin Smith, CEO de la Blockchain Association, mencionó: “Hay una enorme cantidad de emoción en este momento...
Hay una estrategia de la industria y luego está la estrategia individual de cada uno, y esas no siempre están completamente alineadas”. Frases como esta resaltan la complejidad del ambiente en el que los líderes de criptomonedas navegan, donde las ambiciones personales pueden chocar con el bien mayor de la industria. En el Capitolio, estas diferencias se han traducido en un empantanamiento legislativo que podría comprometer avances significativos en la regulación de las criptomonedas. La esperanza de los actores de la criptografía de obtener un marco regulatorio claro y favorable podría verse truncada por la polarización política emergente en torno al sector. Un asistente del Congreso notó la frustración generalizada en el campo: “Desde el anuncio de Ohio del super PAC, ha sido un desastre.
Los demócratas están molestos, los republicanos están molestos, todos están molestos”. Esta situación no es inesperada en un año electoral, pero lo que es digno de mención es cómo la propia industria está dividida en este contexto. A la par del caos político, algunos promotores de criptomonedas comienzan a plantear la idea de frenar sus esfuerzos de cabildeo y apoyo político hasta que haya claridad sobre quién dominará el gobierno posteriormente. La lógica es simple: si Trump tiene posibilidades de ganar, esperar a que su administración consolide el poder podría resultar en un entorno más propicio para sus intereses. Un cabildero de criptomonedas que conversó bajo condición de anonimato comentó: “Si crees que Donald Trump va a ganar las elecciones, y particularmente si piensas que el Senado probablemente estará bajo control de los republicanos, ¿por qué negociar en tu contra?” Sin embargo, este enfoque también genera críticas.
Luz y sombra se entrelazan mientras los lobbyistas demócratas advierten que centrarse únicamente en el GOP (Partido Republicano) es un error. Muchos de ellos están ansiosos por conectar con la campaña de Harris, argumentando que esta podría adoptar políticas más favorables hacia las criptomonedas en comparación con su predecesor, Joe Biden, cuyo gobierno ha adoptado una postura escéptica y crítica hacia la industria. Las dudas siguen surgiendo. La industria de las criptomonedas goza de una representación equilibrada: hay tantos republicanos como demócratas en sus filas, lo que la convierte en un fenómeno único que genera conflictos internos. Vemos que figuras importantes de la industria, como Marc Andreessen de Andreessen Horowitz y los gemelos Winklevoss, han expresado sus preferencias políticas, apoyando fuertemente a Trump.
Esto ha sido recibido con desencanto y resistencia entre aquellos que abogan por un enfoque bipartidista. El emprendedor Jonathan Padilla, quien busca apoyo para Harris, sostiene que la extrema inclinación hacia la derecha ha provocado gran consternación en la izquierda y ha dificultado la posibilidad de un entendimiento. La polarización que surge de esta guerra civil tiene implicaciones que podrían alcanzar más allá de las elecciones de 2024. Un nuevo enfoque podría arruinar años de esfuerzos bipartidistas en torno a la regulación de criptomonedas. La preocupación aumenta a medida que las contribuciones políticas se ven arrastradas por rencores personales y luchas por liderazgo, en lugar de ser guiadas por lo que podría beneficiar al sector en su conjunto.
La industria de las criptomonedas ha llegado a un cruce donde cada decisión política se convierte en un factor determinante para su futuro. Con elecciones cruciales en el horizonte y un clima político divisivo, los actores dentro de la industria deben encontrar una manera de unir sus fuerzas, si desean seguir influyendo de manera efectiva en la política estadounidense. El tiempo dirá si la guerra civil interna se transformará en una conciliación pragmática o si las fracturas se profundizarán hasta impedir que el sector avance en sus objetivos ambiciosos.