La percepción del color ha fascinado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Los colores que vemos cada día son estímulos que nuestro cerebro interpreta a partir de la luz y la respuesta de las células especializadas en nuestros ojos, llamadas conos. Sin embargo, ¿qué pasaría si pudiéramos experimentar un color más allá de nuestro espectro natural? Un equipo científico de la Universidad de California en Berkeley ha logrado abrir esa puerta con la creación y percepción de un color completamente nuevo denominado 'olo'. Esta experiencia, descrita como profunda y casi extática, invita a redescubrir la manera en que nuestro cerebro y ojos interactúan con el mundo visible, ampliando los límites de la percepción humana. El color 'olo' no es solo un matiz jamás registrado en ninguna paleta tradicional como Pantone, sino que es un fenómeno visual que solo puede ser experimentado en condiciones sumamente especiales dentro de un laboratorio en un pequeño cuarto en California.
Para poder ver este color, los sujetos deben sentarse en una habitación que mide aproximadamente nueve por trece pies, con una máquina compleja que emite un láser directamente en el ojo. Lo particular del método es que el láser se dirige a más de mil células conos en la retina, previamente mapeadas con gran precisión para activar un tipo de visión que ninguna luz natural puede generar. La ciencia detrás de este experimento es tan fascinante como su resultado visual. La retina humana cuenta con tres tipos principales de conos, responsables de captar el espectro del rojo, verde y azul. Cada tipo responde a frecuencias específicas de luz, y es la combinación de estas señales la que el cerebro interpreta para crear la experiencia del color.
Sin embargo, activando estratégicamente estas células con un láser que estimula áreas muy específicas, el equipo de investigadores consiguió producir una sensación visual que no corresponde a ninguna mezcla conocida de colores. Austin Roorda, profesor de optometría en Berkeley y uno de los pioneros en experimentar el nuevo color, se ha referido a la experiencia como algo profundamente transformador, describiéndolo como un 'teal ultraintenso', una tonalidad que lleva más allá de lo que el ojo humano puede normalmente captar. Aunque muchos podrían imaginar que se trataría de un evento espectacular, Roorda explica que el proceso es tranquilo y focalizado, pero que el impacto emocional y cognitivo posterior fue significativo, evocando una sensación de euforia científica y una nueva apreciación por la complejidad de la visión. Este descubrimiento tiene importantes implicaciones en múltiples campos como la neurociencia, la óptica y la psicología. Por un lado, demuestra que la percepción del color no está completamente definida ni limitada por las combinaciones de conos existentes, sino que puede extenderse con ayuda tecnológica que manipule la forma en que nuestros ojos y cerebro interpretan la luz.
Esto abre la puerta a futuros experimentos diseñados para explorar la posibilidad de colores y experiencias visuales adicionales, de manera que podamos comprender mejor cómo funciona la percepción y cómo puede ser ampliada artificialmente. Además, la experiencia de ver un nuevo color desafía nuestras nociones filosóficas sobre la subjetividad de la percepción sensorial. ¿Podemos realmente decir que todos vemos el mismo 'rojo' o 'verde'? Esta investigación sugiere que nuestra visión colorimétrica es mucho más variable y adaptable de lo que se pensaba, y que la experiencia humana del color puede ser enriquecida con nuevos estímulos. El fenómeno también abre debates sobre cómo describir algo que no tiene precedente en nuestra experiencia: ¿es un descubrimiento o una creación científica? Este matiz cobra importancia cuando se considera la naturaleza del color como una experiencia subjetiva y colectiva al mismo tiempo. El experimento también nos invita a reflexionar sobre las limitaciones actuales de la tecnología de visualización y reproducción de color.
Los sistemas tradicionales como las pantallas digitales, la impresión e incluso la iluminación artificial dependen de valores estandarizados calibrados para reproducir una gama limitada de colores. Si nuestra percepción puede expandirse a través del estímulo científico, surge la cuestión de cómo las futuras tecnologías podrían replicar o incluso integrar ese nuevo espectro para mejorar la comunicación visual, el arte, el diseño y la experiencia de usuario. Por otro lado, esta experiencia redefine el potencial del ser humano para interactuar con el mundo de forma más profunda. La visión no es solo una función pasiva; es una puerta activa a la percepción y la cognición. Ver un color hasta ahora desconocido es un testimonio de cómo podemos extender los límites de nuestra comprensión sensorial y también cómo la tecnología puede entrelazarse con la biología para ofrecer nuevas formas de interacción con nuestro entorno.