En un rincón pintoresco del campo japonés, una historia de renovación, amor y aventura se ha desarrollado en los últimos años. Lawrence Covian, un veterano del ejército de los Estados Unidos, y su esposa Chiyoko, han encontrado en Japón no solo un nuevo hogar, sino también un sentido de paz y pertenencia que nunca imaginaban experimentar. Desde su llegada en 2017, la pareja ha transformado una casa abandonada en un refugio acogedor, un akiya, comprado por la modesta suma de 5 millones de yenes, equivalentes a aproximadamente 35,000 dólares. La vida de Covian antes de mudarse a Japón era bastante convencional, marcada por constantes traslados por su trabajo con el gobierno estadounidense. Sin embargo, tras completar su contrato de cinco años en Iwakuni, se dio cuenta de que no quería regresar a los Estados Unidos.
En su lugar, decidió establecerse permanentemente en Japón. “Después de estar aquí por cinco años, me sentía cómodo y disfrutaba de la vida aquí. Decidimos que íbamos a quedarnos de una forma u otra”, confiesa Covian. La búsqueda de un hogar en el hermoso paisaje rural japonés se convirtió en un objetivo crucial. De entre los millones de casas vacías que se han acumulado debido a la disminución de la población en las áreas rurales, el interés de Covian por las viviendas antiguas, llenas de carácter y espacio, fue la chispa que inició su búsqueda.
Conocido como akiya, estos hogares vacíos presentan tanto oportunidades como desafíos, y Covian estaba más que listo para enfrentarlos. Su búsqueda culminó en una pequeña localidad llamada Miwa, famosa por su hermoso paisaje montañoso y campos de arroz. Utilizando un banco de akiya, un sistema de base de datos administrado por los municipios que recopilan viviendas abandonadas, Covian y Chiyoko encontraron la casa que finalmente comprarían. La propiedad había estado vacía por cinco años y presentaba un aspecto desolador, con muebles y efectos personales dejados por el propietario anterior. La pareja se enfrentó a la abrumadora tarea de limpiar la casa, que estaba cubierta de maleza y desorden.
“Estábamos emocionados —pero no demasiado— porque se veía mal, y no conocía a ningún carpintero que pudiera ayudar”, recuerda Covian. Pero la fortuna estaba de su lado cuando un encuentro casual con el dueño de un café local los llevó a un propietario de un negocio de carpintería. Armados con esta conexión, decidieron avanzar en la compra de la casa. Un trato acordado con la agencia inmobiliaria les permitió ahorrar un millón de yenes si se comprometían a deshacerse de las pertenencias dejadas atrás. La transformación del akiya no fue solo una cuestión de renovación física.
Covian y Chiyoko querían crear un hogar que se sintiera auténtico y cómodo. La renovación involucró una mezcla de influencias de diseño japonés y occidental, preservando características tradicionales como el tatami y el engawa, mientras que también se añadieron espacios modernos como una despensa y un cuarto de lavandería, poco comunes en las casas japonesas. “Elegí mantener el tatami, pero también quería asegurarme de que el espacio fuera accesible, pensando en un posible futuro”, explica Covian, refiriéndose a sus preocupaciones sobre la posible movilidad reducida en el futuro. La renovación de la casa costó aproximadamente 230,000 dólares, un gasto considerable, pero Covian no se muestra arrepentido. “Podríamos haber comprado una casa nueva, pero nunca fue ese el sueño”, aclara.
La vida en el campo japonés ha cambiado la perspectiva de Covian sobre el bienestar. Alejado del ritmo frenético de la vida estadounidense, ha encontrado en la quietud de las montañas un refugio para su salud mental y física. “Cuando conduzco montaña arriba, estoy en paz. Siempre bromeo con mi esposa diciendo que podría pasar el tiempo aquí, solo yo y la naturaleza, y eso me haría perfectamente feliz”, comparte. Aunque la barrera del idioma sigue siendo un desafío, Covian ha tomado clases de japonés para mejorar sus habilidades comunicativas.
No obstante, a veces se enfrenta a situaciones abrumadoras, como visitar un hospital donde el vocabulario médico se convierte en un obstáculo. A pesar de ese desafío, su amor por el país y su pueblo ha crecido, y cada día le trae una nueva oportunidad de aprendizaje. El deseo de explorar aún más Japón se ha convertido en un sueño para Covian en su futuro. Planea viajar por el país en una furgoneta camper cuando se jubile, buscando descubrir nuevos rincones y experiencias que enriquecen su vida. Este anhelo de aventura refleja su espíritu indomable y su apreciación por la belleza de la vida sencilla, lejos de la vorágine de las grandes ciudades.
Además, Covian ha comenzado a documentar su aventura a través de un canal de YouTube, compartiendo sus experiencias y transformaciones del akiya con una audiencia que aprecia su enfoque auténtico de la vida. La pareja ha transformado no solo la casa, sino su forma de vivir, priorizando un estilo de vida más tranquilo y reconciliado con la naturaleza. En un mundo donde muchas personas luchan por encontrar un lugar al que llamar hogar, la historia de Covian y Chiyoko nos recuerda la belleza de seguir nuestros sueños, sin importar cuán lejos puedan llevarnos. Su akiya, una casa en medio de la serenidad rural de Japón, simboliza un nuevo comienzo y una vida llena de posibilidades. Lo más importante es que han encontrado un lugar, tanto físico como emocional, donde pueden construir su futuro en paz y libertad.
El viaje que han emprendido no es solo sobre las paredes que han renovado, sino sobre las vidas que han transformado y los lazos que han fortalecido. Con su hogar como telón de fondo, Covian y Chiyoko continúan explorando y abrazando la cultura japonesa, inmersos en la calidez de su comunidad y el esplendor de su entorno rural. Sin planes de regresar, se preparan para enfrentar todos los desafíos que la vida en Japón pueda depararles, con una sonrisa en sus rostros y un renovado sentido de propósito.