El día de las elecciones presidenciales en Estados Unidos es un evento que atrae la atención del mundo entero. Este año, el 5 de noviembre de 2024, la atención estará centrada en la competencia entre el expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, quienes se disputan la Casa Blanca en un ambiente de polarización política y expectativas elevadas. Pero, ¿qué sucede realmente en este día crucial para la democracia estadounidense? Desde primeras horas de la mañana, los ciudadanos se disponen a ejercer su derecho al voto. Los colegios electorales abren en distintos estados a diferentes horas, comenzando generalmente alrededor de las 7 de la mañana, aunque hay estados que lo hacen ya desde el amanecer. A lo largo y ancho del país, miles de personas forman largas filas en las entradas de los centros de votación, con el objetivo de hacer sentir su voz en la elección más importante del país.
Una gran parte de los votantes ha optado por el voto anticipado o por correo, una opción que ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente tras la pandemia de COVID-19. Este año, un número significativo de ciudadanos ha enviado sus boletas por correo o ha votado en persona durante el periodo de votación anticipada. Sin embargo, la esencia del día de las elecciones se siente en la energía que se genera en los colegios electorales, donde una mezcla de nerviosismo y entusiasmo se manifiesta entre los votantes. La elección presidencial en Estados Unidos no es simplemente una votación directa para elegir al presidente. En su lugar, los ciudadanos votan para elegir a un grupo de personas llamadas electores.
Este sistema del Colegio Electoral establece que hay un total de 538 electores en el país, y para ganar la presidencia, un candidato necesita más de la mitad de esos votos, es decir, al menos 270. Este mecanismo, que fue creado en el siglo XVIII, ha sido objeto de críticas y debates a lo largo de los años, pero sigue siendo el sistema vigente. A medida que los votantes depositan sus boletas, se generan expectativas sobre los resultados. Cada estado cierra sus urnas a diferentes horas, lo que crea una situación única en la que los resultados comienzan a llegar en distintas etapas. En la costa este, por ejemplo, mientras los resultados son tabulados, los votantes en estados como Alaska y Hawái aún están en camino a sus colegios electorales.
Esta diversidad horaria puede influir en la percepción del resultado global a lo largo de la noche electoral. Durante la jornada electoral, los medios de comunicación comienzan a hacer proyecciones basadas en las cifras de votos anticipados y en las primeras tendencias de la noche. Sin embargo, se debe tener en cuenta que, aunque los medios anuncien un ganador, el proceso de conteo de votos es complejo y puede llevar tiempo, especialmente en un contexto donde las boletas por correo son cada vez más comunes. En las elecciones de 2020, por ejemplo, el mundo observó con asombro cómo la declaración del ganador se prolongó durante varios días, cuando los métodos de conteo y verificación de las boletas finalmente dieron lugar a la confirmación de Joe Biden como presidente electo, mientras que Trump disputaba los resultados en varios estados clave. Este ciclo electoral también se verá caracterizado por una atención intensa a la información que circula en redes sociales y plataformas digitales.
La desinformación, que ha sido una preocupación creciente en años recientes, juega un papel fundamental en la percepción pública y en la confianza en el proceso electoral. Los votantes deben ser más críticos que nunca con la información que consumen y difunden, ya que las campañas de desinformación pueden influir en las decisiones electorales. El día de las elecciones también es un momento de reflexión y de civismo. Muchos ciudadanos sienten un orgullo particular al cumplir con su deber cívico, y hay un sentimiento de comunidad en el aire. Las organizaciones no gubernamentales y los grupos de voluntarios hacen su parte para garantizar que el proceso electoral sea justo y accesible.
Su labor incluye la asistencia a votantes con discapacidades, la búsqueda de una identificación adecuada y la ayuda a aquellos que enfrentan dificultades para llegar a las urnas. A medida que se acerca la noche del 5 de noviembre, la expectativa aumenta. Las encuestas de salida, que se realizan después de que los votantes han votado, pueden dar una idea de cómo se perfila el resultado, pero siempre existe margen de error. Los analistas políticos discuten las tendencias en tiempo real, tratando de prever quién podría ganar en estados considerados clave. Finalmente, una vez que se cierran las urnas y los resultados comienzan a ser contados, el país se siente en vilo.
Los resultados iniciales pueden cambiar drásticamente a medida que se cuentan los votos por correo, y los candidatos pueden declararse triunfadores o hacer llamados a la cautela dependiendo de cómo se proyecten los resultados. Es importante recordar que, después de la elección, el trabajo no ha terminado. Los candidatos deben esperar la confirmación oficial de los resultados y, en caso de una contienda cerrada, podría haber recuentos o impugnaciones legales. Este proceso puede extenderse, como vimos en años anteriores, y mantener a la nación con los nervios de punta. Así, el día de las elecciones en Estados Unidos es mucho más que un simple evento en un calendario; es una muestra palpable de la democracia en acción.
Desde la emoción en los colegios electorales, pasando por el conteo de los votos hasta la declaración del ganador, cada paso en este proceso es crucial. En 2024, mientras Donald Trump y Kamala Harris compiten en un clima de tensiones políticas, el día de la elección no solo será un testimonio de la voluntad del pueblo, sino también un reflejo de la resiliencia de una nación que, a pesar de sus divisiones, se une en un momento de ejercicio democrático. Las elecciones son, sin duda, un hito en la narrativa estadounidense, y el 5 de noviembre promete ser una jornada memorable en este contexto.