Título: 4 Razones por las que el impuesto propuesto por Harris sobre las ganancias de capital no realizadas podría perjudicar tus inversiones En un contexto donde la desigualdad económica se ha vuelto un tema central en la política de los Estados Unidos, la propuesta del impuesto sobre las ganancias de capital no realizadas presentada por la Vicepresidenta Kamala Harris ha captado la atención de inversores, economistas y ciudadanos por igual. La idea de gravar las ganancias en papel, es decir, aquellas que aún no han sido materializadas, podría tener implicaciones significativas para el mercado y para aquellos que buscan aumentar su patrimonio. A continuación, exploramos cuatro razones por las que este impuesto podría perjudicar tus inversiones. Primera razón: dificultad para determinar la riqueza neta Uno de los aspectos más controvertidos de la propuesta de Harris es la definición de "riqueza neta". Según su plan, el impuesto se aplicaría a individuos con una riqueza neta superior a los 100 millones de dólares.
Sin embargo, la manera en que se calcularía esa riqueza neta plantea más preguntas que respuestas. ¿Incluiría bienes personales como colecciones de vino, vehículos de lujo o residencias privadas? ¿Cómo se calcularía para parejas casadas? ¿Se considerarían activos heredados ya gravados? Estas interrogantes son solo la punta del iceberg. La magnitud subjetiva del término "riqueza neta" complica la implementación de la propuesta. Adicionalmente, la tarea de cuantificar activos ilíquidos, como inversiones en empresas privadas o propiedades complejas, añade un nivel de dificultad que podría resultar casi impracticable. Como señala Stephen Kates, CFP y analista financiero, la valoración de estas inversiones puede ser volátil y difícil de establecer, lo que hacer que los impuestos basados en estas valoraciones sean arbitrarios y potencialmente perjudiciales para los contribuyentes.
Segunda razón: desafíos en la valoración de propiedades El proceso de valoración de propiedades es inherentemente variable y depende de diversos factores, como la ubicación y la fuente de la que proviene la evaluación. En este sentido, surgen serias inquietudes sobre cómo se determinarían los valores de los activos bajo el nuevo régimen fiscal. ¿La IRS implementará un departamento de valoración que realice auditorías en el lugar, o se confiará en la honestidad de los contribuyentes para que informen los números correctos? Además, las valorizaciones pueden cambiar a lo largo del año. En un escenario donde los activos disminuyen de valor, los contribuyentes podrían enfrentarse a impuestos significativos basados en valores de mercado que ya no reflejan la realidad económica. Esta incertidumbre podría llevar a los inversores a sobrecargarse de deudas para reducir su riqueza neta y, por ende, su carga tributaria, lo cual no solo sería problemático desde un ámbito fiscal, sino que también podría alterar la estabilidad del mercado financiero.
Tercera razón: riesgo de expansión futura del impuesto Históricamente, cualquier tipo de impuesto que se introduce suele expandirse con el tiempo. Desde su creación, el sistema tributario de los Estados Unidos ha evolucionado; lo que comenzó como un impuesto muy limitado sobre bienes se ha ampliado para incluir un sinfín de gravámenes sobre servicios y rentas. Observando la propuesta de Harris sobre el impuesto a las ganancias de capital no realizadas, surge una preocupación legítima: si se establece un marco para gravar las ganancias no realizadas, podría ser fácil para los legisladores expandir esta base impositiva. Si el impuesto se considera un éxito en términos de recaudación, existe la posibilidad de que se reduzca el umbral de riqueza y que incluso contribuyentes de clase media se vean afectados. Esta eventualidad podría generar un descontento significativo entre la población y socavar un sistema que ya se encuentra bajo presión.
Como bien apunta Kates, la creación de un impuesto sobre las ganancias no realizadas a cualquier nivel de riqueza sienta las bases para que este pueda extenderse a un grupo demográfico más amplio, afectando a más ciudadanos en el futuro. Cuarta razón: alternativas fiscales más manejables La propuesta presentada por Harris sobre las ganancias de capital no realizadas representa no solo un reto administrativo, sino que también plantea la cuestión de la viabilidad desde un punto de vista práctico. Los contribuyentes que cumplan con el umbral de riqueza necesario pueden no tener suficiente liquidez para cubrir un impuesto basado en activos que aún no han convertido en efectivo. La pregunta entonces es: ¿quién se encargará de verificar y hacer cumplir estas normativas? La burocracia necesaria para administrar un impuesto así podría aumentar la carga sobre una IRS ya ocupada, que todavía se está recuperando de las complicaciones generadas durante la pandemia. Esto genera un caldo de cultivo para una serie de problemas administrativos que no solo frustrarían a los contribuyentes, sino que también pondrían en cuestión la eficiencia del sistema tributario en su conjunto.
Los especialistas han sugerido que existen alternativas más efectivas y menos problemáticas que podrían aumentar la recaudación sin la complejidad de un impuesto sobre las ganancias no realizadas. Una opción sería reformar el presupuesto federal, aumentar tarifas de importación o ajustar impuestos sobre la nómina. También se podría considerar elevar las tasas impositivas existentes, como los impuestos sobre la renta o las tasas de ganancias de capital tradicionales. Otras posibilidades incluyen cerrar "puertos seguros" en el código tributario, como reducir la exención de impuestos sobre la herencia o eliminar el ajuste en la base del costo a la muerte. En conclusión, aunque la propuesta de un impuesto sobre las ganancias de capital no realizadas de Kamala Harris pretende abordar la desigualdad económica y aumentar los ingresos tributarios, sus implicaciones para los inversores son motivo de preocupación.
Las dificultades para determinar la riqueza neta, los problemas de valoración de activos, los riesgos de expansión del impuesto y la necesidad de alternativas más manejables son solo algunas de las razones por las que este impuesto podría resultar más perjudicial que beneficioso. Con un panorama tan incierto, los inversores deben permanecer atentos y considerar cómo estas políticas podrían influir en su estrategia financiera a largo plazo.