En los últimos años, el uso de Bitcoin y otras criptomonedas ha experimentado un crecimiento significativo, especialmente en contextos de crisis económicas y financieras. Así lo confirma un reciente informe publicado por el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), que revela cómo las personas recurren cada vez más a estos activos digitales no solo como instrumentos de inversión, sino también como mecanismos fundamentales para sobrevivir y sortear las dificultades propias de entornos económicos inestables. El documento del BIS indica que en países afectados por altos niveles de inflación, elevados costos en las transferencias de dinero y restricciones gubernamentales sobre el movimiento de capitales, la utilización de Bitcoin y stablecoins como USDT y USDC aumenta considerablemente. Estos activos digitales ofrecen una red de seguridad cuando los sistemas financieros tradicionales fallan o se vuelven demasiado costosos, además de facilitar pagos internacionales de menor tamaño con mayor rapidez y eficiencia. Bitcoin ha dejado de ser visto únicamente como un activo especulativo para convertirse en una herramienta práctica para millones de personas.
En economías donde el valor de la moneda local se desploma rápidamente, o donde enviar y recibir fondos desde el extranjero representa un desafío debido a regulaciones o costos, las criptomonedas emergen como una solución accesible y confiable para custodiar el valor y efectuar transacciones. El informe también señala que las medidas de control de capital aplicadas por algunos gobiernos para restringir la salida o entrada de dinero fomentan el uso de criptomonedas como medio para evadir estas barreras. En dichos contextos, el volumen de operaciones con Bitcoin y otros activos digitales tiende a incrementarse, demostrando que las criptomonedas funcionan como una válvula para evitar trabas financieras y mantener el flujo económico cuando los mecanismos convencionales se vuelven inflexibles. El crecimiento en los pagos transfronterizos realizados vía criptomonedas es particularmente destacable. Según la investigación del BIS, los flujos internacionales de Bitcoin, Ethereum, USDT y USDC crecieron exponencialmente entre 2017 y 2021, alcanzando cifras cercanas a los 800 mil millones de dólares en el cuarto trimestre de 2021.
Aunque hubo una caída en 2022 debido a un mercado bajista de criptomonedas, los valores volvieron a recuperarse y para la mitad de 2024 se estima que los flujos alcanzaron aproximadamente 600 mil millones de dólares. Inicialmente Bitcoin representaba alrededor del 80% de esos pagos transfronterizos, pero su participación ha descendido a menos del 25%, ya que los usuarios optan cada vez más por stablecoins que ofrecen estabilidad en el valor y menores costos en transacciones. Este cambio refleja la evolución del ecosistema cripto y la diversificación en la elección de instrumentos digitales según las necesidades específicas de cada usuario. Otra conclusión importante del informe es que el uso de Bitcoin y criptomonedas no depende tanto de la ubicación geográfica o del idioma de las personas, sino de las necesidades económicas que enfrentan. Lejos de ser una moda, el recurso se utiliza en función de la urgencia de proteger el valor del dinero y facilitar los movimientos financieros.
Además, el estudio destaca que durante periodos de mayor incertidumbre financiera global, medidos a través de indicadores como el índice de volatilidad (VIX), la adopción de criptomonedas se incrementa notablemente. Esto demuestra que no solo individuos comunes, sino también inversores y empresas, recurren a Bitcoin para gestionar riesgos y adaptarse a entornos financieros adversos. El rol de Bitcoin durante tiempos difíciles va más allá de una mera inversión especulativa, convirtiéndose en un activo que ofrece mayor autonomía financiera y flexibilidad ante la inestabilidad monetaria y regulatoria. Esta nueva función planteada por el informe invita a reconsiderar el lugar de Bitcoin en el panorama económico mundial, dándole relevancia como una alternativa válida y accesible para millones de personas que buscan preservar su poder adquisitivo y mantener conectadas sus finanzas. Es importante subrayar que mientras los bancos tradicionales y las instituciones financieras suelen enfrentar obstáculos cuando se trata de adaptarse rápidamente a crisis económicas, las criptomonedas brindan un acceso más directo y menos condicionado a soluciones financieras digitales.
Esta eficiencia tecnológica no solo facilita los pagos instantáneos sino que también permite sortear límites impuestos por la falta de confianza en las monedas locales o las restricciones impuestas por las políticas económicas. En consecuencia, la expansión en el uso de Bitcoin también puede interpretarse como un síntoma de las deficiencias de los sistemas financieros convencionales para enfrentar ciertas realidades económicas, especialmente en países vulnerables a la inflación y a controles estrictos de capital. Las personas buscan preservar su estabilidad financiera a través de mecanismos alternativos que les brinden mayor control sobre sus recursos. El reporte el BIS además destaca cómo el ecosistema de stablecoins gana protagonismo, debido a que su estabilidad relativa frente a monedas fiduciarias tradicionales las convierte en una opción preferida para pagos cotidianos y remesas transfronterizas. Mientras Bitcoin sigue siendo valorado por su descentralización y seguridad, la simplicidad y menor volatilidad de las stablecoins las hacen más adecuadas para usos directos en comercio y servicios.
A medida que la tecnología blockchain continúa evolucionando y la adopción de criptomonedas se amplía, es probable que veamos nuevas formas en que las personas pueden enfrentar problemas financieros derivados de crisis económicas o políticas restrictivas, utilizando activos digitales para proteger el valor de sus ingresos y realizar operaciones financieras con mayor autonomía. Esta transformación también plantea desafíos regulatorios y de supervisión que los gobiernos y organismos internacionales deberán abordar para equilibrar la protección al consumidor con la innovación en servicios financieros digitales. Sin embargo, el crecimiento observado en la adopción de Bitcoin en tiempos de estrés económico es un indicio claro del papel cada vez más relevante que estas tecnologías tendrán en el futuro del sistema financiero global. En resumen, el más reciente informe del Banco de Pagos Internacionales subraya cómo Bitcoin y las criptomonedas han pasado a ser recursos fundamentales para millones de personas en situaciones de crisis económica, inflación galopante y controles de capital restrictivos. Estas herramientas permiten proteger el valor del dinero, facilitar pagos rápidos y eficientes, y eludir obstáculos en los sistemas financieros tradicionales.
La evolución hacia un uso más diversificado de activos digitales, incluyendo stablecoins, refleja la madurez creciente del sector y la adaptabilidad de sus usuarios ante las necesidades cambiantes del contexto económico mundial.