Título: "Somos Una Gran Familia Humana y Merecemos Una Criptomoneda Mundial" En el vasto universo de las finanzas, una conversación emergente está capturando la atención no solo de economistas y tecnólogos, sino también de ciudadanos comunes preocupados por el futuro económico del planeta. La idea de que una criptomoneda global podría sustituir al dólar estadounidense como la principal moneda de reserva mundial no es un concepto nuevo, pero su relevancia está creciendo a pasos agigantados. En un mundo cada vez más interconectado y globalizado, la necesidad de una moneda que unifique a la humanidad se vuelve más urgente. Farzam Ehsani, CEO del intercambio VALR, ha expuesto en numerosas ocasiones su creencia de que no solo necesitamos, sino que también merecemos una criptomoneda mundial. Sus argumentos, compartidos en un reciente podcast, enfatizan que estamos avanzando hacia una economía sin fronteras donde el acceso a la justicia financiera es esencial para combatir la creciente desigualdad.
“El mundo no solo necesita una moneda mundial, la merece”, afirma Ehsani, subrayando que este cambio no será instantáneo, pero la dirección es clara. El dólar estadounidense ha dominado como la principal moneda de reserva durante décadas, sin embargo, su hegemonía se encuentra amenazada por múltiples factores. La inestabilidad económica y política global, la polarización política y el nacimiento de bloques geopolíticos rivales como BRICS han hecho que muchas naciones reconsideren su dependencia del dólar. Estos eventos están incentivando la búsqueda de alternativas viables que puedan servir como refugios seguros en tiempos de crisis. Ehsani señala que la historia de las monedas de reserva está marcada por la subida y caída de grandes potencias.
El camino del dólar no es único; antes de su reinado, divisas como la libra esterlina, el escudo español y el florín neerlandés presenciaron su momento de gloria. Sin embargo, en un mundo donde la economía digital y la tecnología blockchain están en constante evolución, la necesidad de un cambio radical se vuelve evidente. Los acontecimientos recientes, como la decisión de Estados Unidos de congelar las reservas de Afganistán tras la llegada de los talibanes al poder o de cortar a Rusia del sistema SWIFT tras su invasión a Ucrania, han resaltado el lado sombrío del uso del dólar como herramienta de poder. Estas acciones han llevado a numerosos países a explorar opciones que no dependan de una moneda que pueda ser "arma" en manos de un solo país. Las naciones del BRICS, por ejemplo, están trabajando en la creación de su propia moneda para facilitar el comercio entre ellas sin la injerencia del dólar.
El ascenso de Bitcoin como un activo estratégico también resalta su papel en la evolución monetaria. Recientemente, Donald Trump habría mencionado su interés en establecer una "reserva nacional estratégica de Bitcoin" si regresa a la Casa Blanca, abogando porque Estados Unidos comience a minar Bitcoin de manera industrial. Estos comentarios son representativos de una tendencia creciente hacia la aceptación de las criptomonedas como una opción seria frente a las monedas tradicionales. Ehsani argumenta que las criptomonedas son la respuesta lógica en la búsqueda de una moneda mundial, dado que la historia ha demostrado que las monedas de reserva no siempre han sido divisas fiat. Antes del predominio de las monedas nacionales, el oro y la plata eran consideradas como las reservas más seguras.
En la actualidad, el mundo ya no se sostiene en los límites de las naciones; el auge de Internet y los viajes aéreos han transformado la concepción del estado-nación, moviéndonos hacia una "sociedad sin fronteras". Al analizar los sistemas monetarios globales, es importante reconocer las injusticias que enfrentan las poblaciones más vulnerables. En muchos casos, las familias dependen de las remesas para sobrevivir, sin embargo, los altos costos de transferencia a menudo erosionan gran parte de esos ingresos. Ehsani cita el caso de trabajadores migrantes de Zimbabue en Sudáfrica, quienes a menudo enfrentan comisiones exorbitantes al enviar dinero a casa. Esta realidad pone de manifiesto cómo los intermediarios están beneficiándose a expensas de quienes menos tienen.
La creciente desigualdad es un poderoso motor para el cambio hacia las criptomonedas, sobre todo en economías en desarrollo. Países como India, Nigeria, y Argentina han visto una adopción espectacular de criptomonedas, con una parte significativa de su población involucrada en este universo digital. A medida que la concienciación crece, también lo hace la aceptación del potencial que ofrece un ecosistema financiero alternativo que puede abordar desafíos contemporáneos. El futuro de la economía global seguramente se verá transformado por una criptomoneda mundial. Ehsani no lo ve simplemente como un sueño optimista de unidad mundial, sino como una consecuencia inevitable de las disparidades existentes.
Hay precedentes en la historia que demuestran que los grandes cambios son posibles: la evolución del rol de la mujer en la sociedad, por ejemplo, que ha pasado de ser silenciado a ser voz activa en el discurso político y social. "Vivimos en una aldea global, por lo que no tiene sentido tener una moneda mundial que esté bajo el control de un país", concluye Ehsani. A medida que la cultura y las interacciones humanas se densifican a nivel global, la idea de una humanidad unida comienza a tomar forma, desafiando la fragmentación impuesta por el nacionalismo. El camino hacia la aceptación de una criptomoneda como moneda de reserva mundial no estará exento de desafíos. Las tensiones políticas, los riesgos de regulación, la resistencia de los sistemas tradicionales y las cuestiones éticas seguirán siendo obstáculos a superar.
Sin embargo, la inevitable interconexión de las economías, impulsada por las necesidades básicas de justicia y equidad, podría acelerar este proceso de transformación. Hoy en día, estamos en la cúspide de un cambio paradigmático que podría dar lugar a una nueva era financiera donde la pertenencia y la responsabilidad globales se coloquen en el centro del relato económico. Es esencial que el diálogo sobre la criptomoneda mundial continúe, no solo como una opción de inversión, sino como una herramienta potencial para empoderar a las comunidades y rediseñar el panorama económico de la humanidad. Así, la visión de Ehsani se vuelve cada vez más pertinente en nuestras discusiones sobre el futuro: "Somos una familia humana. Lo que nos une es más poderoso que lo que nos divide".
La posibilidad de una criptomoneda global puede ser el primer paso hacia un mundo donde la equidad y la justicia financiera sean un derecho para todos, no un privilegio para unos pocos.