En abril de 2025, el mundo financiero presenció una significativa contracción en la actividad de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés), alcanzando el nivel más bajo en más de 20 años. Este fenómeno estuvo estrechamente vinculado a las políticas económicas y comerciales dictadas por el entonces presidente estadounidense Donald Trump, específicamente tras su controvertido anuncio del denominado “Liberation Day”. Este evento marcó el inicio de una escalada en tensiones comerciales globales, motivada por la imposición de aranceles a prácticamente todos los países desde el 2 de abril, lo que tuvo un efecto dominó inmediato en los mercados y las decisiones corporativas a nivel mundial. Antes de estas medidas, el mercado M&A se mostraba prometedor, con expectativas de un año vibrante debido al ambiente proempresarial promovido por la administración Trump. Sin embargo, la realidad fue diametralmente opuesta: cifras precipitadas y un clima generalizado de incertidumbre afectaron la confianza necesaria para que directivos y líderes empresariales llevaran adelante operaciones de gran envergadura.
Las fusiones y adquisiciones son un reflejo fiel del estado de la economía global, ya que involucran la consolidación, expansión y reestructuración de empresas que buscan optimizar sus recursos y adaptarse a nuevos escenarios. La caída observada en los contratos firmados en abril no solo significó un retroceso en la actividad financiera, sino que también puso de manifiesto cómo las políticas comerciales pueden afectar la dinámica empresarial a nivel mundial. Según datos recopilados por Dealogic para Reuters, en Estados Unidos apenas se firmaron 555 acuerdos durante ese mes, posicionándose como la cifra más baja desde mayo de 2009, año que aún guardaba las secuelas de la crisis financiera mundial de 2008-2009. Una de las principales consecuencias del anuncio de Trump fue la reacción en cadena que generó en los mercados financieros y en la toma de decisiones de los CEOs y CFOs de compañías globales. El paquete arancelario, que contemplaba un incremento mínimo del 10% a productos importados y elevadas tasas en relación con socios estratégicos como China, Japón y países europeos, alteró repentinamente las condiciones de competencia y costos en numerosas industrias.
Esta incertidumbre llevó a numerosos directivos a postergar operaciones que previamente tenían en agenda, desde fusiones hasta ofertas públicas iniciales (IPOs), debido a la dificultad de dimensionar el impacto financiero y estratégico de los nuevos gravámenes. Lorenzo Paoletti, director general de banca de inversión en Truist Securities, expresó que muchos asesores financieros recomendaron a sus clientes la cautela durante este período, aconsejándoles mantener liquidez por si la dinámica de los aranceles y las represalias comerciales escalaran aún más. Esta postura preventiva fue común, ya que sin un marco claro y estable de políticas comerciales, las empresas prefieren esperar y analizar con mayor profundidad antes de comprometer recursos significativos en operaciones que podrían resultar menos rentables o con riesgos elevados. La actividad global de firmas M&A descendió a 2,330 acuerdos en abril, cifra que representa una baja pronunciada de un 34% en comparación con el promedio mensual histórico y remite a niveles no vistos desde 2005. Aunque algunos acuerdos de alto perfil, como la adquisición por 24.
25 mil millones de dólares realizada por Global Payments, lograron mantener cierta vitalidad en el mercado, no fueron suficientes para contrarrestar la tendencia generalizada de contracción. En términos de valor, la actividad global se redujo hasta aproximadamente 243 mil millones de dólares, reflejando una caída de más de la mitad respecto al mes anterior y un 20% por debajo del promedio mensual que se ha observado en las últimas dos décadas. El impacto de esta coyuntura no se limitó exclusivamente a las cifras, sino que afectó la dinámica cotidiana del proceso de análisis y evaluación en las operaciones corporativas. Kristin Pothier, líder global en asesoría y estrategia de fusiones y adquisiciones en la consultora KPMG, comentó que la incertidumbre generó una reacción en cadena en las diligencias debidas que son cruciales para llevar a cabo cualquier operación. Las partes involucradas necesitaron dedicar más tiempo y recursos para comprender el contexto cambiante y evaluar correctamente los riesgos asociados.
La volatilidad en los mercados alcanzó niveles históricos durante abril, impulsada por declaraciones contradictorias y ajustes repentinos en la política arancelaria emanados desde la Casa Blanca. La oscilación permanente entre medidas duras y pausas temporales para revisar la implementación de nuevos cargos creó un ambiente de confusión y tensión entre los inversores y actores corporativos. Lisa Shalett, analista de Morgan Stanley, señaló que esta inestabilidad contribuyó directamente a la reticencia general de los mercados a comprometerse con transacciones complejas y costosas. Las tarifas implementadas por Trump incluían una suspensión inicial de 90 días para facilitar una eventual negociación, pero con un incremento mínimo establecido del 10% a las importaciones, agregando una presión considerable sobre los costos operativos en numerosos sectores. Las consecuencias no se limitaron al mercado estadounidense, sino que provocaron represalias de países afectados, generando una escalada del conflicto comercial con efectos directos en cadenas globales de suministro, producción y consumo.
Esta situación hizo que muchas empresas replantearan sus estrategias y estructuras de expansión. Ante un escenario incierto, los planes de crecimiento mediante adquisiciones se vieron trastocados, afectando principalmente a industrias dependientes de comercio internacional como tecnología, manufactura y servicios financieros. El repliegue en la actividad M&A también se enlaza con una postura defensiva para conservar efectivo, evitando obligaciones financieras que podrían complicarse si la situación arancelaria continuaba deteriorándose. En perspectiva histórica, las fusiones y adquisiciones tienden a recuperarse tras períodos de incertidumbre y crisis, especialmente cuando existe un marco regulatorio y económico claro que permita prever el impacto de diferentes políticas. La confianza empresarial y la estabilidad del mercado son factores determinantes para que los ejecutivos tomen decisiones con mayor riesgo pero también con posibilidades de expansión y rentabilidad.
No obstante, el despunte del comercio internacional como motor de crecimiento global plantea un desafío adicional en un mundo donde las tensiones comerciales pueden desmoronar de manera inesperada los escenarios planificados. Es importante señalar que las medidas de proteccionismo adoptadas en el período mencionado representan un punto de inflexión para las relaciones comerciales multilaterales que habían dominado las últimas décadas. La imposición masiva de aranceles y el aumento de disputas comerciales han generado un clima de repliegue y precaución, afectando no sólo a las fusiones y adquisiciones sino también a la dinámica general de inversión y desarrollo empresarial. El llamado “Liberation Day” de Trump, lejos de liberar a las empresas o al mercado, provocó un freno significativo en las operaciones de M&A, que se tradujo en un debilitamiento de la actividad económica en diversos sectores. El efecto prolongado de estas políticas podría tener repercusiones en la competitividad internacional y el crecimiento a mediano y largo plazo, especialmente en un contexto en el que la globalización y la interdependencia económica requieren estabilidad y cooperación.