Ethereum, una de las plataformas de blockchain más importantes y el segundo activo digital más valioso después de Bitcoin, ha sido siempre símbolo de innovación, pero también de creciente complejidad. Vitalik Buterin, cofundador de Ethereum, ha reconocido en sus recientes declaraciones que muchas de las características acumuladas en Ethereum han generado un sistema difícil de entender, auditar y mantener. Este desafío se convierte en un impedimento frente a la visión de un cripto mercado que demanda cada vez más eficiencia, seguridad y sostenibilidad para aplicaciones descentralizadas. El mensaje central de Buterin gira en torno a la simplificación de Ethereum, enfocándose en su capa base, la Layer 1, con una propuesta clara: hacer que Ethereum sea más simple, robusto y resistente a largo plazo. Inspirándose en Bitcoin, una moneda digital que ha demostrado estabilidad y claridad en su funcionamiento durante más de una década, Buterin argumenta que dichas características podrían ser la llave para que Ethereum supere los obstáculos actuales.
Bitcoin se caracteriza por su diseño sencillo y transparente. En esencia, Bitcoin es una cadena de bloques lineal donde cada bloque se conecta con el anterior a través de un hash criptográfico, y su validación se basa en un mecanismo probado de prueba de trabajo que garantiza la seguridad y la confianza sin intermediarios. Cada transacción dentro de esta cadena puede ser auditada y comprendida con relativa facilidad, un factor que ha ayudado a mantener su integridad y confianza mundial. Ethereum, por otro lado, adoptó inicialmente un enfoque distinto, privilegiando la versatilidad y la experimentación. Su Ethereum Virtual Machine (EVM) permite la ejecución de contratos inteligentes y aplicaciones descentralizadas con una flexibilidad considerable.
Sin embargo, esta flexibilidad ha traído aparejada una complejidad creciente que puede dificultar la seguridad y ralentizar la evolución natural del protocolo, además de alejar a nuevos desarrolladores menos experimentados que encuentran un entorno demasiado complicado. Uno de los aspectos más destacables en la propuesta de Buterin es el establecimiento de un límite máximo de líneas de código para la base de Ethereum. Esta radical decisión busca evitar que el protocolo se vuelva inmanejable y permita que los desarrolladores mantengan una visión clara, con un código más fácil de auditar y mantener. Reducir el tamaño de la base de código también reduce riesgos potenciales de vulnerabilidades y facilita el aprendizaje y la contribución de la comunidad. En la capa de consenso, Buterin propone sustituir el complejo sistema actual, conocido como Beacon Chain, con alternativas más sencillas y seguras.
Las ideas analizadas incluyen un rediseño basado en «3-Slot Finality», que elimina complicaciones asociadas a las épocas (epochs), la selección compleja de comités y otros mecanismos difíciles de seguir. Este método puede implementarse con aproximadamente 200 líneas de código, manteniendo altos estándares de seguridad y estabilidad. Otra innovación planteada es la simplificación de las reglas para elegir la cadena correcta, en contextos donde puedan surgir bifurcaciones. Reducir el número de validadores activos permitiría adoptar reglamentos más sencillos y efectivos, lo que facilitaría la gobernabilidad y el análisis formal del protocolo. Además, Buterin introduce la idea de incorporar mecanismos de agregación mediante tecnologías avanzadas como STARKs (Scalable Transparent ARguments of Knowledge), que ofrecen seguridad criptográfica de alto nivel con una complejidad encapsulada que no afecta la estabilidad general del sistema.
Esto permite manejar datos criptográficos complejos sin incrementar riesgos para la red en conjunto. En cuanto a la ejecución, Buterin cita que gran parte del crecimiento exponencial en complejidad recae sobre el Ethereum Virtual Machine (EVM), el motor que procesa e interpreta los contratos inteligentes. Reconoce que muchas de las funciones añadidas y optimizaciones específicas han redundado en un sistema pesado, con optimizaciones que ya no aportan tanto valor. Por ejemplo, la optimización para criptografías muy específicas, llamadas precompilados, que se utilizan muy poco y que sobrecargan el entorno. Para revertir esto, la propuesta es un cambio radical: migrar a una máquina virtual más simple y eficiente quizá basada en arquitecturas existentes como RISC-V, que ya se usan en la comunidad de pruebas cero conocimiento (ZK provers).
Este cambio no solo mejoraría el rendimiento de forma exponencial —con proyecciones de incrementos de hasta cien veces— sino que también simplificaría el ecosistema de desarrollo, facilitando la compilación desde lenguajes populares de Ethereum como Solidity y Vyper. La intención de Buterin es clara y contundente: Ethereum no necesita más características complejas para crecer. Todo lo contrario, la plataforma se beneficiaría de mantener su núcleo ligero, fácil de entender y de auditar, con lo que obtendría mayor seguridad y sostenibilidad a largo plazo. Esto es muy importante en un contexto donde las redes blockchain se enfrentan a retos crecientes en escalabilidad y ataques de seguridad. Una estrategia de simplificación también favorece la retrocompatibilidad y las transiciones en las máquinas virtuales, un elemento crucial para mantener la prosperidad y confianza de los desarrolladores que dependen de la plataforma cada día.
Buterin enfatiza que reducir la complejidad no significa sacrificar innovación, sino enfocarla en áreas donde realmente hay un impacto positivo, cuidando que el sistema general no se vuelva opaco y difícil de manejar. Además, la comparación con Bitcoin es especialmente trascendental porque esa cadena ha demostrado que los sistemas simples pueden escalar y adaptarse con éxito, soportar desafíos regulatorios y operativos y mantener la confianza del público. Ethereum, siendo más ambicioso en capacidades, puede inspirarse en ese enfoque limpio para no caer en la trampa de la complejidad innecesaria, que a menudo genera vulnerabilidades y limita el crecimiento. Este planteamiento tiene un impacto directo en la evolución de la blockchain, dado que Ethereum es el pilar para muchas aplicaciones descentralizadas, finanzas distribuidas (DeFi) y tokens no fungibles (NFT). Simplificar su protocolo base mejora el entorno para todo el ecosistema, ayudando a atraer nuevos desarrolladores, estabilizar las operaciones y fortalecer la confianza de los usuarios.