Para muchas personas que se encuentran cerca de la edad de jubilación, la planificación financiera se vuelve un tema prioritario, especialmente cuando se trata de administrar sus cuentas de retiro y minimizar la carga impositiva. Si tienes 65 años, aún estás activo laboralmente y cuentas con aproximadamente 400,000 dólares en una cuenta IRA tradicional, es natural preguntarse si convertir todo o parte de ese saldo a un Roth IRA sería una estrategia beneficiosa. Dado que las leyes fiscales y los requisitos de retiro son factores claves en esta decisión, es esencial entender las diferencias entre ambos tipos de cuentas y cómo estas impactan tu situación financiera actual y futura. Primero, vale la pena recordar qué es una cuenta IRA tradicional. Este tipo de cuenta permite que las contribuciones se hagan con dinero antes de impuestos, lo que significa que no pagas impuestos en el momento de la contribución.
Sin embargo, cuando comienzas a retirar fondos durante la jubilación, esas cantidades se consideran ingresos gravables y están sujetas a impuestos según tu tasa impositiva en ese momento. Además, a partir de los 73 años, las autoridades fiscales requieren cumplir con las Distribuciones Mínimas Requeridas (RMD, por sus siglas en inglés), lo que implica retirar una cantidad mínima anual de la cuenta y pagar impuestos sobre ello, incluso si no deseas usar ese dinero. En contraste, las cuentas Roth IRA funcionan diferente. Las aportaciones se realizan con dinero después de impuestos, por lo que el dinero dentro de la cuenta crece libre de impuestos y los retiros durante la jubilación son completamente libres de impuestos, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos. Además, los Roth IRA no tienen la obligación de realizar RMD durante la vida del titular, permitiendo que el saldo continúe creciendo y brindando una mayor flexibilidad en la gestión del retiro y la planificación sucesoria.
Una de las principales preocupaciones al considerar la conversión de una IRA tradicional a un Roth es el impacto fiscal inmediato. La cantidad convertida se suma a tus ingresos anuales y se grava con la tasa impositiva que corresponda para ese año. Por ejemplo, si tienes un ingreso anual de alrededor de 80,000 dólares y decides convertir los 400,000 dólares completos, tu ingreso gravable podría elevarse a cerca de 480,000 dólares ese año, ubicándote en un segmento impositivo más alto. Esto puede significar una carga fiscal considerable de inmediato, aunque podría traducirse en ahorros a largo plazo al evitar impuestos futuros sobre retiros y RMD. El hecho de seguir trabajando complica un poco el escenario.
Mientras percibas un salario, tus ingresos totales aumentan, elevando la tasa impositiva marginal y afectando directamente cuánto terminarás pagando por la conversión. Por ende, podría ser más ventajoso realizar la conversión de manera gradual, distribuyendo las cantidades en varios años para no sobrepasar ciertos límites de ingresos y mantener la tasa impositiva más baja posible. Esta estrategia también ayuda a evitar un crecimiento exponencial del impuesto a pagar en un solo ejercicio. Además, es importante considerar tu expectativa de vida y planes futuros. Si planeas trabajar hasta los 70 años o más, podrías beneficiarte de mantener parte del dinero en la IRA tradicional para seguir capitalizando con impuestos diferidos mientras tus ingresos activos pueden compensar los impuestos que debas pagar al convertir parte del saldo a Roth.
La conversión no solo tiene un efecto fiscal inmediato sino también en el diseño de tu flujo de ingresos durante la jubilación, al permitirte evitar RMD y controlar mejor la distribución de fondos en función de tu necesidad y tributación. Otro factor que influye es el entorno económico y fiscal actual. En años donde las tasas impositivas son bajas o se proyecta un aumento en el futuro, convertir a Roth podría ser más beneficioso. De hecho, aprovechar tasas impositivas bajas ahora podría resultar en un ahorro significativo a largo plazo, pero esto requiere analizar cuidadosamente las políticas fiscales y realizar proyecciones según tu situación personal y del mercado. Desde un punto de vista hereditario y de planificación patrimonial, el Roth IRA también presenta ventajas considerables.
Al no requerir retiros mínimos durante la vida del titular y proporcionar retiros libres de impuestos a los beneficiarios, esta cuenta puede convertirse en un vehículo para transferir riqueza de manera eficiente, ayudando a minimizar las cargas fiscales para tus herederos. Esto es especialmente relevante si tu familia tiene expectativas de mantener el patrimonio a largo plazo o deseas dejar un legado financiero. Por otro lado, es fundamental que al considerar una conversión consultes con un asesor financiero o contador especializado. La situación de cada persona es única y puede haber factores adicionales como otras fuentes de ingresos, deducciones, créditos fiscales, y objetivos personales que modifiquen la conveniencia o momento adecuado para realizar la conversión. Un experto puede ayudarte a modelar diferentes escenarios y ofrecer un plan personalizado que se adapte a tus necesidades y expectativas.